Un grito ensordecedor se escuchaba desde los rincones del templo de Zeus. Rinott salió despedido hacia la pared traspasándola. Los demás se quedaron viéndolo de manera perpleja. No querían enojar más al dios.
— ¡Como demonios pasamos otro eclipse sin tener a todos los tyflós con nosotros! —Grito Tritón —Ahora no hay ninguna señal ¡NINGUNA MALDITA SEÑAL!
—No sabemos el porque Tritón.
—Pues deberías saberlo. Llevamos atrasados en nuestro plan. Aún faltan tyflós. Mira a los demás. Simplemente están sufriendo. Necesitamos sus poderes. Apenas tengo un gramo de esos inútiles. ¡ESO NO ME SIRVE DE NADA!
— ¿Y por eso me tienes que atacar? —Señalo Rinott mientras se levantaba y se limpiaba los escombros.
— ¿Qué parte de que no me sirven estos tyflós no entiendes? Apenas si tienen poder en su cuerpo. ¡Es un completo asco!
— ¿Y qué quieres hacer? —Tritón se acercó a él sujetándolo del cuello.
—Eres un estúpido. Aquí el que hace las malditas preguntas soy yo —Rinott se transformo al igual que Tritón.
—MALDITA SEA TRITON DEBERAS BUSCAR A OTRA MALDITA TYFLOS. ESTOY CANSADO DE ESTAR TRAS UNA ESCURRIDIZA —Los gritos se sentían en todo el templo. Los demás fueron retrocediendo de a poco. No querían encontrarse en medio de una batalla campal.
— ¡ES LA MALDITA CLAVE! —Respondió golpeando su rostro y empujándolo lejos. Tritón soltó una carcajada que puso los pelos de punta a todos los presentes.
— ¿De que rayos de ríes? —comento Rinott volviendo a su cuerpo humano.
—No lo entiendes. Explícame algo… ¿Por qué cada vez que estamos cerca siempre se escapa?
—No lo sé… ilumíname con tu gran sabiduría —Tritón levanto su mano y con su mano lo lanzo hacia la columna haciéndola pedazos.
—No me contestes asi estúpido.
—No entiendo —murmullo Griffin.
—La protegen —contesto Adara.
— ¿Qué quieres decir Adara? —le pregunto Griffin.
—Mierda —murmullo Rinott levantándose del suelo —Los dioses sospechan.
—Bingo —contesto Tritón.
Ω
Hanae había despertado. No recordaba donde estaba hasta que vio el cielo pintado de rojo y recordó que estaban encima de un bote en medio de un rio rojo en medio parece de la nada mientras un hombre remaba con bastante quietud.
— ¿Por qué no vas rápido?
—No puedes importunar a las almas debajo de ti.
—Ellos…
—No sientas lastima por ellos porque ellos no tuvieron lastima en vida. Están allí por una razón.
—De verdad no lo estoy soñando —susurro.
—No lo estas y mientras mas logres entender lo que pasa a tu alrededor mas te preparara para tu futuro.
— ¿Qué quieres decir?
—La vida que se te fue otorgada no fue ningún milagro del dador de vida. Todo lo contrario. Fue calculado. Tiene un gran propósito. Uno que terminara con éxito o en un gran fracaso. Ya eso depende solo de ti.
—Yo soy una simple don nadie. No entiendo porque tanto interés en mi vida.
—No eres una simple mortal. Respóndete eso a ti misma. ¿crees que si fueras una simple moral estarías atravesando el rio Aqueronte y sumergiéndote al inframundo donde las almas son condenadas por una eternidad.
—Si lo pones en ese contexto creo que es difícil decir que no.
—Ya tienes tu respuesta.
— ¿En qué momento me metí en este embrollo? —murmuro viendo a Naxos dormir junto a ella —Mirando a su alrededor no veía nada mas que agua. Podría decir que estaban en medio del océano — ¿Cuánto tiempo llevamos navegando que aún no llegamos?
—Llevamos días si no es que meses.
— ¿De que estas hablando? —menciono con una sonrisa. No podía creer lo que decía ese hombre.
—El tiempo funciona de manera diferente en el inframundo niña. Lo que para i pueden ser minutos en la tierra pueden ser horas.
—Eso no es posible…
—Lo es. No tendría por qué mentir.
—Dios… Hanae se tomo el rostro, estaba hiperventilando.
—Hanae… —sintió la voz de Naxos a lo lejos —tranquilízate Hanae debes calmarte porque ellos lo sienten. Tendrán el poder para subir. Cariño respira.
— ¿De que hablas? —susurro.
—Este es el rio de los gemidos. Aquí cualquiera anhela el poder de alguien vivo para salir del rio —Un brazo se logro colar en el bote. Caronte lo empujo fuera del bote —Respira. Tranquilízate.
—Ok… —susurro con miedo corriéndose hasta el centro del bote.
—No te preocupes. Saca solo ese miedo y temor y ya se alejarán.
— ¡Lo dices muy fácil! Estamos en un rio con gente muerta.
—Mucho mejor —se relajo Naxos a su lado.