Dulces Mentiras

Capítulo 5 [Cita con mi jefe—prometido falso]

Our—Blackstone es un hombre con suerte. —Juliet levantó su pulgar indicándole lo impresionante que se veía.

 

—Te ves hermosa. —halagó Antonio.

 

—Gracias. —Callie sonrió un poco tímida por los cumplidos. 

No se sentía cómoda con ellos, pero al parecer, hoy era el día en que sus conocidos los usarían.

 

Eran más de la seis de la tarde, por lo que, Blackstone industries lucía sumido en el silencio, justo como las tardes de los martes.

 

Agradecía un poco de que no hubiera tantos trabajadores, aunque sabía que se miraba bonita. No podía evitar sentirse insegura acerca de su nueva apariencia, a sabiendas de que los trajes de oficina son su zona de confort.

 

Pero sobre todo, se sentía nerviosa de lo que Grant dijera sobre su apariencia.

 

Juliet señalo los ascensores. —Hubo una entrega mientras estabas afuera. Cerré la puerta y lo deje en tu escritorio... —Juliet guiñó un ojo— disfruta.

 

—Esta bien, subiré a guardar estas cosas y le echaré un vistazo. 

 

Llevaba consigo mas cosas de las que necesitaba para salir esta noche. Pero necesitaba un pequeño espacio para agrupar sus pensamientos, saber que Grant pronto estaría allí por ella, tenía todo su cuerpo hecho un manojo de nervios, y una extraña sensación en su pecho.

 

La oficina estaba en penumbras, lo cual fue bastante agradable para un descanso.

Se paró frente al espejo para inspeccionar su apariencia por si misma.

 

Retocó un poco su cabello, y se dispuso a mirar el paquete que Juliet había mencionado. Era una caja de color marrón, con un listón plateado envuelta alrededor como un lazo.

 

Con delicadeza, deshizo el listón, topándose con una caja muy reconocida para toda mujer.

Tomo la caja en sus manos, mirándola abiertamente por algunos segundos.

 

¿Joyas? ¿Que significaba eso? ¿Primero era un vestido y ahora joyas?.

 

Combinará perfectamente con tu vestido —Grant.

 

Negó con su cabeza, definitivamente no aceptaría un regalo tan costoso como ese. Pronto terminaría con está farsa, y desde luego, no tenía la intención de Grant gastara en ella.

 

El teléfono fijo sonó atrayendo su atención.

 

—¿Sí?. 

 

—Tú prometido está aquí. —la voz de Juliet sonaba emocionada—. ¿Quieres que suba?.

 

—No, bajaré en unos minutos.

 

Antes de tomar su bolso de noche y la caja, terminó de ordenar sus pertenencias, y terminada su tarea. Salió rumbo a la recepción.

 

Lo primero que la recibió fue un jadeo dramático de Juliet, acompañado de un bajo silbido de Antonio. Soltó una risita pensando en las reaccio.es dramáticas, cuando ya habían comentado y visto su aspecto.

 

Todos esos pensamientos quedaron olvidados cuando centro su atención en el hombre parado junto a ellos, con un elegante traje negro y un gran ramo de paniculata, en diferentes tonalidades.

 

Sus flores favoritas.

 

Cuando Grant apartó un poco el gran ramo de paniculatas, dislumbro una encantadora sonrisa emmarcada por una fuerte mandíbula cincelada, que si Callie tuviera las agallas suficientes, reconocería que eso sería el causante de la presión en su pecho.

 

Cruzó el pasillo correspondiendo con una sonrisa tímida, preguntándose qué pensara el de su aspecto. Viéndolo más de cerca, supo que hubiera sido más fácil reconocerlo sin la barba, y con un traje.

 

Se detuvo frente a él, dispuesta a emmascarar su nerviosismo. —Me gusta mucho su aspecto, señor Blackstone. —guiño un ojo de manera maliciosa—. Al parecer sabes arreglarte de manera atractiva.

 

Grant se rió. —Se supone que yo debía alagarte, no al revés. —expresó—. Pero realmente no tengo palabras para describir lo fantástica que estás, no pensé que podías lucir más deslumbrante y...

 

Los ojos de Grant se detuvieron en el cuello de Callie, pasando de una so risa a una mirada extrañada y confundida.

 

—¿No te gusto el collar que te envié?. —preguntó.

 

Callie abrió su boca sorprendida, ¿Cómo no iba a gustarle?, Pero no podía aceptarlo.

—Es hermoso, Grant. Pero es demasiado, no puedo aceptarlo. ¿Que pasa si lo pierdo o sufro de un robo?.

 

Dejo en el aire la pregunta, aunque sabía que una joya de esas costaría un ojo de la cara.

 

—No va a pasar nada de eso, Callie. —aseguró Grant—. Póntelo esta noche, es tuyo... Por esta noche.

 

—Nunca he usado algo tan extravagante. —tragó duro—. Definitivamente, es más de lo que puedo permitirme.

 

—¿Y si te dijera que es falso? Que las piezas son más falsas que tu ex, y que su lapso de duración es solo por 24 horas. Después de eso tendrás todo un desastre en tu cuello.

 

—Estarías mintiendo.

 

—¿Cómo lo sabes? Puede que tú prometido sea un tacaño que busque productos falsos por una pequeña porción de dinero, ¿Lo probarias?.

 

Esa broma hizo sonreír a Callie, quién se resigno a perder está pelea. Le entregó la caja y luego se puso de espaldas, por lo que Grant entendiendo el mensaje le pidió a Antonio que tuviera las flores. Levantó su cabello para él abrochara el collar.

 

Todavía con las manos de Grant en su cuello, Callie se giró para encontrar su mirada. 

 

Antonio carraspeó con incomodidad. —Las pondré en agua y las llevaré a tu escritorio, hija. —sin romper el contacto visual, Callie asintió.

 

—Gracias por las flores, son mis favoritas, en especial las de color morado. 

 

—Me alegra de que te gustaran, ¿Nos vamos?.

 

—Sí. —respondió, tomando el brazo que Grant le ofrecía.




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