Los paramédicos le atendían ayudándole a reaccionar. Le pusieron suero porque lo miraban muy débil.
Los médicos al legar al hospital le hicieron exámenes para entender porque estaba así y esperaban resultados.
Edward al despertar se vio en una habitación tendido en una camilla y conectado a líquidos que se adherían a él a través de un catéter.
Se enderezó un poco para poder ver un poco más claro el ambiente donde se encontraba.
—hola. Ha despertado. ¿Cómo se siente? — dijo la enfermera
—confundido. ¿Dónde estoy?
—en el hospital. Usted se desmayó cuando caminaba, alguien le vio y llamaron a la ambulancia.
Recordó haber visto a aquel hombre que una vez encontró y ayudó pero había pensado que era un sueño. Creyó que así era.
Además pasó por su mente la sirena y pensó lo mismo. A lo mejor era un sueño.
—voy a llamar al doctor, ya regreso.
Ed no dijo nada, todavía seguía tratando de comprender qué estaba pasando. Minutos más tarde llegó el doctor.
—Hola. Soy el Dr. Zepeda. ¿Cómo está? ¿se siente mejor?
— ¿qué me pasó? — preguntó
—usted tenía muy bajas las defensas y se desmayó. Tuvimos que ponerle suero y porque su cuerpo estaba muy débil. Ahora lo que necesita es descansar.
Se quedó callado.
—tiene que comer bien— dijo
—gracias doctor. Creo que lo tendré muy en cuenta.
—puede llamar a alguien si quiere para que venga a verle. Estamos esperando resultados para comprobar que todo esté en orden. Nos vemos otro rato— y tomando su portafolio se retiró de la habitación.
Tomó su celular y le llamó a Amber. Fue la primera persona que se le ocurrió o la que quería que estará allí junto a él.
Sonaba. Tardó unos segundos y contestó
—aló. ¿Cómo estás?
—hola. Pues ya bien. Sabes... me desmayé y me trajeron al hospital. Estoy bien pero aún estoy aquí debo esperar un poco. Pensé en llamarte.
—hiciste bien. Deja me alisto y voy para allá.
— Te agradezco.
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Comenzó a alistarse un poco preocupada al saber que estaba en el hospital aunque la calma con la que le habló Edward le tranquilizó.
Mientras esperaba a Amber tocaron su puerta. Volteó a ver y era el hombre al que había ayudado tiempo atrás porque no tenía nada para comer, el mismo que pidió ayuda para que le atendieran y llamaran a una ambulancia
—hey, pasa— dijo Ed. — ¿cómo estás? Gracias por lo que hiciste—
—estoy bien. Tú ¿cómo estás? Te desmayaste bien feo.
—estoy mejor. Me había descuidado un poco por tantas cosas que tenía que hizo que mis defensas bajaran. Estoy muy agradecido por ayudarme.
—de nada, fue un placer ayudarte. Tú me ayudaste a mí antes y siempre estaré agradecido contigo. Bueno ya vi que estás bien ahora debo irme, recupérate.
—gracias por todo. Cuídate sí. Si me necesitas puedes contar conmigo, ojalá nos veamos por allí.
— gracias mi hermano. Adiós.
Iba saliendo del hospital cuando Amber llegaba. Se cruzaron y saludaron sin saber que ambos se preocupaban por Ed y que estaban allí por él.
Al entrar fue directo a preguntar por la habitación donde lo tenían. Le dijeron que estaba en el segundo nivel. Comenzó a subir las gradas rápido para llegar a él lo más pronto. Volvió a preguntar para saber en qué habitación estaba. Luego de unos minutos lo encontró.
— ¿qué pasó? — dijo al entrar
—no te preocupes. Sólo me desmayé.
— ¿cómo no me voy a preocupar? Mira donde estás— respondió —y ¿qué te dijeron?—
—creo que por tanto trabajo sin descanso y no alimentarme bien hizo que mis defensas bajaran.
—tendré que estar más pendiente de ti. Y ¿cuándo puedes irte?
—no sé, a lo mejor mañana. Estaban haciendo exámenes y tenían una larga cola.
—entiendo. Ojalá salgas pronto. Lo primero que haremos es ir por algo de comida— dijo
El doctor luego de que se fuera Amber le dijo que tendría que esperar a mañana. Le iba a poner medicamento para que mejorara y luego a esperar los exámenes.
¿Qué deparaba de ese día? El mundo jugaba una de sus cartas ante todo eso. Le dieron permiso de transitar los pasillos y así lo hizo. Merodeaba aquel largo camino lleno de habitaciones y valientes luchando contra la muerte. Muerte que no distinguía ricos o pobres, niños o adultos, estado civil o sueños.
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Era un poco monótono tener la misma línea, el mismo camino de allá para acá. Lo único, era que siempre notaba algo en todas las personas. Unas descasaban, otras hablaban y hacían pasar el tiempo, para unos era hora de su tratamiento y otros caminaban como él.
Siempre había algo que ver o pensar. El ambiente de ese lugar era difícil. Algunos luchaban otros dejaban el mundo.
La cabeza de Edward paseaba cada alma que se encontraba en ese lugar. Muy impresos se quedaban en su interior y podía sentir su dolor. Dolor que se presentaba de diferentes formas junto a distintas formas de combatirlo.
En ocasiones hablaba con algunos de los que estaban allí. Unos llevaban horas, otros días, otros... semanas
La ardua labor del personal de salud era impresionante. Sus horarios llenos de cansancio y permanecían despiertos por salvar más vidas. Era un acto de héroes. Hablar con ellos le generaba ideas más grandes y certeras para seguir en la lucha de un mundo mejor.