El acertijo de tu rostro - by Muv

✽ Capítulo 4 ✽

….

Los días en aquel lugar desconocido, parecían correr con una rapidez muy sutil, que te hacía disfrutar cada momento, pero que cuando el sol se ocultaba te hacía darte cuenta de que el tiempo era muy corto. Cada día que pasaba te hacía empezar a valorar un poco más el tiempo que pasas con las personas importantes o haciendo cosas que disfrutas.

            Ese día Natalie recogía fresas en su pequeña canasta, que como me había presumido antes, había elaborado ella a mano.  Nunca hubiese imaginado el montón de tiempo que exigía la siembra de frutos o vegetales. Natalie pasaba horas allí al igual que Arthur, su abuelo. A mí no me importaba contemplarla desde la ventana de la cocina, mientras me dedicaba a leer uno de los pocos libros de la colección que tenía Arthur en su pequeña repisa que él consideraba sagrada. Desde ahí tenía una vista maravillosa, podía ver a Natalie tararear cualquier melodía que se le ocurría, o regañando a cualquier insecto que hacía de las suyas y dañaba algún fruto. Nadie me había parecido tan interesante al hacer cualquier pequeña acción como lo hacía Natalie. Me hacía reír o sentir ternura con cualquier cosa que hiciera.

            Hace tiempo que me había dado cuenta que los sentimientos hacia Natalie estaban floreciendo más rápido que una planta de frijoles. Me había sorprendido tantas veces imaginando cualquier situación que nos involucrara a ella y a mí en un futuro juntos. Después de haber pasado tantos años en mi rutinaria vida de artista, con los normales bajones y subidones de ánimo, no había caído en cuenta de que me hacía falta un stop, un ancla.

            Y Natalie se había convertido en mis pies sobre la tierra.

            - ¡Dyli! ¡Tienes que venir a probar estas fresas, son las mejores que he cosechado! – cerré el libro al escuchar los gritos emocionados de Naty. Me levanté de un salto y salí al exterior de la casa para encontrármela comer el par de fresas más grande que había visto. Cuando me vio, atisbé cierto brío en sus ojos que me hizo sonreír al igual que ella. -Hola. -saludó cuando terminé de acercarme.

            -Hola, pequeña. - le devuelvo el saludo y observo embobado como sus mejillas se tornan de un rosado muy bonito por el apodo. La verdad era que nuestras alturas diferían mucho, yo le podía sacar fácilmente unas tres cabezas. Ella era tan pequeña como una adolescente en sus años de crecimiento, sino fuera porque me había revelado su verdadera edad -19 años- hubiera pensado que era una chica de bachillerato. - ¿Querías que probara una? -le señalo cuando nos quedamos en silencio. Ella asintió y me tendió uno de los jugosos frutos de un rojo muy intenso.

            Introduje una fresa en mi cavidad bucal mientras la miraba fijamente, sonrojándola todavía más. Era la masita más inocente que había visto. Me reí y ella volteó a otro lado por el evidente bochorno. Me acerqué a ella degustando de lo que tenía a ella, tenía razón, era una de las mejores fresas que había probado, pero un pensamiento en mi cabeza me había provocado una curiosidad.

            ¿Cómo sabría en sus labios? De seguro sabría mucho más dulce.

            Levanté su mentón con el dedo índice y pulgar y la obligué a mirarme. Por suerte no opuso resistencia, y me encontré con los luceros más bellos de mundo. Con mi mano a tientas atrapé otra fresa que estaba en su canasta entre mis dedos y la dirigí hacia su boca, invitándola silenciosamente a probar y dar el primer bocado. Ella mordió hasta un poco más de la mitad sin apartar la mirada y me dejó el resto a mí, resto que no tardé en meterme en la boca. Milímetro a milímetro, unimos nuestros labios. Primero lento, un casto beso que me confirmó la suavidad de los labios ajenos. Tenía razón, sus labios eran dulce, mucho más que la fresa, eran lo mejor que había probado.

            Sus labios se amoldaban a los míos a medida que el beso se hacía cada vez más intenso. Su mano se apoyaba de mi pecho y mi brazo rodeaba su cintura. El chasquido de nuestros labios era lo único que lograba llenar mis sentidos, al igual que el cálido tacto de la mano de Natalie sobre mí. Tomé todo, no me conformé con poco, quería incursionar en el maravilloso paraíso de su boca.

            Desde ese momento me declaré adicto al sabor de sus besos.

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Querido Lector:

Recuerden que entre los capítulos no hay orden cronológico. Esto pasó antes de lo que pasó en el capítulo anterior



#29043 en Novela romántica

En el texto hay: musica, romance, drama amor

Editado: 23.12.2021

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