El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 6

Capítulo 6

Dalia

Saltar y poder morir o... ir con la policía y morir en la cárcel.

Esas eran mis opciones. Solamente dos, y sin manera de huir de ellas para tener una tercera.

La mano de John seguía extendida a mi disposición, la tomaba y saltaba de este risco o no lo hacía y él sí saltaría dejándome a mí aquí.

—Saltemos —le susurré, porque no había otra opción. Literalmente.

Agarró con fuerza mi mano y corrió a la punta del risco. No había fuerza que me devolviera a la superficie, cuando mis pies ya estaban en el aire.

No quería ver abajo porque sabría que gritaría. Pero lo hice. Mire abajo, y pude ver como las olas del mar chocan contra las rocas de la superficie.

Cada vez estaba más cerca.

Hasta que sentí como fui golpeada por la fuerza de haber caído desde esa altura al agua.

Una vez abajo, abrí mis ojos y vi a John y debo admitir que este chico estando bajo el agua hace que me gusten todavía más esa mirada azul. Profunda e intensa.

No tenía la habilidad de permanecer bajo el agua por mucho tiempo, y él lo notó. Volvió a extenderme su mano y yo la tomé.

Había muchas rocas, con las que fácilmente podría chocar y perder la consciencia bajo el agua.

A pesar de haber tomado clases de natación, no soy buena nadando.

Pero tampoco se me dificulta estarlo haciendo, después de todo estoy siendo guiada por él. De su mano.

📌

Por fin pude observar algo más que algas, moho verde sobre rocas, y grupos de pequeños peces. Por fin emergimos a la superficie.

Y debo admitir que para que esto sea una cueva, se ve muy acogedora.

—¡Al fin! —exclamé.

—Solamente pasó 1 minuto —dice pasando su mano sobre su cabello mojado—, o menos. Eres una niña muy exagerada.

—Fue una buena idea —admití con la cabeza baja—, gracias.

¿Estaba siendo sincera? Sí.

¿Qué es lo que me está pasando? Debe ser estrés en mi cabeza. Seguro es eso, estas últimas horas han sido... insólitas.

Porque no acostumbro a serlo, el ser sincero con alguien lo veo como si estuvieras olvidando la razón por la que te conociste: tu superficialidad.

La primera vez que conozco a personas, es eso con lo que se quedan de mi "la primera impresión". Se quedan con lo superficial, y yo también.

—Tenemos un trato, ¿lo recuerdas?

Cierto, el trato.

Iré a la cadena de hoteles que está en la costa y podré comunicarme con quien sea, ¿porque eso no me emociona?

—Si te dejaba allí sola, con el policía —me dijo mirándome de pies a cabeza con algo desconocido en su mirada—. Podrías delatarme y eso sería fatal, muy fatal para mí.

—Ya veo —dije, con la mente llena de preguntas de las que mi curiosidad necesita saber sus respuestas—. ¿Cómo llegaste aquí?

Finalmente le pregunté, una de las muchas que tengo.

—Caminando —me contesta.

—Que gracioso, me refiero ¿porque? —volví a preguntar.

—Eso no te incumbe —me dijo.

—Seguiré preguntando, tengo una muy buena boca para hablar y preguntar todo lo que quiero saber —dije—. ¿Qué hay contigo y la policía? ¿Eres un prófugo?

—Deberías quitarte esa ropa —hace una pausa—, si estas con esa ropa húmeda te resfriaras. Y no quiero microbios cerca de mí.

—¿Cuánto tiempo lleva persiguiendo la policía? —volví a preguntar. Porque no me rindo fácil.

Es como <<7 rings>>, de Ariana Grande:

<<Lo veo. Me gusta.

Lo quiero. Lo consigo>>.

—Tiempo. —dijo. El parece estar disfrutando esto, parece disfrutar mi curiosidad.

—De hecho —comenzó diciendo—, soy yo quien debo estar haciendo las preguntas. Soy yo quien te está ayudando, no tu. Así que—

Se detuvo, mientras alzaba uno de sus brazos para quitarse su camiseta.

¡Qué vista! Debe ser el agua sobre su piel, tal vez, pero la piel en su rígido abdomen se ve muy brillante.

Jamás creí que debajo de esa vieja y sucia camiseta, estaría un abdomen majestuoso.

Acompañado de los pequeños pero muy visibles músculos en sus brazos y un rostro con rasgos faciales hermosos, además de su mirada azul profunda e intensa...

A Johhn le deberían rezar las chicas. Literalmente.

Tengo a la perfección encarnada en humano frente a mi.

—¡Niña! —me dice.

Salgo de mis hermosos pero indebidos pensamientos, —Perdón. Me quedé pensando en el atardecer.

El atardecer.

Que irónico, ya no se que es más perfecto. Si el atardecer o John.

—Me estabas viendo a mí —dice bajando la mirada con una pequeña risa en sus labios.

—No, no es cierto. Estás en mi campo visual, no significa que tengas mi atención en ti —dije, pasando a su lado y dejándolo atrás.

Él tenía toda mi atención.

Pero algo pasajero, no hay porque él tiene que saberlo.

Sé que es pasajero, una vez cada uno se vaya por su camino nos olvidaremos de la presencia del otro.

Tomé asiento sobre una de las rocas, quería que mi cuerpo y húmedo cabello recibieran los últimos rayos de sol que quedaban.

—¿Cómo te llamas? —escuche a su voz preguntar. Observe atrás, él ya estaba sentándose junto a la roca en la que yo estoy. Flexiono sus rodillas y estiró sus brazos.

—Eso no te incumbe —dije, utilizando las mismas palabras que él me repitió.

Escuche su risa ronca.

¿No se da cuenta?, que hasta su risa tiene grandes efectos en la aceleración de mi corazón.

—Buena jugada —dijo—, pero yo también tengo una buena boca para hablar y preguntar todo lo que quiero saber.

¿Así que así estamos?, utilizando las palabras del otro en su contra.




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