Dulce Tormento

Padre e hija

Varios días después de la visita de Ino Wesley en el castillo, decidió agradecer a Lee por aquella ocasión dándole un obsequio, ya que nadie lo ayudaba a reparar su transporte. 

Con anterioridad le informó a Michael que le quitaría a la Srta. Overflow un día entero, el Príncipe no se negó ante las razones de su tío, fue así como su día libre llegó. 

Debido a que Ino ocasionó disturbios y preocupaciones a sus guardias, esta vez no había excusa por la cual él merodeara solo sin sus escoltas. Aunque Lee no le agradaba recibir regalos de su parte, Ino insistió demasiado, además no podía desaprovechar ese permiso que consiguió el Rey. 

Durante el camino ambos compartieron experiencias de vida, se sentían tan cómodos el uno al otro, parecían nos pequeños niños presumiendo de sus logros y travesuras. Esa aura tan calmada y optimista los caracterizaba a ambos, sin destacar que ambos tenían un humor peligroso. 

La primera cosa que hicieron al llegar a la capital fue ir directamente a una tienda de telas famosas, se caracterizaba por tener productos de calidad, pues los más ricos eran los principales proveedores. 

—Bienvenidos a telas Peromene, soy Artur Thomson aquel que se encargará de proporcionarle las mejores telas que desee majestad —argumenta el hombre dando pase a un gran pasillo de telas.

—Agradezco su servicio, me gustaría una tela que vaya de acuerdo a las características de mi acompañante —decreta señalando a Lee.

—Por supuesto, le presentaré las mejores telas. Acompánenme a su sala privada —el lugar tenía zonas donde se les atendía a personas exclusivas, solo aquellos con tarjeta VIP podían disfrutar de la habitación.

—Repito lo que hablamos anteriormente majestad, no necesita darme regalos para demostrarme su agradecimiento.

—Vamos, no está del todo mal dejarte consentir de vez en cuanto. Además, te repito que puedes llamarme tío Ino, ya tenemos muchas cosas personales compartidas —argumenta sentándose en una silla pidiendo una taza de té. 

—Si que es insistente majestad —Ino vuelve a verla molesto esperando que comprendiera sus palabras anteriores—. Esta bien, esta bien, tío Ino. 

Ino solo sonrió al saber que estaba comprendiendo, nunca se había sentido tan alegre con alguien que había conocido en tan poco tiempo. Sentía una gran calma cada momento que hablaban.

Artur llegó con diferentes telas hermosas que favorecían cada una de las características de Lee; sus ojos, sus labios y su tono de piel. Ino continuó pidiendo diferentes estilos para después seguir con sus planes, esta vez la llevaría a comer en uno de los lugares más deliciosos. 

A pesar de ser un Rey tenía momentos en los que prefería ayudar a los comercios pequeños, Lee pensaba que sería un Rey presumido y tacaño, pero existía más bondad en su corazón que cualquier otro Rey al que tuviera enfrente. 

—Existe algo más que quieras visitar antes de partir.

—Si no es mucha molestia me gustaría visitar alguna herrería especializada en la proporción de materiales para los dones. Ya sabe, armas, metal, cosas personales —Ino pensó en lugares que cumplieran con los requisitos de Lee, hasta que vino en su mente uno en específico.

Al llegar en la entrada estaba un pequeño nombre pero lo suficiente llamativo para el cliente "Herrería Ninfla, toda clase de armaduras y equipo necesario para cada persona". Al adentrarse el lugar estaba adornado de muchas cosas que Lee mencionó a Ino. 

Entre ellas diversas accesorios que podían ser conjurados para aquel que los tuviera; anillos, collares, peinetas. Una gran variedad, para Ino no era la primera vez que lo visitaba pues uno de los accesorios había sido solicitado por el hombre.

—Bienvenidos, ¿en qué puedo ayudarlos? —aclamó un joven fuerte y saludable.

—Hola que tal, buscamos materiales como hierro y plomo que puedan servir para usarse como balas o proyectiles, capaces de soportar pólvora y conjuros de un nivel avanzado —consulta Lee acercándose al chico.

—Hmm creo que no soy la persona adecuada para ayudarte, en unos minutos traeré a alguien especializado —al ser nuevo no estaba del todo familiarizado con la tienda, fue así como llamó a su padre para revisar las especificaciones de Lee.

—Me informó mi hijo que necesitas materiales difíciles de romper —replica el hombre tomando atención en Lee. 

—Así es señor, ocupo los más resistentes para adecuarlos a esta arma —indica mostrando su mejor arma. El hombre se sorprendió al ver una arma tan única, pues jamás en su vida había visto esa manipulación de materia.

—Es impresionante, ¿tu la forjaste?

—Si señor, desde cero comencé mi arma. Llevo años usándola en enfrentamientos contra otros reinos, es mi mejor compañera.

—No se exactamente si tenemos algo que le sirva a tu arma pero buscaré los mejores materiales y te los proporcionaremos. Por favor deja tu dirección y cuanto antes los enviaremos, buscaremos por todas nuestras sucursales —Lee afirmó con la cabeza y le entregó todos los datos que necesitaba.

Ino por su parte observaba toda la joyería que la tienda tenía, había muchas gemas preciosas que se verían bien en cierta persona. Llamó al hijo del vendedor y pidió que le mostrara unos pendientes de rubí, sabia que le quedarían perfecto al conjunto que preparaba para Lee. 

—Oh Srta. Lee puedo ver que lleva puesto uno de nuestros productos —dice el hombre viendo aquel collar que cubría su cuello.

—¿En serio? No sabía que este collar era de su tienda.

—Se ve lo bastante antiguo, parece ser fabricado para alguien específico.—Destaca observando con detalle la piedra —Ino a lo lejos escuchaba su conversación, ese collar le pareció algo interesante.

—Tenía informado que mi madre fue su portadora oficial, pero me lo dio cuando tenía unos meses de nacida. 

Cuando las cosas fueron arregladas, ambos salieron de la tienda conformes de sus compras, Ino estaba impaciente del saber la historia detrás del collar, además, era parecido a uno que el mismo obsequió a su amante. Dudaba que fuesen la misma persona pero las esperanzas no se perdían.

—Dirás que soy algo entrometido pero, ¿cómo tu madre consiguió ese collar?

—Es una larga historia, ¿realmente le gustaría saberla?

—Por supuesto, soy todo oídos —regocija dándole la mano para entrar al carruaje.

—Esta bien, mi madre hace mucho se enamoró de un gran Herrero del Reino, era un amor imposible ya que mi padre estaba destinado a casarse con otra mujer, mi madre lo amaba muchísimo, así que mi padre enfrentó a aquellos que se negaron a sus acciones y escapo con mi madre. Ese collar fue creado con la función de proteger siempre a mi madre, al enterarse de mi llegada mi padre quería darnos una mejor vida. Se enlistó en la guerra, pero lastimosamente falleció en ataque, su cuerpo no soportó el don. Mi madre tuvo que criarme sola, al enterarse que había portado un don especial me lo dio para ocultarlo. Seguí los pasos de mi padre y gané muchas batallas. Por desgracia, hace un año mi madre murió, su reloj de arena llegó hasta el último grano. 

—Oh querida, realmente lo siento. No quería que recordarás ese momento trágico.

—No se preocupe, se que ella está en un lugar mejor. Desde muy pequeña me hice a la idea que ambas éramos diferentes.

—Pero si tus padres eran humanos, ¿por qué naciste con un don? —Ino estaba sorprendido por esa parte, pues era casi imposible que un humano naciera con dones sin serle inyectado uno.

—No lo se, quizás una bendición de los dioses. A manera de agradecimiento lo uso con responsabilidad y justamente. Este collar me permite controlar mi poder y no hacerme perder la cordura.

—Realmente la has tenido difícil, casi podríamos compartir las desgracias. Yo también tengo personas que no pude protegerte.

—Vaya, el tío Ino también comete errores.

—Los cometí en mi juventud, era una persona deseosa a proteger a mi amada. Pero terminé condenándola de la peor manera, si no fuese por mi falta de madurez la hubiera protegido y quizás tuviera una hija de tu edad.

Lee sentía que en ese momento debía abrazar al Rey Ino, dentro de su corazón sabía que estaba haciendo el bien. Lee acercó sus brazos y le dio un tierno y delicado brazo, uno que Ino correspondió y duró un par de minutos. Ambos sintieron la calidez y dulzura de ese abrazo, un sentimiento puro que ambos no comprendían. Quien pensaría que Ino estaba teniendo en sus brazos a aquella progenitora que su amada y él habían procreado con tanto amor y pasión.

Lastimosamente Lee no lo reconocía e Ino desconocía de su paradero, pues Hina no le había dicho que estaba embarazada antes de que los ancianos se encargaran de crear una ilusión donde ella moría.

Ambos estaban viviendo en una gran mentira.

CONTINUARÁ...
 




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