Dulzura Destruida

CAPÍTULO 7

— Álvaro, tu hija y yo... hemos mantenido una relación desde hace varios meses y ayer tomamos la decisión de casarnos en cuanto se gradué de la preparatoria —soltó Ricardo de sopetón, sin darle tiempo al bigotudo caballero castaño que lo miraba, de ingerir el líquido que había pasado por su garganta. Por lo que, atónito entornó los ojos hacia su hija.

— ¿Qué?, ¿De que estas hablando, Ricardo?... Por que recuerda que no tolero las bromas de mal gusto y esta, es una de esas —dijo Álvaro con voz áspera. Sin comprender lo que decía Ricardo.

— No es ninguna broma, papá —intervino Dulce temblorosa al verse obligada a enfrentar a su desconcertado padre.

La señora Valencia mientras tanto, fungió como espectadora de toda esa maraña que se estaba suscitando antes de que pudieran engullir algún trozo de alimento. Desde la llegada de Ricardo al comedor, posterior a haberle otorgado su obsequio de cumpleaños a Dulce y darle un abrazo para sellar el momento. Ella misma le indicó a su padre que necesitaba decirle unas palabras, por lógicas razones resulto un poco extraño que la chica aludiera ese tema, aunque como siempre, Álvaro estaba dispuesto a prestarle la debida atención a su empleado preferido. Que después de esta confesión, ya no le parecería tanto.

— Así es Álvaro —resolvió Ricardo estirando la mano para estrechar la de la joven en discordia, ella le correspondió al gesto con una sonrisa tímida, mientras su padre los observaba con desaprobación y embargado por la rabia—. Hoy, a medianoche, vine personalmente a pedirle a Dulce que se casara conmigo, ella aceptó. La amo y quiero hacerla feliz, ojala nos pudieras dar tu aprobación, sin embargo, aunque seas mi jefe, me veo obligado a decirte que de no ser así, seguiremos con los planes, estés o no de acuerdo.

— ¿Cómo te atreves, maldito aprovechado? —De un estirón, Álvaro se puso en pie y con algunas zancadas sobre el piso de mármol llegó directo a donde estaba sentado Ricardo, para tomarlo por el nudo de la corbata con fuerza. Este mismo se desprevino, pero reaccionó poco después rodeando el brazo de su oponente para evitar que continuara sometiéndolo—. Eres un degenerado al que le brinde mi confianza y no ha hecho más que aprovecharse de esto. Engendro miserable, lárgate ahora mismo de mi casa, Dulce nunca se casara contigo, uno de mis empleados tan insignificante como tú, no es digno de ella. Mucho menos ahora que apenas empieza a vivir... ¿Me oyes?... así que te advierto, antes tendrás que pasar sobre mi cadáver para lograr algo con ella —lo amenazó con los ojos cargados de fuego. Se le veía la furia en el rostro, apretaba la mandíbula y respiraba agitadamente.

— Ya te dije que no nos importa que te opongas, Álvaro. Tampoco me importa que me insultes o que después de haberme alabado tanto, ahora resulte ser para ti un tipo miserable e insignificante, simplemente porque me enamoré de tu hija. Así que te vuelvo a repetir, quieras o no, ella será mi esposa —le aseguro con firmeza, apretándole más el brazo al punto de dolerle la presión que ejercía. El padre de Dulce endureció más las facciones, mostrando sus ojos ámbar con un tono sombrío, cuando hizo amago de arremeterle un golpe en el estómago a Ricardo, sonó la voz de Dulce detrás.

— ¡Déjalo papá, lo amo! —murmuro con voz apesadumbrada e intentando impedir que su padre continuara manteniendo el agarre que le imponía a Ricardo con brusquedad sobre el nudo de la corbata. Al liberarlo el joven se llevo una mano a la nuca, tosiendo un poco. Era fuerte y jamás se dejaría someter de ese modo, mucho menos por Álvaro Valencia. Sin embargo, estaba Dulce y su madre, ellas debían pensar que él único insensato ahí, era el mayor. Por sobretodo, lo primordial era quedar bien, para que el supuesto amor que decía sentir por Dulce pareciera real.

— No puedes estar hablando en serio, cariño —musito desconsolado y su voz destiló una agria amargura. Vencido apretó los puños dejando caer las manos a sus costados. Su hija asentó entre lágrimas mientras apretaba los labios—. ¿Qué ha pasado con tus sueños sobre el futuro?, ¿Con tu ilusión de ser arquitecto?, con aquellas promesas de algún día ocupar mi lugar en la constructora, ¿Dónde?, ¿Dónde diablos han quedado, Dulce?, no puedes abandonar todo por una ilusión... entiende hija, que a tu edad lo que sientas puede parecer amor, pero no lo es —continuó más ácido que al principio pero con los ojos empañados del coraje.

— Papá, lo lamento. Pero me he enamorado y estoy segura que es real, te aseguro que no cambiara nada al casarme, es más, seguiré estando en contacto y continuaré mis estudios, Ricardo me apoya y juntos saldremos adelante —y miro al aludido con calidez—, te lo aseguro. Aunque ahora que estamos confesando todo, quiero decirte que no estudiaré lo que tú anhelabas —Su padre frunció el ceño negando—. Porque más que la arquitectura, tengo un deseo ferviente de inmiscuirme en la medicina, esa, es mi verdadera vocación. Antes había estado confundida, pero ahora tengo mucha seguridad de que eso es lo que realmente quiero y te prometo que triunfare de igual forma y estarás orgulloso de mi... ¿No te alegra que a pesar de casarme, tenga deseos de seguir estudiando y superarme? —inquirió con tono pasivo y hasta cierto punto efusivo, esta vez dirigiéndose a su padre.

Álvaro continuó estudiándola con expresión inescrutable, tomándose unos segundos de abrumador silencio, para sondear su alrededor, dirigiéndole también la atención a Ricardo arrugando la frente. Luego apretó los parpados y los abrió al instante con una perturbadora sonrisa en los labios. Dulce se contrarió del mismo modo que los allí presentes.

— ¡No!, desapruebo por completo tu comportamiento Dulce. Has acabado con el concepto que tenía de ti, abusaste de la confianza que tu madre y yo te dimos... lo menos que te mereces por desobediente y mentirosa, es esto —y volvió a tornar su semblante en seriedad y furia. A la chica le temblaron los labios poco después de que una sonora bofetada se plantó sobre su mejilla derecha. Aterrorizada contempló el semblante desdeñoso de ese hombre, al que durante toda su vida había considerado, su héroe, su ejemplo a seguir y a quien más quería en el mundo.



#49447 en Novela romántica

En el texto hay: celos, primer amor, venganza

Editado: 08.08.2022

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