New York, Brooklyn.
Actualidad.
Había una leyenda que mi abuela me contaba cuando era niña, siempre pensé que la chica de la historia era yo, tenía las mismas características y la misma marca de nacimiento, pero llego a un momento que comencé a creer que abuela había inventado todo para tranquilizarme y que no me preocupara de nada por la habilidad que tenía.
Era una chica joven, castaña y con ojos azules que tenía una habilidad asombrosa, ella podía ver a través de las personas. Tenía una distinguida marca de nacimiento que asemejaba a la luna en su hombro, pero ella era única. Ella ya estaba destinada a nacer y era la persona que salvaría al príncipe caído.
Me encantaba esa historia, siempre pensé que no era la única extraña en la tierra.
Había nacido con un don, tenía la capacidad de ver el aura de las personas y además podía saber lo que pensaban con tan solo mirarlas a los ojos. No sabía exactamente porque había nacido con estas habilidades, pero siempre odié tenerlas. Veía las intenciones malas que tenían las personas a través de sus ojos.
—¿Esperas el autobús?.—Miré directamente a los ojos al tipo, su aura era roja y cambiaba constantemente de color negro. No había paz en su interior.
No conteste su pregunte y volví a conectarme el auricular. No me llevaba bien con nadie en el instituto, no encajaba en ningún grupo de amigos y aprendí a estar sola desde siempre.
Una vez que el autobús llegó, subí en el. La mirada de todas las personas sobre mi incomodaba. Veía la luz que resplandecía de sus cuerpos.
Me senté en el último lugar del autobús. Apoyé mi cabeza en el vidrio y cerré mis ojos dejando de pensar en las personas.
Mi casa no era el mejor lugar donde podía encontrar la paz, tenía siete hermanos, dos cuñadas y cuatro sobrinos que viven todos en el mismo lugar. Era estresante llegar a casa después del instituto y ver el desorden y a niños corriendo por toda la casa.
—¡Tía!.—Mi pequeña sobrina llegó a mis brazos, su aura blanca me transmitía paz.—Hice muchos dibujos en la guardería.
—¿Enserio?, ¿Y uno es para mí?.—Asintió varias veces con una sonrisa enorme.
Camine hasta mi habitación cansada, no vivíamos en una mansión, la casa solo tenía cinco cuartos para quince personas y era obvio que no tenia mi propia habitación.
—¿Cómo te fue en el instituto?.—Mi hermana Lilah siempre tenía una sonrisa en su rostro y estaba llena de felicidad.
—Mejor que otros días no creo.—Me lance a la cama agobiada.
Toda mi vida ha sido un desastre desde que nací, odiaba saber lo que las peronas pensaban, odiaba ser la rara del instituto y odiaba esperar algo ue nunca iba a ocurrir como lo decía mi abuela.
Solo espera y llegará pronto, ten paciencia Eleanor.
Paciencia es lo último que tengo a mis dieciocho años.
Cuando era pequeña pensé que todos teníamos poderes, mis padres se dieron cuenta cuando yo tenía cuatro años, no lo tomaron muy bien y nunca les dijo a ningún familiar, solo mis hermanos lo saben y mi abuela lo descubrió, ella era la única con la que podía hablar sobre el tema y la que me entendía, mis padres siempre desviaron esa conversación y nunca hablamos de esto en la casa. Para ellos es una maldición o algo parecido.
—¡La comida está lista!.—Bajé las escaleras cuando escuche la voz de mamá, ella me dio una sonrisa.
Nunca fui la favorita de ninguno de mis padres, era una extraña con mi propia familia.
—Tenemos una grandiosa noticia que hacer.—Miré directamente a Alyssa a los ojos, la novia de Samuel, ambos tiene veintiún años.
Está embarazada, al parecer Alyssa está muy emocionada pero Sam no lo está mucho. Samuel me dedicó una sonrisa forzada.
—Estoy embarazada.—Todos estaban sorprendidos y habían muchos emociones en la mesa, además muchos pensamientos.
—Felicidades chicos, serán unos excelentes padres.—Mamá tenía una expresión alegre, pero no pensaba lo mismo.
Después de algunas falsas felicitaciones, comenzamos a comer. Samuel estuvo toda la cena algo agobiado y disgustado, hasta que al final vino conmigo a hablar. Hace algunos años, experimentado con mis habilidades me di cuenta que podía hablar con alguien atraves de la mente y desde entonces me comunicaba así con mis hermanos, en especial con Samuel.
—¿Que piensas?.—Estábamos sentados al lado, sin hablar.
—Pienso que no quieres tener un hijo, pero amas a Alyssa y estas dispuesto a hacerlo sin importar nada.
—Quiero tener hijos, pero no pensé que iba a ser tan pronto, apenas estoy comenzando mi carrera y un hijo implica mucho Ellie.
—Pero igual lo harás porque no quieres lastimar a Alyssa.—Me miro a los ojos y sonrio.
—Es difícil, mira a tu alrededor.—Volteo su rostro y miro a Alyssa quin estaba hablando con mi hermana.—Vivimos todos en esta casa, Alyssa y yo cometimos un error y ahora ella está embarazada, quería graduarme y al fin irme de esta casa.
—Entiendo Sam, pero los dos deben hablar y saber que es lo que realmente quieren.—Me levanté del sofá y le di la espalda.—No arruines tus sueños como lo hicieron nuestro padres
(...)
Este era mi último año en el instituto, no lo había pasado muy bien durante todos estos años, pero solo unos meses más y al fin todo acabaría.
—Es hermosa, demasiado, pero muy extraña.—Aunque tenía los auriculares puestos escuchaba cada cosa que decían.—Escuche que ve fantasmas o algo así, siempre habla sola.
—¡Las personas los escuchamos estúpidos!.—Suspire agradecida y miré a Cassie.