Rinott golpeaba rítmicamente el zapato contra el suelo del avión privado. Tritón había demandado su presencia en Estados Unidos. Al parecer debía interrogar al hijo de Zeus y además encontrar con suma urgencia a la estúpida de Hanae. Sin contar a los otros hijos de los ancianos. Cada vez ese plan iba mas lento. No se podían dar el gusto de atrasar los planes.
—¿Por qué estas de mal humor Rinott? —pregunto Adonia a su lado. Había olvidado por completo que iba junto a él.
—Dime algo… ¿En algún momento te intereso de verdad este plan Adara?
—Estoy aqui. Por el mismo propósito que tú.
—¿Cuál? Acostarte con Tritón. Y pensar que puedes ser la próxima sirenita de un cuento de Hadas. No me hagas reír.
—Te lo dije una vez Rinott. Cuando el mismo Tritón acabe con tu vida. Reiré frente a tus huesos pudriéndose.
—El día que pase eso me asegurare de llevarte conmigo al Tártaro. Porque de ser asi mi querida Adonia. Te prometo que solo no me hundo.
—Eso quiere decir que me queras al lado tuyo querido.
—No. Eso quiere decir que allí te torturare hasta los últimos confines de la tierra —Adonia soltó una risa. Y salto de su silla para sentarse en las piernas de Rinott. El la tomo con fuerza, inclino su rostro ha un lado y con lentitud paso su lengua desde su escote hasta su cuello llegando a su oído.
—Amo cuando te pones en ese plan. Me calienta —Le susurro Adonia.
—Eres única.
—Lo se… Y tú eres un gran actor Rinott. El plan va a funcionar.
—El plan ha tenido muchos tropiezos.
—Deja que todo fluya —susurro quitándose su vestido quedando completamente desnuda —tenemos al hijo de Zeus —abriendo su bragueta y sacando su pene —solamente queda encontrar el tesoro que está pidiendo Tritón.
—Lo sé, pero…
—Olvídalo Rinott. Ahora solo concéntrate en mi —Dijo guiando su miembro a su interior —tenemos casi media hora.
—Solo necesito unos minutos —le susurro tomándola del cuello.
Ω
Según Tritón tenían que encontrar el “dýnami tou Theoú “[1]. No sabían aun de donde provenía. Podía ser un poder material. Un objeto. Eran cientos si no es que miles las opciones que había a su alrededor. Zeus pudo haberlo contenido en cualquier cosa y lo que debería haber tomado un momento para tomarlo ha tardado mucho más tiempo. Era un callejón sin salida. Los ancianos de alguna manera lo tuvieron que haber previsto
–Nos lleva un paso adelante los malditos ancianos –pensó Rinott, al bajar del automóvil. Los skotádi que lo custodiaban lo llevaron hacia el edificio Center. Una vez allí se dirigieron de inmediato hacia el túnel. Tenía que ver con sus propios ojos al hijo de Zeus. El skotádi que lo custodiaba lo guio hacia los calabozos. Una serie de gritos lo recibió, al acercarse vio la lucha que llevaban sus compañeros
>> “¿Cómo era posible?” <<
Por más que torturaran a Damen Jacob, no le podían sacar ninguna información, dos de sus hombres trataron de acceder a su cuerpo, abrirlo como un cerdo, pero solo lograron rebotaron contra la pared, como simple sacos de arena. Damen solo reía como un desquiciado a su alrededor. Se logro soltar de las correas agarro a Griffin del cuello y lo lanzo a la pared junto a él.
—Vaya Griffin atraes a las paredes como moscas a la miel. Es algo bello de ver —menciono en tono jocoso mientras lo veía arrastrarse por el piso.
—Eres un maldito desgraciado —pronuncio sin aliento.
—No Griffin, simplemente me regocijo en tu desgracia.
—¿Qué han logrado hasta el momento? —Pregunto Adara.
—Absolutamente nada. Esta totalmente protegido. Es magia antigua. Y es demasiado fuerte.
—Péguenle un tiro en la frente
—¿Creen que no lo he intentado inútiles? —Grito Damen.
—¿A qué te refieres? –pregunto Caesar.
—Mi vida ha sido una mierda, he intentado quitarme la vida más de una vez idiota –respondió riendo viendo la cara de asombro de sus secuestradores. Rinott se quedó mirándolo fijamente y Damen lo intuyo porque encontró rápidamente su mirada –Tu eres igual que yo ¿No es así? Ellos no tienen lo que tienes tú –Rinott sabía que no era una pregunta, sino una completa afirmación.
—No… No somos iguales Damen, eso te lo puedo asegurar –le contesto con una sonrisa en su rostro, viendo el sudor que cubría su rostro.
—No, eres tú el que se equivoca, Rinott, señor de rio –Rinott dejo caer su sonrisa, de inmediato empujo a los que estaban delante de él, lo cogió por el cuello y lo acorralo en la pared.
—¿Qué sabes tú? ¡Tú no sabes nada! –la risa de Damen resonó en las paredes, Rinott apretó su agarre, Damen sentía su respiración irregular.
—Sé que no creerás nada, pero simplemente lo sé. Siempre he sabido que no soy normal, que soy un paria, no pertenezco a ninguna parte, así que si quieres puedes torturarme lo que quieras, porque no vas a obtener nada de mí. Y esto solo está incomodando mi cuello porque nunca me quedare sin aire.