Dulces y Narcisos
Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio
El celular de Terry vibró en su bolsillo, la voz de Anthony, preocupado, le informó la ubicación de Candy y lo que había sucedido, pero no contaba con que estuviese con Karen, esperó no haber sido indiscreto.
—No, para nada. Salgo para allá. —Tanto Tom como Karen, quienes reían por alguna anécdota se vieron interrumpidos por esa expresión tan seria en él.
—¿Qué pasa?
—Es Candy, está en el hospital, tienen que revisarla. Se ha caído.
—¿Desde dónde? —Karen pensó lo peor, pero Tom no perdió tiempo en preguntas, tomó una chaqueta y las llaves, esperando a partir.
Cuando llegaron, no vieron a Brower por ningún lado, salvo a un joven rubio que esperaba en la solitaria salita; Terry ni siquiera lo reconoció, pasaron de largo preguntando por Candy. Cuando se les indicó la habitación gracias a que Tom era su único familiar, debían esperar turno, vieron a lo lejos a través de las ventanas de vidrio que Anthony la tranquilizaba. La habían tratado y esperaba por más exámenes y resultados.
Karen observó la expresión amorosa y compasiva de Anthony para Candy, para ella, había una correspondencia. Ni siquiera notó que a su lado Terry estaba bastante preocupado, tanto como su hermano.
—Pobre. No puedo verla así. —Tom retiró la mirada. —Ella sigue tan esperanzada.
—¿De qué hablas, Tom? —preguntó Terry, ambos mayores se giraron a escuchar su respuesta.
—¿No lo sabes? Candy ya no podrá nadar a menos que reciba una rehabilitación, y eso, cuesta mucho. Ella cree que el siguiente año podrá ser mejor para los torneos. —Negó en un suspiro.
—No sabía que nadara. —expresó Karen.
—Era la mejor. —Comentó Tom.
No sabía en qué momento Anthony saldría, regresaron a la sala de espera donde ya también se encontraba Archie y Stear. Pasaron un par de horas, el mismo sujeto rubio tampoco se movía del lugar, pensaron estaba ahí por otro paciente, pues tampoco les dirigió la palabra. Mientras tanto, Stear hojeó una revista olvidada en la mesita de centro. Con solo una seña, mostró algo a Archie. Las dos parejitas en un restaurante chino eran fotografiadas y hacían referencia a una cita doble amorosa.
—Oh, no. Otra vez emparejando a Brower y Candy, —susurró Archie— Ya pasamos por eso. —Rodó los ojos.
—¿Qué ven? —Terry sospechó, pero por más que trataron de ocultarlo, él les arrebató la publicación, balbuceó molesto. Karen pidió verlo también, pero en ella se dibujó la tristeza.
Después de todo, Anthony y Candy formaban una adorable pareja y su cariño estaba ahí. Quizá no salían aún, pero estaban muy cerca de hacerlo.
* * *
Aunque Annie quiso a esas horas ver a su amiga al hospital, Archie la tranquilizó para que no se moviera de casa de sus parientes. Candy estaba bien, solo debía pasar la noche ahí para los resultados. Sabido esto y que la vería por la tarde en Candy Cakes, Annie acudió a sus clases de pintura de verano. No podía negar que Archie había despertado el interés en esta arte y ahora comenzaba a hacer sus primeras prácticas con la guía de la profesora Charlotte.
—Muy bien, Annie. Procura este efecto también por acá y que se extienda más. —Señaló su instructora.
Charlotte era unos pocos años mayor que ella, jovial y bonita, muy delgada de ojos oscuros como su cabello lacio, pero de piel tan clara como la misma porcelana. Además, si algo la distinguía era el aroma a lavanda que despedía delicadamente que cuando se acercaba detrás de sus alumnos para sugerir algo, podían percibirla sin girar a verla.
A su salida, Archie estaba esperando por ella y, antes de que pusiera resistencia debido a su último fallido plan, él aclaró.
—Nada de citas. —sonrió— Iremos a casa de Candy a darle una sorpresa, ¿vienes?
—Claro. ¿qué haremos?
—Ya verás. —Abrió la puerta del copiloto para ella.
—Así que ya está en casa. —Annie se abrochó el cinturón de seguridad cuando él estaba ya dentro.
—Sí, desde muy temprano. Tienes tiempo, ¿no?
—Sí, por supuesto.
El resto de F4 los esperaban, Patty incluida. Todos llevaban botes de pintura, herramienta y papel tapiz, algunos accesorios que seguramente O’Brian había sabido elegir de acuerdo con el gusto de Candy. Cuando Tom abrió, el también se sorprendió por tan inesperada visita, era hora de dar un arreglo bonito al lugar. Candy no pudo estar más contenta cuando casi al final, cansados y con rastros de pintura, les preparó una deliciosa comida. Improvisaron un comedor con cajas y cojines en el suelo, pero faltaba alguien.
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Editado: 04.03.2022