Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 53

Hanae soltó una carcajada. Se apretaba el vientre. Mientras Hades y Naxos la miraban completamente serios.

—Vamos… no me vengan a decir estas tonterías. Creí que ibas a ser sincero desde un principio Naxos.

—Es cierto

—Esto es patético. Tengo que huir no se de qué. No recuerdo nada de lo que ha pasado estos días. Y tengo que ahora ver a este payaso —señalando a Hades —No te ofendas por favor, pero Hades. Te llamas Hades. Tus padres de verdad te deben de odiar para ponerte un nombre como Hades o están demasiados obsesionados con la cultura griega. No lo se y no quiero saberlo.

—Hanae… —Naxos trato de interrumpirla. Hades no estaba precisamente feliz de escucharla.

—Y tu Naxos —lo interrumpió —no se como lo hiciste estar en una habitación y después aquí. No se… dime ¿Me drogaste? ¿Cómo es posible que juegues conmigo?

—Hanae…

—Es increíble. Quiero ir ahora mismo a casa. No me importa nada de lo que digas.

— ¡Cállate! —Le grito Hades —Demonios por el Tártaro eres insoportable.

— ¿Yo? —pregunto con incredulidad.

—Naxos es mejor que la calles. Es insoportable.

— ¡Estoy aquí! —grito Hanae —Tu —dijo señalando a Hades —deberías ir a un doctor. Lo que es una lastima porque eres demasiado guapo y tu —señalando a Naxos —dime donde demonios estamos para largarme de aquí, ir a casa y desaparecer de la faz de la tierra.

—Estoy de acuerdo con lo de desaparecer. Incluso tengo unos lugares excelentes. —murmuro Hades.

—Primero ya basa Hanae. Vamos a averiguar por fin quien está detrás de todo esto. Y tú… —señalando a Hades —llama a tus hermanos.

—Te has puesto más mandón —señalo Hades.

—Te veo al otro lado del rio —Hades se acerco a Hanae y le tomo su mano —Mmm… interesante. Ya tienes uno de estos, pero no los gastes…

— ¿Qué quieres decir?...

—Algún día lo harás. Todo debe ser de a poco querida.

—Eres bastante extraño —Hades soltó una carcajada.

—No lo sabes bien… —Desapareció frente a ella.

—Pero que rayos… —Hanae cayo de espalda —El… el se evaporo… como lo hizo. Yo… yo no estoy loca. O si… Es que como es posible. No… no eso no es posible.

—Ya deja de balbucear Hanae.

— ¡Yo no estoy balbuceando! ¡Exijo una maldita explicación!

—Vaya. Vaya. Naxos de Alba Longa. Creí que no te volvería a ver —un hombre en una canoa frente a ellos le hablaba a Naxos.

—Ya somos dos. No quería venir créeme, pero esto lo amerita.

—Bien. ahora paga al mensajero —ambos voltearon a verla.

— ¿Por qué me están mirando?

—Estamos esperando a que pagues.

— ¡¿Yo?! que… ¿De donde voy a sacar dinero para pagarle?

—Yo no recibo mundanidades de los humanos.

—Ya lo sabemos —contesto Naxos cansado.

—Pues yo no lo sabía… y no se a que te refieres con mundanidades. ¿Cómo esperas que te pague? Ni loca me voy a acostar con él.

—Es una perdida de tiempo —el hombre se iba a ir de allí, pero Naxos lo detuvo.

— ¡Espera un momento!

—No tengo todo el día Naxos de Alba Longa.

—Como si tuvieras otra cosa mas que hacer el día de hoy.

—No me provoques soldado.

— ¡Hanae paga de una vez!

— ¡¿Y cómo?! —Grito exasperada.

—Abre la puñetera mano.

—Yo no tengo… —en su mano había unas monedas. Bastante antiguas. La cara estaba casi desvanecida. —Yo no entiendo como…

—Te distrajo eso es todo. Paga de una vez —El hombre extendió su mano y Hanae le dio las monedas.

—Suban de una vez el camino es largo.

— ¿El camino? ¿A dónde vamos?

—Por las Moiras.

— ¿Qué son Moiras? No entiendo donde estamos.

—Es una caverna subterránea. No sabía que había una en Londres.

—No estamos precisamente en Londres.

—Me dijiste que…

—Se lo que dije Hanae.

—Por favor no sigas con la ridiculez de que estamos en el inframundo.

—Esta en el inframundo —contesto el hombre tras ella remando.

—No deberías estar remando mas rápido. Porque vamos bastante lento. A este ritmo no vamos a llegar a ninguna parte.

—Eres bastante altanera jovencita.

—Pues espera pasar mas tiempo con el —señalando a Naxos —y espera haber olvidado todo y estarás del mismo temperamento que yo.

—Pasar tiempo con él. Ya logro entender en parte.

—Muy gracioso —murmuro Naxos —Hanae —dijo llamándole la atención —lo qué veras ahora será impactante asi prométeme que tendrás la mente abierta —Hanae cerro los ojos con fuerza. Se sujeto su rostro con las manos.




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