Cuatro horas, han pasado desde la llamada de la señora Smith, he querido llamarla para preguntarle si Gina ya a llegado a su casa, pero podría empeorar la situación más de lo que ya está, si ella no ha llegado, esta situación no me permite concentrarme, llevo aproximadamente una hora, viendo la pantalla de mi portátil, dónde solo se puede apreciar una página en blanco, y a este pasó es lo único que voy a entregar, bueno una página en blanco con solo el título un ensayó y eso no sirve para mucho.
Hago el portátil un lado, sintiéndome presa de la frustración, muchos suelen decir que esas sensaciones dónde decimos que algo malo está pasando, son solo un juego de nuestra mente y soy parte de esos muchos, varias veces las solemos sentir solo porque las cosas se salen de lo normal solo por eso.
Pero nunca esta demás cerciorarse de las cosas, muchas veces las cosas pasan por confiarse, por esa razón llame a Clarisse, pero no ha sabido nada de ella y como última opción contacte a Lana- Ella fue última que pudo hablar con ella, bueno de nosotras, y ni siquiera fue en persona solo intercambiaron algunos mensajes, el sábado por la mañana, luego no supo nada de Gina, según ella me contó. A Gina siempre le gusto las fiestas y salir a divertirse, pero no creo que se esté divirtiendo sabiendo que su madre esta agobiada en casa al menos que haya decidido tener un ataque de rebeldía a esta edad, cosa que sería muy inmaduro de su parte, aunque todo es posible, no es inteligente meter las manos al fuego por otra persona.
Los ataques de rebeldía lo tenemos generalmente en la adolescencia porque creemos que todo está en nuestra contra, y hay son válidos, pero a esta edad, por Dios se supone que ya hemos pasado esa etapa y también maduramos lo suficiente para hacer este tipo de shows. – aparte Anna Smith es una mujer que le permite, las libertades que ella necesita solo le pide que le diga donde esta y a qué hora llegara, tal vez sea un poco sobreprotectora pero nada fuera de lo normal.
Anna, cuidaba a su hija, mientras tenía que sacar su carrera y su hogar adelante completamente sola, y me imagino que es tan cuidadosa con las cosas que hace Gina para que ella no tenga que pasar por eso también, debió de ser muy duro.
Mire el portátil, que descansa a un lado de la cama, pero luego giro la cabeza hacía la mesa de noche, mi móvil reposaba al lado de mis llaves, cogí las llaves y el celular y salí de la casa a toda velocidad.
Me tomó 30 minutos llegar a la casa de Gina, está bastante grande para solo dos persona, sus paredes están pintadas de un color crema, y las puertas y ventanas de color marfil, es lamentable que no posea un jardín trasero, si lo tuviera seria perfecta.
Toque el timbre y en menos de 5 minutos la señora Anna aprecio en mi campo visual, con un vestido de color lila, le llega hasta las rodillas, es de mangas cortas y posee encaje, su cabello es de un tono castaño, y está recogido en una cola alta, por lo que puedo deducir no fue a la clínica a trabajar hoy, debe estar esperando a Gina.
- Puedo pasar. - La expresión de tristeza invadió su rostro, era obvio que pensaba que era otra persona, bueno una en específico, Gina; eso confirmo lo que ya había dedujido, ella no se ha dignado siquiera llamar a su madre para decirle que esta bien, es lo mas segura a juzgar por la cara de Anna.
- Claro querida. - una sonrisa cálida apareció en su rostro, esta es otra de sus virtudes, tiene la capacidad fingir que las cosas están bien, cuando es obvio que no lo están, pero conmigo no puede fingir, tengo once años conociendo a Gi y su madre, sé que intenta esconder la decepción que sintió, al ver que no era la persona, quién ella esperaba.
No me molesta su decepción, puedo decir que es comprensible, no todos los días pasa esto.
Ella se hizo a un lado, para que entrara. - Nos adentramos a la sala de la casa, ella se sentó en el sillón, intento de mantener una postura serena, a pesar de que no se encuentra nada bien. - Me senté a su lado sin esperar alguna invitación ya que no es necesario, siempre me ha dicho que soy como otra habitante de esta casa.
- Anna. - giro un poco la cabeza para ver mi rostro. - No es necesario que me diga que Gina ni siquiera ha hecho una llamada, para decir que se encuentra bien, su rostro lo refleja por sí solo.
-Así es querida. - Tomo mis manos en busca de apoyo, aun no puedo creer que Gina este haciendo un ataque de rebeldía de esta magnitud. - No sé qué hacer, la he llamado y me manda directo al buzón...
Las lágrimas empiezan a caer por sus mejillas, y sus manos tiemblan entre las mías.
»Sus amigas no saben nada de ella, y me prometió llegar a la hora del almuerzo de ayer, y ya es lunes y no ha respondido ni a uno solo de mis mensajes, tu sabes que ella no es de desaparecer así... De esta manera, siempre avisa dónde está. - Los sollozos se volvieron más fuertes, y no tengo ni idea de cómo consolarla, no soy muy buena en esto. – Además no sé dónde estuvo el sábado, o donde durmió, yo tú-tuve haberte llamado para preguntarte...
— Esto no es su culpa, si a Gina le dio por tener un ataque de rebeldía a esta altura de la vida, es porque los cuatro dedos de frente que tiene no le sirven para nada, está ya demasiado grandecita para hacer este tipo de cosas.
— ¿Tu cre-es que a e-ella le pudo haber pasa-do algo malo? – tartamudeo, sentí tristeza por verla así, ya que siempre ha sido una mujer fuerte, ha sacado a su hija a delante sola sin ninguna ayuda, y verla de esta manera no es algo que se pueda ver todos los días.
— A Gina no le ha pasado absolutamente nada, yo estoy segura que debe estar por ahí... – Segura ni mierda, no sé dónde está ni tampoco si está bien, pero no sé qué pueda pasar si le llego a decir eso.
» Aun así, nuestra mejor opción ahora sería ir a la policía. - La ayude a quitar las lágrimas de su rostro.
— No creo que nos sirva de mucho, no se han cumplido las setenta y dos horas para poder entablar una denuncia. – Se está empezando a calmar, ya no esta tan exaltada como hace unos minutos.