Dulce Tormento

Un idiota y un amor

Las cosas estaban mejorando en el Reino Atrino, los equipos que fueron a ayudar, trataron de salvar a todos los soldados que habian arriesgado su vida. Recuperaron los cuerpos para darles un descanso honorífico, así como darles un reconocimiento por arriesgar la vida por su Reino.

Aprovechando la estancia, Lee decidió visitar la ciudad, quería seguir con la investigación para encontrar a Peter, hasta la fecha sus mensajeros espirituales no tenían rastro alguno. Podría que el hombre usará un conjuro para evitar que le siguieran el rastro.

Iris se había quedado en Wesley con la madre de Jock, debido a la poca confianza al cuartel, Lee prefirió dejarla con alguien que conociera desde hace tiempo. Este año era el más duro, las personas con FPI después del diagnóstico y recibir un tratamiento, pueden morir después de 3 años. Por ello este año la presión era bastante, tenían que buscar la flor.

Mientras Lee caminaba por la ciudad, no había rastro del mercader, pudo recabar información de la flor pero muchos afirmaban que no florecía dos veces en el mismo lugar, en dado caso que una gran masa de poder estuviera cerca.

Leyendas de esta sobre el gran aporte de energía que da a su portador, añadiendo que no a todos les asigna la vida, al ser una de las flores que se encuentra en el camino que define tu lugar de descanso, el cielo o el infierno. Solo le otorga un poder a quien sea puro de corazón, si se tienen malas intenciones, la flor toma la decisión de acabar con su vida. Por suerte Iris era una pequeña con un gran corazón que no conocía la maldad.

Debido a la nueva información recabada, a los mensajeros se les asignó una tarea diferente, buscar aquellas zonas con gran consumo de poder, pues serían el método más rápido para encontrar la flor, idearian un plan para buscar durante toda la primavera en esos lugares. En el Reino había costumbres diferentes y frutas extravagantes.

— Señorita, se puede notar a simple vista que usted no es de aquí, ¿cierto?—Dice el mercader.

— Así es, estoy en busca de nuevas cosas para llevar al Reino que pertenezco.

— Que le parece una tela hermosa para que se haga un bello vestido. Es de las más finas que encontrara por estas zonas, si decide llevársela hoy se la vendere a un bajo precio.—La tela era de un color gris, en ella estaban estampadas flores color violeta. Era una hermosa tela pero Lee no acostumbraba usar ropa elegante.

— Quizás a Mila se le vería bien.—Pensó recordando las características de esta.— Buen cuerpo, piel blanca, un busto simétrico y linda sonrisa.—Susurro pensando en pagar esa tela. Cuando un hombre irrumpió su compra.

— ¿Mejor tela? Estoy seguro que en otros lugares existen telas de mejor calidad y a un buen precio. Estoy seguro que a la señorita le pedirías el doble de su precio original.

— Auhmm, no realmente, yo...

— ¿Porque los nervios? Acaso tengo razón.—Lee no estaba prestando atención que solo imagina como se vería la Teniente Mila en un vestido con ese tipo de tela, siempre acostumbraba verla con uniforme que un vestido de gala le vendría bien. Llamaría la atención de muchos hombres.

— Lo siento señorita, llevese lo que quiera pero no me asesine, no sabia que usted venía con alguien.—Responde el mercader arrepentido.

— Oh, no te preocupes. No soy de la clase de personas que se molesta por cosas como esta. Realmente no pensaba comprar tu tela, podía ver que no es de buena calidad, además de que tus palabras sonaron tan falsas. Te recomiendo practicar más seguido la forma de convercer a tus clientes.—Ambos estaban sorprendidos, una turista que le dio clases de actuación a un mercader. Lee no le tomó importancia al chico, prefirió seguir buscando respuestas.

El hombre la siguió unas cuantas tiendas, hasta que decidió hablarle formalmente.

— Hola, ante todo una disculpa por mi atrevimiento hace un momento.— Dice haciendo una reverencia.

— Ah si, eres el pretendía ayudarme con el mercader, no se como pudiste creerte ese cuento. Es muy fácil notar cuando alguien intenta estafarte.

— Tendrás que enseñarme esos trucos.—El hombre estaba coqueteando con ella pero Lee seguía en lo suyo.—Por cierto, mi nombre es Aizen Hécas.

— Un gusto, mi nombre es Lee Overflow. Capitana del Cuartel del Reino Wesley.—Contesta intentando apretar su mano pero Aizen la detuvo besandola.

— Oh bella dama, así que eres un miembro de la militarizada, interesante.

— Y tu, ¿civil o interno?

— Digamos que soy un interno, pero estoy en recuperación, debido al enfrentamiento.

— Así que eres uno de los hombres que traje a la zona segura.

— No exactamente, pero si te vi en servicio y...

— No continúes, ya se que se próxima. Te parezco interesante y quieres invitarme a salir. No eres uno de los soldados que salve, eres de esos malditos capitanes que mueven a sus peones y se quedan cómodos en sus asientos esperando que el mundo se solucione solo. Si me disculpas, no me interesan los idiotas.—Aizen quedó sorprendido a su respuesta, Lee le parecía mucho más interesante que en el inicio, ninguna mujer se resistía a sus encantos, al ser un híbrido podía percibir a otros.

Los híbridos tenían la capacidad de percibir a los de su misma especie debido a sus feromonas, al ser una hembra los machos enloquecen como viles bestias. La atracción que sintió Aizen le era difícil de ignorarla, una mujer recta, fuerte y bella, la hembra perfecta para dar a luz a sus progenitores. Para mala suerte suya, ningún hombre estaba a la altura de Lee como para someterla a dar a luz a hijos. Todos en el cuartel afirmaban que era el títere de los Generales, un arma usada contra los demás reinos que jamás se casaría.




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