Lee no dejaba de llorar, todos estaban molestos con Jerry. Michael no paraba de golpearlo, le daría una muerte fría y dolorosa.
Una vez que el polvo dejó ver la escena desgarradora, Lee regresó a sus sentidos.
—¡Maaa! —Gritaba Minley dentro de la burbuja.
Lee no se detuvo, corrió a su llamado y la sostuvo con mucha fuerza, su bebé seguía con vida. Besó sus pequeñas mejillas y revisó que no tuviera ningún daño, estaba intacta. Entonces, ¿quién recibió el daño?
Al igual que Hank, a lo lejos estaba aquel que había recibido la carga de energía. Al acercarse pudo ver el cuerpo de una mujer, la misma que estuvo siempre con ella.
—Mila —murmuró Lee mientras sostenía en sus brazos a Minley—, ¿por qué lo hiciste?
—Lee, yo so-solo quería que fueras feliz. No podía dejarla morir, no a tu hija —balbuce débilmente.
—No te esfuerces Mila, pronto nos ayudarán y estarás bien. Por favor aguanta un poco más.
—No-no, no creo poder aguantar más. So-solo quiero pedirte perdón por todo lo que te hice.
—No Mila, no tienes que disculparte. Nos protegiste siempre de ese hombre, tú solo hiciste lo que tu corazón decía.
—Mi corazón —suspiró con dificultad—, puede que no me recuerdes, pero yo te ame demasiado. Un amor imposible que solo nos trajo desgracias.
—No Mila, no digas eso. Puede que no fuera nuestro momento, pero se que ese poco tiempo en el que estuvimos juntas eran sinceros mis sentimientos.
—Pro-prométeme que lo amarás, y cuidarás a mi bebé. Hice sufrir mucho a Matius, incluso lo abandoné.
—Haré lo que tu quieras, pero por favor ya no hables. Trata de descansar un poco... —Mila empezó a cerrar sus ojos, estaba desvaneciéndose por la perdida de sangre.
Al ser un humano, sus cuerpos eran más débiles. Cualquier movimiento brusco les mataría, Mila ya no tenía más esperanzas, su alma estaba abandonando su cuerpo.
—Gracias...
—¡Mila! ¡Mila reacciona! —Insiste sacudiendo su cuerpo. Sus mejillas dejaron de estar rojas, su piel comenzó a ponerse pálida, su calor corporal dejó de sentirse.
La tierna chica que siempre amo a su Capitana había muerto. Un amor que no pudo seguir por el destino, quizás si en el futuro reencarnaran se encontrarían nuevamente, esta vez su amor si florecería.
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Una vez que los refuerzos llegaron, Michael se había encargado de eliminar todo rastro de vida de Jerry. No le permitiría regenerarse ni mucho menos reencarnar, jamás volvería a perturbar a su familia.
Lee regresó con su familia, todos en el Reino se regocijaban por su llegada. Hina e Ino los esperaban con los brazos abiertos, el Rey de Hero padre de Michael estaba mejor de salud.
Se descubrió que era el mismo sobrino quien a escondidas de todos, le daba veneno a su tío. La llegada de Minley alegró a la familia, era una belleza que se parecía a ambos padres.
Aunque la pequeña se sentía incómoda, pronto pudo sentir que el aura de estos era parecida a la de sus progenitores.
El explicarle que su padre era Michael no fue difícil, pues esta ya lo había aceptado como tal al sentir el aura y aroma, pudo reconocer que era similar a aquellas feromonas que su madre expulsaba debido a la unión de sangre. Un olor en particular que los representaba como pareja.
—Es una belleza, se parece a Michael cuando era pequeño —menciona el Rey sosteniendo a la pequeña.
—¡Claro que no viejo amargado! Ella se parece a mi hija. Tiene la misma belleza y sonrisa —corrige Ino molesto.
—Dada, dada —llama a Michael al verlo cerca de su madre. Siempre que estaban juntos ella ansiaba ser abrazada.
Lee no estaba cómoda, sus recuerdos no habían regresado del todo, a penas y recordaba a sus padres.
—¿Sucede algo cariño? —Cuestiona preocupado.
—No es nada, descuida.
Trataba de ocultarlo para que este no se preocupara. Lo menos que quería hacer era arruinar esa vida que tenían.
Al llegar la noche, Minley dormía en una pequeña cuna que estaba a unos metros de su cama, no sé sentían cómodos dejándola sola.
—Por fin se durmió Minley —menciona cansado Michael.
—Es difícil que duerma, estaba tan llena de energía que pensé que no tendría sueño.
—Es una niña muy especial, nosotros la hicimos —susurra besando sus labios. Sus manos acariciaron su rostro dejando aún lado aquel libro que leía Lee.
—Creo que debemos detenernos, si Minley... —Michael no se comportaba, quería seguir tocando más profundo a su esposa.
Hacía mucho tiempo que no compartían la misma cama. Lee pensaba en detenerse, pero su cuerpo estaba tan deseoso por Michael que solo se dejaba llevar.
Sus grandes manos arrancaban aquellas prendas, Lee trataba de dejar salir pequeños sonidos para no despertar a Minley.
Michael parecía una bestia, estaba tan excitado que su cuerpo se transformó en aquel demonio, Lee no se detuvo pues le parecía sexy. Tomó su cuello enredando sus manos para acercar sus cuerpos.
El hombre no le bastó el tenerla tan cerca, mordió su cuello extrayendo aquel néctar que los volvía locos. Lee no perdió la oportunidad, su ciclo de sed llegó después de meses. Por el embarazo se había detenido, pero ahora podía disfrutar de esos días, tenía a la persona que amaba en frente.
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La mañana siguiente, ambos estaban exhaustos, sus cuerpos tenían muchas marcas de heridas. Sus instintos les había traicionado, se sentían débiles cuando Minley les hablaba.
Lee fue a tomar un baño para relajarse un poco, en su momento de tranquilidad, se quedó dormida en la bañera.
Se había quedado atrapada en sueños, esos que le mostraban todos sus recuerdos, los borrosos estaban claros, todo había vuelto.
Todo acerca de su familia, esas guerras donde salió victoriosa, los esfuerzo que tuvo que hacer para obtener una institución. Aquellas vidas que salvó y les dio una segunda oportunidad.
Mila, Ted, Iris, Jock, Hank, Peter, Ino, Hina, la flor del infierno... Ninguno dejaba de aparecer en sus recuerdos, todos se habían ganado un lugar en su corazón, no importa los errores que cometieron en su pasado, una familia se acepta con sus defectos. Se fortalecen unos con otros.
—Lee, ¡despierta! —Insiste Michael mientras sostenía a Minley en sus brazos.
—Si, si. ¿Qué sucede? —Cuestiona ella al despertar de su sueño. Al ver a Michael, sus ojos se llenaron de lágrimas, había pasado tanto tiempo desde que lo podía tener tan cerca.
—Cariño, no es para que te pongas sentimental. Sólo te pedí que salieras de la bañera para que no te enfermeras.
—Descuida, mis lágrimas no son por eso. Es que me siento tan feliz de volver a tener a mi familia. Me hiciste tanta falta.
—Querida, yo jamás me iba a rendir, mi corazón me decía que tu no habías muerto. No podía aceptarlo, tenía que ver tu cuerpo sin vida para saber la verdad —respira hondo—. Muchos creyeron que estaba loco, pero mira los resultados. Ahora estás de regreso, somos una familia de nuevo. Tú, mi princesa y yo.
—Siempre lo seremos, sin importar cuán dolor nos ocasionen. En esta vida, el destino nos juntó. Te amaré hasta que mi alma sea consumida en el cielo o el infierno.
—Es una promesa.
Fin
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Editado: 01.08.2020