Eat Me: Cómeme

CAPITULO 3.

Me encuentro en un pequeño salón para dar clases, el grupo es mediano y veo un número desigual de hombres y mujeres, abundando más los primeros. Mi nombre está apuntado en el pizarrón, lo ven con forme entran y toman asiento, cuando la mayoría de las sillas han sido ocupadas decido levantarme y hacer acto de presencia.

—Bien, mi nombre es Simone Cárter y seré su maestra durante el curso de tiro y balística. Creo que todos encontraron una pelota como esta en sus asientos— levanto una pelota de goma pequeña, cabe justamente en la mano, tiene la apariencia de un juguete anti estrés, pero la fuerza que se tiene que imprimir es mayor. —Necesito que todos los días, todo el día estén jugando con ellas, apretándolas continuamente, eso les ayudará a ejercitar su mano y con eso tendrán más resistencia. Aunque no parezca, disparar un arma es más complicado de lo que creen.

No termino de decir eso cuando veo como un chico le presta su pelota a otro que juega con ellas al mismo tiempo como si un par de senos se trataran, haciendo caras de lujuria, riéndose tratando de no ser muy escandalosos. Sus compañeras de a lado simplemente deciden ignorarlos lo mejor que pueden, pero su comportamiento me avergüenza así que arrojo la pelota que tengo en la mano y esta pega justamente en su cabeza haciendo que sus manos suelten ambas bolas y caigan al suelo. La mirada del estudiante es hostil, pero al ver que yo no le temo a su respuesta decide mantenerse en silencio.

—Les recuerdo que aquí no se viene a jugar, ni a ser vulgares. Recoja las pelotas que se le cayeron y no me refiero a las de caucho.

Con mi comentario todo el salón empieza a reírse de forma fuerte y burlesca mientras el compañero se acerca a las pelotas, deja la que le aventé en mi escritorio y regresa a su lugar como perro con la cola entre las patas.

—Bien. Lo primero que aprenderemos hoy son las partes del arma, refiriéndonos especialmente a una tipo escuadra. ¿Por qué quiero empezar con eso? Bueno, necesito que todos hablemos en el mismo idioma y que cuando les pida que revisen el percutor o la cámara sepan a lo que me refiero— tomo una tiza y empiezo a realizar el diagrama con detalle.

La clase pasa sin ningún contratiempo, parece que los alumnos se toman en serio lo que digo, no todos son tan jóvenes, unos incluso son de mi edad o más grandes. Las preguntas y los comentarios se abordan con respeto e interés; intento ser agradable y accesible y cuando el tiempo termina los veo desfilar por la puerta, algunos jugando con sus pelotas tal y como se los pedí. Borro el pizarrón esperando a que el siguiente grupo llegue cuando la puerta se abre de improviso y veo a Karime corriendo hacia mí con un periódico doblado bajo el brazo, está angustiada.

—¿Todo bien?

—¿Te enteraste que pospusieron la movilización de Burak hacia el penal de alta seguridad?

Efectivamente, ese mismo día, regresando de la academia pude escuchar en el noticiero, mientras me tomaba un trago de vodka, que habían pospuesto la acción, decían que el teniente Dan no sentía que todo estuviera 100% estable y seguro, temía que pudieran ser atacados en el camino y quería aumentar la seguridad que de por si ya era estúpidamente grande, pero entiendo a la perfección su temor; no se trata de cualquier maleante o asesino, la cantidad de hombres que tiene a su cargo son lo suficiente para hacer frente a un batallón, además de que las armas que poseen son de mayor calibre y tecnología que las que pobremente les entregan a los militares y policías de este país, marcando una clara desventaja.

—Si, lo sé ¿Por qué?

En cuanto digo eso me extiende el periódico y leo la primera plana. «Gran Fracaso: Durante el transporte del capo más buscado de la última década, Burak: como se dice llamar ante la prensa y el mundo, se programó para hoy su movilización hacia el penal de alta seguridad, pero durante el trayecto que en todo momento fue vigilado por las fuerzas especiales de la policía y elementos armados del ejército, hubo un enorme contratiempo. Un convoy de gente encapuchada hizo frente a los elementos que custodiaba el camión donde dicho narcotraficante iba. Después de una pelea encarnizada en la carretera 93 lograron liberar al importante capo dejando un saldo de 18 muertos entre los cuales 10 eran cuerpos especiales que hicieron frente al altercado y 8 heridos donde solo uno de ellos era parte del convoy de asesinos que se encargaron de liberar a su jefe. Parece que la cacería de dicho personaje tendrá que empezar desde cero…» No puedo seguir leyendo, siento que el estómago se me revuelve, dejo el periódico en el escritorio y busco donde sentarme.

—¿Estás bien?— Se acerca a mí de forma angustiosa.

—Sinceramente: No— Me siento mareada, la cabeza me da vueltas, de repente siento desconfianza hasta de mi propia sombra.

—Tranquila, aunque esté libre tú estás muy lejos, no te encontrará aquí— intenta consolarme, hacerme recuperar la confianza.

—Sus socios me vieron morir. Eso debe de servir de algo— apoyo mis codos sobre el escritorio y cubro mi rostro con mis manos.

—¿Ves? No hay nada de que temer.

—¿A eso has venido? ¿A darme la mala y trágica noticia?

—Ah… no, de hecho quería que vinieras al laboratorio, llegó un cuerpo nuevo y necesitamos de tu apoyo— Me sonríe apenada y levanta los hombros a modo de disculpa. —Pero vi el periódico y creí que sería más importante.




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