EfÍmero (borrador)

CAPÍTULO 2 PARTE 2

Hakim estaba cerca de las bayas, no sé si me quitó alguna mientras no le veía.

—En el hipotético caso de que alguien hubiera comido una de las bayas ¿Qué pasaría?
—Acorde a mi libro podría morir intoxicado y luego despertar en cualquier plano astral o universo, o cualquier siglo. Las frutas eligen a la persona, a ti te tocaron ellas y a otra persona, pues le tocarían otras. En cambio acorde a mi experiencia siempre que alguien dice “en el hipotético caso”—hace comillas con los dedos—Es porque si pasó.
—No, no.

Espero no me haya quitado ninguna. Salgo derecho a los jardines esperando encontrarme con el príncipe, no estoy de acuerdo con esto. No quiero vivir quinientas vidas, quiero morirme y ya. No tengo ganas ni ánimo para seguir luchando.

<Dubois>

< ¿Qué con él?>

<Aún lo puedes matar>

< ¿Cómo?>

<…>

¿En serio? Vale, mi cerebro me deja de responder en la parte más importante ¿por qué no? No es como si fuera algo extraño ya que debería estar muerta.

—Princesa—me echa atrás la silla para que me ponga cómoda.—¿soy yo o usted se puso más linda en estos minutos que no nos vimos?
—Creo que es usted.
—Por favor, tutéame. Dentro de poco seremos marido y mujer.
—Respecto a ese tema, mi señor. ¿No tiene ninguna duda?—<cállate Lucía, ¿Qué cosas dices?>
—¿Tiene usted alguna duda?—dice frunciendo el ceño.
—No, no como cree, solo quería asegurarme de que estuviéramos, ya sabe, en la misma página.
—¿A qué se refiere?
—He visto como mira a mi mucama, señor.—< ¿Qué dices Miriam? Tienes que avisar antes de adueñarte del cuerpo>

—¿A la joven Laura?
—Si
—¿Qué cosas dice señorita? Le prohíbo que piense esas cosas de mí. Jamás me metería con alguien del personal de servicio.
—¿Por qué los repelen como algún tipo de enfermedad?
—¿Es que dice que usted si lo haría?
—Milord, como usted bien dijo nos vamos a casar, a dirigir no solo dos sino si dios quiere tres reinos. Creo que lo primordial es la confianza. Por cierto, la respuesta a su pregunta es sí, si mi corazón me lo ordena estaría con una persona sin importar las clases sociales y estoy segura de que mi padre no tendría ningún problema con eso. Ahora si me permite.—Hago un ademán de retirarme pero su voz me interrumpe.
—Cuando la veo el tiempo se detiene—me vuelvo a sentar—tiene una forma muy bonita de alegrar mi día con solo una mirada. Pero todo eso desaparece cuando recuerdo que lo nuestro no puede ser. Va más allá de la aceptación de mi padre, Miriam. El reino depende de mí, de nosotros, no podemos darle la espalda.—se levanta.

—Cásate con ella.—< ¿Qué?>
—¿Qué?
—Cásate con Laura. 
—No puedo… yo… el acuerdo.
—Lo que necesitas de mi pueblo es el ejército, yo te lo puedo brindar si pactamos un acuerdo de que siempre que lo necesitemos el ejército va a estar disponible. Si logramos colonizar Francia yo me quedo con el norte y tú con el sur. Cincuenta por ciento para cada uno. Tú la amas a ella, soy consciente de que no te es indiferente y yo soy muy joven para casarme. Es sencillo y ganamos todos.— Su mirada refleja la estupefacción total y lo entiendo, llevo mucho tiempo pensando en esto y es arriesgado, pero no deja de ser lo mejor.

<Ah, por cierto, hola Lucía, soy Miriam, te tomé sin avisar, lo siento>

<No te preocupes>

—Yo… Miriam… No sé como agradecerte.
—Aprueba el trato, y cumple. Ahora cuéntame un poco más de cómo te sientes.—le doy una sonrisa de boca cerrada y él parece muy emocionado con esto, no quiero desilusionarlo así que lo dejo disfrutarlo un poco más.
—Ah, Laura es como un ángel, sabes, de esos que te hablan siempre cuando niño, de los que te dicen que te protegen. Derrocha inocencia y buenos sentimientos, en serio, es como que su mirada me comunica que todo va a estar bien. Lo siento princesa pero ahora mismo solo pienso en la cara que va a poner cuando le cuente todo. Le pido permiso para retirarme.
—Adelante—asiento con la cabeza.
—Una vez más gracias.

< ¿Por qué no fuiste del todo sincera con él?>

< ¿A qué te refieres?>

<Tu padre>
 


 


 


 

No pienso permitir que dañes el acuerdo Miriam.
—No me voy a casar con una persona a la que no conozco de nada, entiéndelo.
—Lo conociste cuando niña y no está en discusión, esa boda está planeada desde hace más de diecisiete años y no se va a cancelar por una chiquilinada tuya.
 


 

Me frustra que quiera controlar mi vida, el padre que conocí de niña, el amoroso y consentidor no es este que está aquí conmigo ahora.
Toma una respiración y empieza:
 


 

—My Little Girl. Sabes que te quiero con todo mi corazón, que no pienso en otra cosa que tu bienestar pero esto no se puede posponer. Vas para un reino desconocido Miriam, si te matan no puedo hacer  otra cosa que vengarte, pero no te quiero perder. Si violas los acuerdos pueden llevarte a la horca. No le causes un disgusto a tu viejo padre.
—No me voy a casar con el Russo y es mi última palabra.
—Entonces olvida que soy tu padre y que alguna vez te defendí Miriam, lo que pase en ese reino me da exactamente igual a partir de ahora.
 


 


 


 

<No creo que se enojara taaaanto>
 


 

<Devuélveme el cuerpo>
 


 

—Princesa, hay una nueva mucama para usted, la manda la joven Lia.—me habla uno de los sirvientes y lo sigo, me adentra en una sala donde hay una mujer con un traje de sirvienta. Su cara me resulta familiar.
—Lucrecia—digo antes de poder contenerme. Es la misma mujer que me ayudó al llegar a Lyon.
—¿Cómo sabe mi nombre?—le hago un gesto al hombre para que nos deje solas.
—Soy yo, la Lefebvre.—le digo con una sonrisa y recuerdo que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me vió y quizás no me recuerde.
 



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En el texto hay: cienciaficcion, romance, dramaadolescente

Editado: 05.07.2023

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