Dulce Tormento

Memorias ocultas

Cuartel General del Reino Hifes 
(Hace 7 años)
 


Lee estaba tan molesta con lo sucedido, ese chico no era menor que ella, pensaba en todo lo que había afrontado para llegar a ser un esclavo sexual de un rey que asesinaba por diversión a sus ciudadanos. Respiró hondo y se tranquilizó un poco. Recogió aquellas cosas que por coraje había tirado al suelo, cuando un intenso y repetitivo golpe sonaba en su puerta.

Recogió los objetos y abrió la puerta de su habitación, no tuvo tiempo de mirar quién era, pues una melena oscura estaba abrazandola con fuerza. Hank estaba tan asustado que su cuerpo temblaba. Lee correspondió el abrazo y le ayudó a sentarse en la cama de su habitación.

— Vamos trata de tranquilizarte, ¿qué sucedió?—La voz de Hank temblaba tanto que no se le comprendía lo que intentaba decir.

Miedo, pesadilla, muerte y dolor palabras que solo se entendían cuando intentaba hablaba. Lee sabía que eran a causa de su trauma. Tomó sus manos y dedicó unas palabras.

— Yo siempre estaré para ti, no dejaré que nadie te ponga una mano encima otra vez. Es una promesa.

La noche pasó y Hank durmió en la habitación de Lee, cuando por fin logró calmarse se quedó dormido de golpe, su rostro estaba en paz, Lee no sabía que tan grave era la situación por la que pasaba Hank. Pensaba que con el tiempo le contaría la razón de su dolor, por ahora sus recuerdos estaban siendo bloqueados.

A las días por motivo de festejo, se le asignó a Lee unas semanas de descanso para después reincorporarse al Cuartel de su providencia. Tomó sus maletas y llevó a Hank para que conociera a su madre.

Durante el camino Hank observaba con asombro los diferentes lugares fuera del muro donde estaba encarcelado, lejos de ver una luz de esperanza. Por suerte al llegar al Reino Wesley no le pidieron una identificación a Hank, pues todos estaban de fiesta, el Rey Ino Wesley había sido bendecido junto a su esposa con la llegada de un hijo. Cuando llegaron a su hogar la madre de Lee no estaba informada de su visita. Estaba tan distraída que le tomó por sorpresa recibir a su hija con una persona.

Hina no cuestionó a su hija, esperó pacientemente a su explicación. Confiaba en su hija lo suficiente como para saber sus posibles razones. Hina le ofreció un cambio de ropa a Hank que había dejado Jock las veces que se quedaba a dormir. Por suerte Hank era muy delgado que le quedaba grande la ropa. Para aprovechar el momento que estuvieron solas, Lee le explicó lo suficiente.

Hina estaba orgullosa de su hija, estaba convirtiéndose en una mujer magnífica, el reflejo de su padre. Justa y dedicada a otros. Por influencias del concejo de ancianos su felicidad no estaba asegurada. A Lee le parecía extraño ver a su madre tan distraída.

— Mamá, sucede algo por lo que te mantenga tan distraída.—Preguntó Lee sin quitar su mirada sobre ella.

— Amm no cariño, estoy bien. Es sólo que no me he sentido muy bien estos días.

— ¿Quieres ver un médico? Puedo conseguirlo con solo mencionarlo.

— No cariño no te molestes. Se me pasará rápido. Ahora cuéntame, ¿tuviste problemas para controlar tu poder?

— No exactamente, siempre que uso mi don existe algo que me llama, es difícil de explicar. Pero gracias al collar que te dio papá me ayuda bastante. Aveces siento que su espíritu me protege siempre que peleo.

— Me alegro que algo que tu padre me obsequió, este en tus manos.

— Si, realmente papá debió amarte demasiado. Me hubiera gustado conocerlo, es una lástima que muriera en la guerra.

Hina se encargó de crear una bella historia para que su hija admirara a su padre y jamás dejase de amarlo. Unas partes era reales pero la mayoría ficticias. Detrás de una gran mentira siempre existirá dolor. Llegaría el momento en que su hija supiera la verdad, pero eso sería más adelante.

Los días pasaban volando, Hank pasaba todo el tiempo con ambas que comenzó a olvidarse de aquellas cosas dolorosas que le sucedieron. Su mentalidad de niño de 6 años estaba madurando. Su cuerpo tomaba forma, pues Hina se encargaba de alimentarlo lo suficiente como para engordarlo. Hank se convirtió en la distracción perfecta para olvidar lo que sucedía en el Reyno. Al principio las noches en vela por las pesadillas eran constantes, pero se fueron disminuyendo con el tiempo.

El día en que Lee regresaría estaba por llegar, pronto le explicaría a Hank que se marcharía por un largo tiempo. Las visitas que tenía Lee a su madre eran escasas, a pesar de tener un puesto alto, eso no la excluía de tener bastante trabajo. Con el reconocimiento que se le había otorgado posiblemente tendría nuevas misiones y ofertas de trabajo.

— Hank necesitamos hablar de algo urgente.

— Si dime, ¿qué pasa?

— Pronto tendré que irme, y no se cuando volveré.

— Tu deber te llama, ¿no es así?

— Es cierto, tu debes quedarte con mamá y recuperarte.—Hank aceptaba lo sucedido, estaba mejorando conforme el tiempo. Su actitud era más calmada y comprendía con facilidad. Esa misma noche, sus recuerdos regresaron.

Un dulce sueño lleno de alegría, un chico corriendo por las praderas que estaban cerca de su hogar. En su rostro no existía rastro alguno de dolor o sufrimiento. Su familia estaba integrada por su madre y padre. La primera era una mujer muy hermosa de cabello largo y piel blanca, una de las belleza del pueblo que se habia casado con un carpintero. La imagen mostraba como su padre estaba construyendo una cuna, pues pronto serían bendecidos por la llegada de un dulce bebé que complementaría a la familia. La barriga de su madre no era tan grande por lo que Hank se preguntaba si ese era el tamaño de su hermano o si pronto lo conocería.




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