Eclipse de Medianoche

Capitulo 37

Reían como una familia plena.

Aparentaban ser una familia feliz.

La madre, él padre y la niña daban vueltas tomados de las manos, las suaves risas acariciaban mi oído y la nostalgia tomaba el papel dentro de mí.

¿Nosotros éramos una familia feliz? ¿O simplemente era una linda mentira?

Todos los años que vivimos en la confusa paz no había nada más que risas, juegos, amor… Mis padres eran el prototipo de pareja perfecta, eran unidos, se apoyaban entre sí, unos padres ejemplares…

Solo fingían.

Pero me costaba creerlo, quería vivir en la idea donde ellos siempre serían mi ejemplo a seguir, quise aferrarme a la idea de haber sido víctima del destino, nunca de mi padre. Si me lo hubieran preguntado antes acerca de ellos siempre había mentido, habría dicho que los había perdido a ambos a mano de la cruel vida, mas no de una pesadilla hecha realidad.

Cierro los ojos disfrutando las voces mezcladas, a los pocos recuerdos que no he envenenado con rencor ni venganza, los pulcros que he mantenido.

Donde mi madre me veía con amor, mi padre no era un asesino y yo era una niña plena y feliz.

Corre, corre, escóndete.

El cántico de mi madre se escuchaba tan real que mis vellos se erizaban al oírla.

Antes de que te atrape el lobo feroz.

Que no te encuentre hasta que vea el sol resplandecer

O la luna carmín será su guiador.

Corre, corre, escóndete.

Ya cerca está el lobo feroz.

El sol aún está lejos del amanecer.

Y la luna menguante ya te captó.

Corre, corre, escóndete.

El lobo feroz ya va tras de ti.

El sol ha sido seducido por la oscuridad.

Sigue corriendo y ocultate ya.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, de pronto la paz a la que había estado sumergida había desaparecido y un nudo se formó sobre mi pecho. Abrí los ojos al sentir una inexplicable desesperación, me dí cuenta que a mí alrededor ya no estaba el azul pálido del cielo ni la comodidad de las nubes blancas, a pesar de eso sentía que seguía flotando y el azul de mi alrededor era mucho más oscuro y sobre mí un rayo de sol iluminaba las pequeñas olas.

Me di cuenta que la desesperación era por la falta de oxígeno que exigían mis pulmones, que seguía flotando debido a que estaba bajo el agua, que estaba sumergida por aquella mano sobre mi pecho que me impedía subir.

Un fiel recuerdo.

Su puño jalo de mi blusa para subirme a la superficie. Respiré hondo absorbiendo el aire que me hacía falta mientras quitaba los mechones mojados que impedían mi vista, giré a mi alrededor con el corazón retumbando mi pecho y busco algún paradero de Apolo quien mágicamente apareció a mi costado.

––¡¿Qué demonios te pasa?!–– traté de darle un puñetazo pero mi mano paso entre su cuerpo––. ¡¿Porqué haces esto?!

Me causa desesperación su rostro serio, como si mostrara inocencia a sus actos estúpidos, como si le valiera que me estaba usando sin darme explicaciones o si quiera pedir mi consentimiento. No entendía de que se trataba todo esto, porque había llegado de la nada para incrementar mis dudas y no responder a ninguna.

Me estaba llenando de coraje e impotencia por ver cómo me usaba como un títere y jugaba con mi mente.

Pareciera que disfrutaba reírse de mí situación, de mí.

Cuando menos me dí cuenta las lágrimas escaparon de mis ojos, me odié ser tan vulnerable y no tener control de mis sentimientos, mostrarle que todo lo que ha hecho ha tenido resultado.

Porqué sí, me ha lastimado, ha tocado la herida más profunda de mí.

Y le odio tanto por ello.

Le di la espalda tratando de ocultar mi llanto, caminé contra la pesadez del agua entre mis piernas.

Cuando creí que no podría ser peor, lo fue.

Fue como un golpe directo a mi corazón.

Estábamos en el mismo lugar en el que habían pasado tantas cosas, aquél hogar al que le había estado huyendo durante mucho tiempo, al lugar donde comenzó toda está mierda.

Me había a traído a mi casa donde estaba el lago en el que me había intentado ahogar.

––¿Porqué?–– sollocé––. ¿Cómo puedes ser tan cruel?

––Marie, se que es difícil, pero necesito que me escuches.–– su mano suave y delicada tomó mi hombro, de inmediato me giré hacia él aprovechando la oportunidad de desquitar un poco de mi coraje y lo abofeteé.

Su rostro giró con brusquedad en cuanto mi mano golpeó su mejilla, endureció su barbilla y su mirada se torno oscura. Tuve un flechazo de arrepentimiento que me forcé a ignorar, lo merecía.

––¿Y porqué habría de escucharte?–– dije conteniendo la rabia que se iba acumulando––. Sabes, yo sabía que no tengo que confiar en ti, que tú estás aquí para cumplir una orden, porque por esa única razón se acercan a mí, así que es tú momento. Dila.

Sus cejas se hundieron fingiendo confusión. Hipócrita.

––Si yo sigo aquí es porque quiero, eso tenlo claro.–– respondió acercándose más a mí con decisión, noté que sus peculiares ojos de nuevo se habían convertido en color negro.

––Me dejaste en claro desde la primera vez que te ví que estás aquí en contra de tu voluntad.–– comenté recordando la primera interacción que tuve con él.

––No lo niego, no fue de mi agrado saber mi misión en este mundo.

––Ves como si hay una misión–– respondí irónicamente––. Sabes, no me importa en lo absoluto tú misión, pero si en ella estoy incluida y no quieres decirlo, úsame como lo haz estado haciendo.

––No te uso…

––Lo haces, Apolo, ya deja de mentir.

Dicho esto di la media vuelta dispuesta a irme de una vez por todas, ya estaba enfadada de todo esto. Caminé varios pasos pero sentí como sus brazos rodearon los míos, antes de que pudiera actuar Apolo me sumergió con él dentro del agua hasta tocar lo más profundo, a pesar de haber intentado zafarme no lo logré, maldije por ser tan debilucha. Seguí moviéndome pero su agarré se hizo más duro hasta lograrme lastimar mis brazos.



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En el texto hay: destino, romance fantasia magia, secretos drama

Editado: 24.08.2022

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