Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 04

<<CORRE>>

<<CORRE>>

 

Hanae se movía a toda velocidad por el bosque sin mirar atrás. No podía parar. Los podía escuchar. Sabía que iban a unos cuantos pasos tras ella. Tenia que perderlos de vista.

—¡Hanae! ¡Hanae! No te vas a esconder, yo mismo te matare –Era de noche como podían no rendirse. No veía absolutamente nada. No se podía detener, pero a cada paso se encontraba con una rama, una raíz, un arbusto. Su ropa está rota, la piel rasgada y amoratada. Necesitaba encontrar una salida ahora mismo. No podía detenerse. ¿Por qué la quieren matar?

—¡Hanae! — “Aun están ahí” —Pensó con desesperación. Hanae estaba exhausta, estaba nerviosa, tras uno de los pasos que dio cayo hacia el vacío. Su cuerpo daba botes por el barranco. La tierra le lastimo la piel y las rocas abrieron las viejas heridas. Cuando finalmente se detuvo, corrió hacia la maleza. Por suerte había un gran arbusto frente a ella, podría ocultarse, pero ¿Por cuánto tiempo? Solo le quedaba orar y pedirle a algún dios que la socorriera.

—“¿Pero a quien le oró?” –se preguntaba. –“Debe ser un sueño. Tiene que serlo”—. Cerca de ella escucho de nuevo los pasos de un grupo de personas, no se podía quedar allí y lo sabía, cuando se apoyó en el tronco se dio cuenta que tenía una herida de gravedad una rama se había enterrado en parte de su abdomen. No tenía otra salida –“Definitivamente no me puedo quedar aquí.

— ¡Hanae! Pequeña mosquita muerta. Te juro por Cronos que te encontrare y me encargare personalmente de ti. No puedes simplemente huir.

— ¡Mierda!” –Con una respiración muy fuerte tomo fuerzas de donde no tenia, siguió corriendo. Pero a su alrededor no había nadie ¿Qué estaba pasando? ¿De quién estaba huyendo? No entendía nada.

— ¡Búsquenla de inmediato! Y a los otros tyflós[1]. Vamos a terminar con este juego de una vez por todas.

— ¡Tritón! Esta muy oscuro allí y además es un maldito barranco como es posible que sobreviviera —La voz de una mujer resonó muy cerca de donde estaba.

—No se… dímelo tu querida. La necesitamos y al krymménos[2] que esta con ella.

—No se preocupe por el krymménos, lo tenemos en nuestro poder —Era un hombre más. ¿Cuántos estaban tras ella?

—Hanae amor mío. Sal… Debes estar herida querida. Yo te voy a ayudar. —El… yo lo conozco. Su voz. Porque mi mente no recuerda su nombre. Él… Él… Él es.

–Te tengo –estaba de espalda a ella. Su cuerpo se agito. Sentía el peligro. Era como una bruma recorriendo su cuerpo. Ese hombre grito hacia otros tras él. Logro esquivar su brazo, era imposible, se dijo. Vio como las ramas del bosque empezaban a atraparlo, aunque logro salir de él. — ¡Maldita perra!

Hanae corrió de nuevo por aquel bosque. Lo sentía cerca suyo. No podía perderlo de vista. Giro para verlo y allí lo supo. Sabía que era él. Él era el hombre que la había traicionado, lo sabía, pero su rostro, su rostro era borroso, no lo podía distinguir entre la niebla.

—“¿Por qué no lo puedo recordar? ¿Su rostro? ¿Quién me traiciono?” —Tenía ese sentimiento sobre él –“No es de fiar” –le repetía su mente. Un segundo hombre llego con él. Estaban juntos. —“¿Quién es ese hombre?”—No lograba recordarlo. Su mente lo conocía. Ya lo había visto antes, estaba segura de ello. Al verlo más cerca de ella. Lo reconoció. Eran los mismo ojos ¡Sus ojos! Eran del color del océano. Ese azul, el que le recordaba al mar Egeo, son de un azul profundo, casi grisáceos, eran hermosos, ¿Porque también estaba huyendo de él? No lo entendía.

Cuando se fijó al frente noto que ya no había bosque, era un pequeño campo, no era Nauplia. Estaba lejos de casa. No había oscuridad. Era un paisaje claro y hermoso. Cerca a ella un hombre. Se acerco poco a poco. ¡Allí esta! Aquel hombre de nuevo. Es hermoso. Con él se sentía protegida. Él le está señalando un camino, —“Tengo que correr, no me puedo detener aquí” —Su cuerpo está agotado, — “No puedo”, —Hanae se prometió que iba a salir de esto victoriosa. No es justo que tenga que terminar así, pero su respiración se contrae con cada paso que daba.

—¡Hanae! ¡Detente! ¡Detente!

Son ellos de nuevo, son muchos, todos rodeándola, escucho sus pasos atrás de ella, –“Solo tengo que huir de ellos” … ¿Pero ¿qué hago?

No puedo morir.

No puedo dejarlo.

No puedo morir.

Esta él.

Aquel de la cueva.

—¡Hanae! Te atrapare. –Gritaron de nuevo tras ella. El guapo de ojos oscuros. Sabía que no tenía que confiar en él.

Corrió sin importar los gritos tras ella, pero apenas pudo detenerse. “No hay más camino ¡Es un acantilado! ¡Llegue a un maldito acantilado!

No hay salida.

Me van a atrapar.

Me van a matar… mi propia sangre.

—Salta –“Me dijo él. Podía confiar en él. Me lo demostró”. Se poso tras de ella. señalando el acantilado —Te prometo que todo estará bien Hanae, pero debes saltar ahora.




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