CAPITULO 65

Tritón no cabía de la felicidad. Rinott aceptó el celular estupefacto. Se quedo viendo el celular alrededor de medio minuto mientras al otro lado de la line Hanae esperaba escuchar su voz.

—Toma el teléfono Rinott —le susurro Tritón. Caesar le hizo un gesto para poder registrar el numero

—¿Hola? ¿Hola? Rinott ¿Estas ahí? ¿Hola? —Rinott llevo el teléfono a su oído.

—Hanae…

—Rinott ¡Gracias! Por fin pude localizarte.

—¿Hanae eres tú?

—Si Rinott soy yo —No podía creer la suerte que estaba teniendo. De verdad era ella la que estaba al otro lado del teléfono.

<<De verdad era ella>> —Pensó…

—¿Dónde has estado? Hemos estado buscándote. He estado preocupado.

—Lo siento de verdad. No pude llamarte antes. Han pasado cosas demasiado extrañas.

—¿Qué cosas? ¿De que estas hablando?

—Yo… no puedo decirlo Rinott.

—Dime donde estas Hanae. Voy por ti.

—No debes preocuparte. Yo… solo quería agradecerte —Griffin le hizo una seña para que siguiera hablando. Estaban rastreando el teléfono.

—¿Agradecerme? Hanae necesito que me digas ahora mismo donde estas.

—No puedo… Yo estoy en problemas y debo salir sola de esto.

—Hanae…

—Tengo que irme lo siento —Colgó la llamada.

—36 segundos. No alcanzamos a rastrearla —Comento Caesar.

—¿Qué quieres decir? —Pronuncio Tritón conteniendo su rabia.

—Su teléfono… no alcanzamos a localizarla.

—Pues manda a todos los skotádis que tengamos. Pero no podemos perderla.

—Señor… —murmuro Griffin.

—Lo único que necesito de tus labios querido Griffin es que vas a encontrarla.

—Es imposible el registro de la señal indico un lugar escondido en algún lugar de Escocia.

—¿Escocia?... Dijiste Escocia.

—Si mi señor… pero no pudimos localizar el lugar exacto —murmuro Caesar evitando verlo a los ojos.

—Tráeme un oráculo.

—¿Un oráculo? —pregunto Rinott asombrado —¿Para qué queremos un oráculo?

—Porque ha llegado el momento —murmuro entre una sonrisa.

—Es decir que…

—Ellos lo saben —susurro Rinott.

Ω

—¿Qué demonios estás haciendo Hanae? —Le grito Naxos. Quitándole el teléfono de las manos y lanzándolo al suelo rompiéndolo en el acto.

—Era una simple llamada Naxos.

—Oye amigo debes pagar eso —le dijo el chico de la gasolinera.

—¡Cállate! —le ordeno Naxos —Estamos huyendo y a ti se te da por llamar a tu amiguito.

—Oye… yo necesitaba de verdad hablar con el…

—Hanae…

—¡No Naxos! Es posible que ni salgamos de esto y yo solo.

—Ya te dije que.

—No —dijo interrumpiéndolo —Tu no me puedes asegurar nada. Yo se lo que he visto y tu de igual modos sabes que esta es una señal bastante clara —Naxos se acerco hasta estar frente suyo. Hanae podía notar su aliento entremezclándose con el suyo. Tomo su rostro y agacho su rostro hasta nivelarse.

—No importa lo que pase. Asi yo no salga con vida —Hanae lo fue a interrumpir —No… déjame continuar. Tu destino es ser por una vez feliz Hanae puede que esta sea una guerra que se nos escapa de las manos, sin embargo. Abra batallas en que nosotros podemos alterar su curso. Todo es cuestión de balance.

—Naxos…

—Está bien tener miedo. Eso te mantendrá alerta —le susurro —Ahora quita todos esos malos pensamientos de tu cabeza y sigamos con nuestro camino.

—Oye amigo. Me debes pagar ese teléfono —Naxos volteo los ojos con fastidio. Saco su billetera y le pago el teléfono y unos paquetes de comida y agua que tomo.

—Vámonos.

—¿Ahora qué sigue?

—Llegar a ese lugar antes que ellos.

—¿Qué quieres decir?

—Ellos ya deben tener nuestra localización Hanae.

—No puede ser posible Naxos.

—Son semidioses Hanae. No puedes creer de verdad que no cuentan con su recurso. Van a mandar de nuevo a una vestía tras nosotros. Eso es seguro.

—Mierda yo…

—No debes preocuparte.

—¿Cómo no debo preocuparme?

—Porque estás conmigo.

—Vaya que alivio.

—Oye amigo… esto no cubre ni la mitad del teléfono —Naxos se acercó al chico lo miro fijamente a los ojos