Capítulo 4 | Estrella fugaz
Mientras él juguetea con mi lengua y lo intercala con pequeños mordiscos en mis labios, yo pienso que he dejado de ser alguien terrenal. Siempre he soñado con un momento así aquellas noches que me dormía tras haber visto una película romántica. Pero he de decir, que nada se asemeja a eso.
Matt se aleja de mí poco a poco y acaricia mi cabello con sus manos. Yo cierro los ojos y suspiro, la verdad que me da vergüenza que haya notado mi poca experiencia. Comienzo a notar como mis mejillas se encienden y supongo que han tomado un color carmesí.
-Espero que no estés molesta- musita Matt sin dejar de acariciar mi melena- No he podido contenerme.
-No- murmuro con cierta vergüenza pero también felicidad. Matt se levanta y me coge como si fuera una princesa. Bajamos del tejado y sin saber dónde me lleva, terminamos en un pequeño dormitorio que imagino es el suyo. Está lleno de fotografías, y me quedo petrificada al ver que una destaca por su tamaño, y es nada más ni nada menos que la mía junto a Pompidou.
Matt me coge por la cintura y me coloca justo frente sus labios. Yo suspiro de felicidad, es como si yo fuera la protagonista de una película. Pero seguramente sin final feliz.
Matt comienza a besar mis pómulos, y también mi nariz, para terminar sellando mis labios con un tierno beso que me hace estremecer cada parte de mi cuerpo.
Es una sensación deliciosa.
Matt acaricia mis brazos y se deshace de la chaqueta color menta que cubre mis brazos. Bajo ella descubre una camiseta blanca básica y comienza a besar mis pequeños lunares que se sitúan en mi pecho. Yo suspiro, siento una inmensa felicidad y unas ganas terribles de que acaricie toda mi piel y la bese de igual manera.
-Eres preciosa- musita mirándome a los labios y yo sonrío tímidamente.
Él besa mi sonrisa y baja una tiranta de mi camiseta, para disponerse a besar mis hombros.
Un agradable escalofrío recorre mi cuerpo. Comienzo a entender los propósitos de Matt, que avergonzadamente coinciden con los míos.
No nos conocemos apenas pero un deseo indescriptible me anima a seguir.
<< ¿Si no es ahora, cuando?>>
Matt me agarra delicadamente del cuello y me mira a los ojos.
Transmiten.
No sé qué es, pero lo hacen.
-Tengo que decirte algo- musito mientras él sigue observándome.
Algo dentro de mí dice que es el momento para contarle mi verdadero destino. Y que se aleje de mí.
Pero mi felicidad me agarra por los hombros y me zarandea levemente, gritándome que estoy muy loca si quiero que Matt se aleje de mí.
Sacudo mi cabeza y Matt sigue mirándome expectante para que le diga lo que tenga que decir.
-No quiero que te sientas incómoda- se anima a decir rápidamente Matt mientras coloca el tirante de mi camiseta.
-No- dijo dulcemente mientras me vuelvo a acercar a él y acaricio su mejilla- Yo no me siento incómoda- sonrío ante sus labios- Es el momento más feliz de mi vida.
Matt suspira con una media sonrisa más relajado.
-Pero...- continúo diciendo- Es mi primera vez- consigo decir notando como mis mejillas vuelven a colorearse.
-Puedo esperar- dice acariciando mis mejillas y coloca mi cabeza en su pecho, notando así su maravillosa respiración y sus aceleradas pulsaciones.
-Pero yo no- contesto suspirando, con pesar. No puedo esperar.
Matt sube mi mirada para mirarme a los ojos.
-No quiero que pienses que quiero presionarte- dice con los ojos abiertos como platos.
-Estoy preparada- murmuro cerca de sus labios y él me dedica una pequeña sonrisa. Hunde sus manos en mi cabello y los presiona sutilmente para que nuestros labios vuelvan a fundirse.
Coloco mis manos sobre los fornidos brazos de Matt. Su piel es suave, y aunque no lo veo porque mis ojos están cerrados de la emoción, sé que estoy acariciando sus tatuajes.
Nos separamos por milímetros y Matt me mira con cierta luminosidad en sus ojos. Vuelve a bajar las tirantas, y besa con ternura mis hombros. Yo me estremezco, nadie antes me había acariciado así.
Mejor dicho, nadie antes me había acariciado.
Tomo algo la iniciativa y comienzo a besar su cuello. Después su espectaculares clavículas marcadas coloco mi mano en su pecho. Sus pulsaciones están más relajadas, como las mías, y rezo para que no se aceleren.
Se deshace de mi pequeña camiseta y me observa fijamente solo con el sujetador puesto. Pasa la yema de sus dedos por los lunares de mi barriga, y se agacha, dispuesto a besarlos todos.
Yo aprovecho su estatura y decido quitarle también la camiseta. Él se levanta y admiro su precioso cuerpo, marcado también por más tatuajes.
Matt me coge de nuevo y con delicadeza me coloca en la cama, y comienza a quitarme los zapatos y después los pantalones.
Una risa nerviosa se escapa de mis labios; nunca había estado desnuda frente a alguien que no fuera Pompidou.
Él acaricia mis muslos y se apresura también él a quitarse sus pantalones. Yo noto como cada rincón de mi piel se ruboriza, pero Matt es rápido e inmediatamente se encuentra en la cama sobre mí, sin ejercer presión sobre mi cuerpo, besándome las mejillas y los labios, mientras acaricia con una de sus manos mis delicadas piernas.
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Editado: 24.09.2018