La mañana siguiente ambos despertaron tarde, la noche anterior había sido hermosa. Lee acostumbraba levantarse temprano por lo que disfruto de la vista al tener un bello hombre a su lado. Michael estaba desnudo con una mano bajo la cabeza de Lee, habían dormido abrazados.
Lee miró su anillo, creía que ese sueño de comprometerse con alguien jamás se cumpliría pues estaba en sus últimos planes. Estaba de acuerdo con las decisiones que estaba tomando, aunque extraña su anterior rutina, debía adaptarse a los nuevos cambios.
—Buen día querida esposa —murmuró Michael medio dormido.
—Buen día esposo, perdón por despertarte.
—No te preocupes. ¿Llevas despierta mucho tiempo?
—No, solo unos diez minutos.
—Por cierto Lee, ¿cómo te hiciste esa marca?
—¿Cuál marca?
—La que tienes a un costado de abdomen.
—Es una larga historia, solo te diré que fue en las ocasiones que me metí en problemas al proteger a mi madre.
—Era de esperarse, creí que había sido en tus viajes.
—Por suerte no tengo marcas de batalla por la magia, pero si no tuviera ese don quizás mi cuerpo tuviese muchas de ellas.
Lee había guardado esa marca porque fue el primer momento en que decidió proteger a su madre, desde entonces siguió con sus planes y guardo su poder debido a ese collar que su padre había obsequiado a Hina.
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Los días pasaban y diferentes personas enviaron regalos a la pareja, camaradas de Lee y familiares de Michael. Todo fue revisado con las mejores medidas de seguridad.
La madre de Lee continuamente se la pasaba en el Reino Hero, pero debía atender su deber en su país de origen. Las cosas iban bastante bien en las familias, todo mejoraría con el paso de los años. Los ancianos no volvieron a interferir en sus vidas.
Un día una carta misteriosa llegó a manos de la Reina, esta la abrió frente a su esposo viendo el contenido de esta. No era más que una invitación a una ceremonia de investidura, una donde Lee era la invitada principal.
—Parece ser importante para hacerme llegar la carta tan rápido —comenta colocando la invitación en una bandeja.
—¿Consideras ir? —cuestiona Michael viéndola.
—Quizás. Debo pensar bien cada movimiento que hago, de lo contrario podría meterme en problemas —replica tomando nuevamente su trabajo.
—No te privare de cosas que van relacionadas con tu anterior vocación, si deseas ir adelante. Te apoyaré en lo que sea necesario. ¿Cuándo es la ceremonia?
—Dentro de dos semanas.
—Si por mi fuera te acompañaría, pero sabes que tengo otros asuntos —contesta triste.
—Lo se, eres el Rey. Tu deber te llama.
Al convertirse en Rey su trabajo aumentó, sin mencionar que Lee también tenía sus responsabilidades, se había convertido no solo en Reina, si no en una de las mejores guardianas. Muchos la llamaban maestra, pues era una excelente mujer en fuerza y poder.
Los guardias querían saber más de su entrenamiento, deseaban tener ese nivel de poder para no ser débiles a enfrentamientos con otros Reinos, por lo que Lee comenzó con pequeños entrenamientos donde incluso Stephan asistía. Aunque había sido aprobada, su rivalidad seguía, Stephan deseaba una revancha una vez que su poder y fuerza aumentarán.
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Al llegar a la ceremonia las miradas de decenas de cadetes y Generales era de sorpresa, nunca esperaban que aquel juguete se convirtiera en una bella mariposa que volaba por hermosos pastizales.
Aquellos hombres que hablaron blasfemias de Lee se guardaron sus comentarios, se arrepentirán de haberle causado problemas a una gobernante, ya que se supo que Lee era la hija de Ino Wesley.
—Bienvenida majestad —balbucea un hombre intentando cederle un asiento.
Lee solo siguió buscando al General Johnson Smith, pues el había sido el motivo de la carta, era una firmada por él. Al frente de todos el hombre disfrutaba de la vista, pues sabía que Lee crecería en grande.
—¡Reina Lee! —exclamó el General al verla haciendo señales para que se sentaran juntos.
Al verlo Lee se escabulló de los hombres que intentaban detenerla, al ser un mayor trofeo todos querían ganárselo.
—Finalmente puedo dar con usted General, esto me parece muy cansado —suspira hondo sentándose.
—Era de esperarse, una Reina en persona nos visita —responde riendo.
—Vamos General, fuera de no portar una corona, usted me conoce. Pero dígame, porque me cito a este lugar, ¿qué necesita de mi?
—Paciencia que pronto lo sabrás —respondió con una gran sonrisa.
Las luces se apagaron en toda la sala permitiendo solo el enfoque del escenario, un hombre de color bien vestido comenzó a presentarse y dar bienvenidas a todos los presentes.
—Agradezco a nuestra honorable Reina el tomarse el tiempo de venir a nuestras humildes reuniones —anuncia el hombre.
Lee se puso de pie haciendo movimientos con sus manos en forma de saludo mientras mirada a todo el público. Se mantenía fresca y seria ante los comentarios y halagos de todos.
El hombre prosiguió presentando a aquellos hombres importantes en la sala, muchos Generales importantes asistieron a la ceremonia, superiores jubilados que marcaban una diferencia entre todos.
La ceremonia consistía en entregar medallas y reconocimientos a aquellos hombres honorables que habían dado su vida, un pequeño silencio a manera de respeto por ellos. Aquellos que lograron regresar con vida se les admiraba por su esfuerzo, así como su puesto en la militarizada subía.
A medida que avanzaba la ceremonia los motivos por los cuales Lee asistía no eran claros, fue hasta que el mismo hombre de color pidió que Lee subiera al escenario. Todos aplaudieron su valentía, el misterio tarde o temprano se acabaría.
—Majestad, sabemos que usted sirvió a nuestro ejército. Consideramos que es uno de los miembros más altos e importantes que hemos tenido en años. Muchos pensamos que el hecho de convertirse en Reina no le destituye de sus cargos —Lee seguía confundida—, es por ello que los Generales decidieron concederle una institución personal para que pueda seguir preparando a jóvenes reclutas que pelearan en la guerra.
Aquellos que estuvieron de acuerdo se emocionaron demasiado por las decisiones de los mayores, los inconformes pensaron que había un acto de soborno, las mismas acusaciones que Lee acostumbraba escuchar.
Para darle gusto a los que querían verle derrotada, aceptó con gusto aquel regalo que le dieron, pronto iniciaría nuevos propósitos que le permitirían regresar a aquello que siempre deseo hacer; llevar la justicia a otros Reinos.
CONTINUARÁ...
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Editado: 01.08.2020