30 de marzo del 2017 – Nashville
Rinott, el semidiós descendiente de Tritón, solo observo el edificio frente a él desde su auto, era el Edificio Center de Nashville, bastante opulento para el trabajo que tenían que realizar. Ese era hasta el momento el edificio más moderno y sofisticado de la ciudad y el estado, era perfecto por su localización. La altura de este edificio permitía tener una clara posición del sol sobre el circulo de fuego marcado por el dios de la guerra en sus escapes a la tierra.
Para los mortales era un simple lugar decorado con círculos en la acera. Cuando en realidad eran portales hechos por los dioses años atrás. Muy pocos conocían estos, además lo hacía perfecto ya que habían construido la más larga línea de túnel subterráneo que ningún humano iba a poder detectar y mucho menos un dios, tardaron siglos en tenerlo listo. Era lo que habían esperado, pero bastante opulento para el trabajo que tenían que realizar. Debian ser reservados, si llamaban la atención iba a ser un gran problema.
Esa noche ya no había ninguna persona merodeando alrededor, por suerte la jornada de trabajo había terminado. Rinott descendió de su vehículo, se acercó a la entrada donde estaba siento custodiado por diez hombres, todos ellos skotádi, soldados de la oscuridad, quienes fueron desterrados y casi extinguidos por Ares, pero ahora eran soldados que les servía. Cuando estuvo frente a ellos, estos inclinaron sus rostros por respeto.
—Mi señor.
—Skotádi ¿Está todo listo?
—Así es mi señor. Me ordenaron escoltarlo. Por aquí — Uno de ellos lo guio hasta un ascensor, dos más lo esperaban dentro. Al estar seguro allí, solo lo acciono descendiendo diez pisos.
Al llegar allí Rinott se limitó a salir, no sin antes sentir desprecio por aquel lugar, todo a su alrededor estaba lleno de máquinas descompuestas, oxidadas, inservibles, sin contrarrestar el hecho de que tenían que acercarse a un túnel pequeño más adelante. Además de ello pudo reparar en el grupo que estaba esperándolo a un lado. Sabía que tenían que encontrar un lugar para poder tener un centro de mando, donde poder hablar y planear sobre como desaparecer y destruir a todo lo relacionado con los dioses. Pero no necesariamente debían hacerlo en un total basurero.
Ni siquiera había un rastro de señal por lo que su celular estaba totalmente muerto. Únicamente se escuchaba el repicoteo de los zapatos de la joven que esperaba al lado de la pared, era el único sonido en el túnel. Entre los skotádi que lo seguían, y las personas que lo esperaban adelante con ese horroroso sonido que hacía eco, estaba a punto de perder los estribos.
Como era posible que el espacio se hiciera más angosto con cada paso, se preguntaba Rinott. Además de la humedad las paredes estaban cubiertas por moho. El estrecho túnel terminaba en una bodega subterránea, oculto a la vista de los mortales y aquellos dioses metiches, algo bastante particular para un grupo que quiere acabar con los ancianos y su prole, su propia sangre.
—Ya era hora de que llegaras Rinott —se quejó una voz masculina. Rinott pudo ver con insolencia a su compañero Griffin, hijo de Atenea, quien iba liderando aquella peculiar marcha de ese pútrido lugar. Rinott le dedico una arrogante sonrisa. Lo miro de abajo hacia arriba, definitivamente tiene el aspecto de un hombre atractivo pero no heredo para nada la inteligencia de la diosa.
—En Nashville y en un mugriento túnel, fuiste más original esta vez Griffin, dime estabas inspirado en el terreno, con el Partenón a unos cuantos kilómetros de aquí –le menciono Rinott con burla –Ya se… Extrañas a mami, es bastante tierno si te pones a analizarlo, espero que no te pongas melodramático cuando la matemos.
—¡Pues busca un lugar tú mismo a la próxima! Querías el circulo perpetuado de Ares. Lo tienes. –contesto de mala gana Griffin.
—Hay más lugares donde Ares conecto los círculos Griffin —comento con sorna Rinott.
—Este es el mejor ubicado y el que ofrece un escondite más grande y seguro, tal cual como lo esperabas. Lejos de cualquier rata especial del Olimpo. Así que no te creas especial Rinott. —Griffin se acercó con una sonrisa al rostro de Rinott —Si quieres hacer algo de turismo te puedo decir que esta maldita ciudad no te proporciona mas que futbol americano y música country.
—Deberías ser más agradecido con los tuyos —atribuyo Adara, hermana mayor de Griffin.
—Nadie te metió en esto Adara, así que no te metas –contesto enojado Rinott tras su impertinencia.
—Mucho cuidado Rinott, te recuerdo que en la escala estoy muy por arriba de ti –decía con condescendencia Adara –No lo olvides pequeño pez.
—Ya terminen de pelear par de tortolos –indico Adonia, gemela de Adara.
—¿Y quién te llamo a este juego? –contesto Basil, descendiente de Bato[1].
—Contesta mejor tú, Basil, a mí no me da miedo responderte –replico Adonia con antipatía –No tienes ni vela en este entierro o vas a decirme que una simple piedra nos va a meter en líos. Tenemos que pensar en dioses mas poderosos que tu patético papito.
—¡Terminen por una vez pedazos de mierda! –Contesto Caesar hijo de Dionisio, quien estaba en la puerta a la espera de su llegada – ¡Ya era hora de que llegaran por una vez temprano todos ustedes!