Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 60

—Yo llego hasta este lugar únicamente —pronuncio el elemental —a partir de estas puertas el camino debe seguirlo ustedes.

—Te lo agradecemos —pronuncio Hanae.

—No debes agradecer —el elemental se dio media vuelta, pero se detuvo de momento —el camino más difícil siempre cuesta y el dolor será inimaginable, representa un sacrificio en la vida, pero el resultado te dará esa satisfacción y tranquilidad que no esperabas.

— ¿Qué quieres decir? —pregunto Hanae.

—Lo entenderás un día —respondió desapareciendo de allí.

— ¿Todos ustedes suelen desaparecer asi? —pregunto Hanae.

—Generalmente.

— ¿Y por qué no hiciste eso desde un principio conmigo?

—Porque nos rastrean. El solo trasladarse implica dejar tras de nosotros una estela de poder que se puede rastrear con bastante facilidad.

— ¿Cómo es posible? —Naxos se detuvo a verla detenidamente.

—Has de cuenta que es un perfume. Donde pases dejas el olor. Un rastro.

—Es increíble.

—Entremos…

— ¿Estaremos seguros allí adentro? No se ve muy amigable este lugar.

— ¿Amigable? ¿Cómo se supone que debe lucir?

—No lo sé… tal vez algo más alegre en vez de un lugar tan lúgubre. Parece ser el jardín de niños de Drácula —Naxos soltó una carcajada al oírla.

—Pues definitivamente no es DisneyLand —Hanae entrecerró los ojos viendo —Y si te recuerdo este es el inframundo. Por lo que la felicidad no es algo que de verdad reine por aquí.

—Ja ja que gracioso —Llegaron al centro de la estancia Hanae no comprendía. No había ni una sola puerta a donde se tendrían que dirigir. Naxos ya se encontraba a varios metros más lejos de ella.

—Muévete Hanae. Ya de por si estamos gastando horas y días aquí.

—No hay nada.

—Es por aquí —señalo una pequeña abertura en el suelo – tenemos que descender. Hanae se detuvo frente a lo que parecía el inicio de una escalera de caracol.

—Estamos en el inframundo y tenemos que seguir bajando.

—Solo sígueme —dijo volteando los ojos —Tenemos que llegar lo más rápido posible —Ha medida que iban descendiendo varias antorchas se encendían a su paso.

—Quieres hablarme de a quienes vamos a ver.

— ¿Las Moiras?

—Si… que son.

—Son las criaturas mas bellas a tus ojos. Dueñas del hilo del destino.

—Suena muy lindo lo que dices, pero no lo comprendo.

—Es eso. ¿Qué mas quieres que te diga? Son el pasado, presente y futuro.

—Un día me vi la película de Scrooge. Te refieres a eso —Naxos se detuvo un momento y la volteo a ver

—Estas comparando a una de las tres diosas mas poderosas con un antiguo cuento —la carcajada de Naxos se escucho como un eco en todo el lugar —Nunca lo había relacionado de esa manera.

—No le veo la gracia… Ahora dime ¿Cuánto tenemos que bajar? La verdad no me siento a gusto —deteniéndose y respirando agitadamente.

—Si sigues haciendo paradas y mas paradas no vamos a llegar nunca.

—Lo siento, pero mi estado físico es una mierda.

—Muévete.

—Arg… —Hanae ya había perdido la cuenta de la cantidad de antorchas que se prendieron tras ella. al querer subir la mirada solo rodeaba oscuridad. No podía confiar en que de verdad fueran a salir. <<De que me molesto… estoy en el infierno de todos modos>> Pensó Hanae.

— ¡Muévete Hanae!

Muévete Hanae! —repitió lo mismo ignorando completamente a Naxos —Si te parece fácil pues te doy mi lugar. Es más… te otorgo mi lugar. ¡NO LO QUIERO!

Ya estamos por llegar —Una luz por fin sobresalía. Lograba ver el fin del camino en esa escalera.

—Bien… por fin estamos llegando. Además, no veo cual es el secretismo de porque tener que bajar cientos de escalones para ver a unas chicas que… ¿Danzar frente a una olla caliente? —Naxos la detuvo frente a la puerta.

—Muestra algo de respeto estamos aquí por información. Ellas no son simples seres de bondad. Ellas rigen el destino Hanae. Ellas deciden quien vive y quien muere.

— ¿Estas bromeando?

— ¿Por qué demonios estaría bromeando con algo asi?

—Me estas diciendo que vamos a ver a las que prácticamente deciden sobre la vida y muerte. ¿Qué hay de los dioses? El dios de los musulmanes. El de los cristianos.

— ¿Quieres de verdad hacer esta platica ahora mismo?

—Tienes razón. Ya tengo jaqueca. Olvida que lo pregunte.

—Bien entremos —Hanae lo tomo del brazo y lo detuvo.

—No me siento segura en este momento. Y si regresamos en otro momento.

—No podemos regresar en otro momento. Debemos conocer quién está detrás de ti.




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