Una decisión irreversible
Rachel vuelve al nido, sus padres la apoyan, el hombre con quien se casó, no era el hombre que esperaba, ni el príncipe azul que siempre se imaginó, fue por ello que tomó una decisión irreversible, al descubrir que el hombre que le había llevado al altar, solo se casó con ella por interés, solo quería tener acceso a los bienes de su padre (aunque este no era multimillonario) era considerado en el pueblo un hacendado de muy buena posición.
Pero fue un gran error creer esto, pues su padre, si era cierto que tenía ganado, pero los que no conocían del negocio, no tenían ni idea que mantener una finca era también sacrificios y por el contrario acarreaba gastos en alimentos, medicamentos, porque para ese entonces, a pesar que el gobierno le daba créditos a los productores a través de la Asociación de Ganaderos, la vida en el campo era muy difícil, mucho abigeatos y la desidia de las autoridades, un mal insostenible que se ha venido acrecentando con el tiempo.
Estos recuerdos, le hacen pensar y entender a Rachel, razonando y reflexionando sobre el tema, va dándose respuestas a porque se emigra del campo. Ya que, al no contar con apoyo de los entes gubernamentales, ni políticas de sostenibilidad para la vida en el campo, es una necesidad imperiosa buscar oportunidades en la ciudad.
Además, que la educación se queda hasta el bachillerato y no se implementan actividades para dar continuidad de los estudios superiores, tales como establecer universidades o tecnológicos en la zona, granjas que formen talentos humanos y produzcan la materia prima a menor costo. Todo esto hace que se emigre del campo a la ciudad y el país no aprovecha las bondades que la tierra le provee para que se haga más productivo, que consumista.
Por un instante, dice en voz alta, es esto lo que debió y debería de hacerse, y si esto se hubiese pensado en los tiempos de bonanza, el país que le vio nacer, no estuviese atravesando por estas crisis que hoy desangra y divide a su gente en los de tiempos de Rachel adulta.
Rachel decide separarse y afrontar con su hijo Dave la situación, se convertía en una madre sola con su hijo, una más en las estadísticas de las familias materno filial, pero gracias a su familia y en especial de su hermano Anthony quien ya se había graduado de perito agropecuario y llevó una vida de negocios, él la apoyaba con los gastos para Dave. Sus tíos maternos Helen y Richard también la apoyan con un poco de dinero y le dan trabajo para que pueda criar a su hijo y seguir estudiando, una meta que no abandonó.
Por el contrario, le sirvió de motivación para seguir adelante, tenía que graduarse rápido y por eso decide no irse a continuar los estudios de Biología. Dado que había culminado sus estudios básicos tenía que irse a un núcleo universitario de otro estado a culminar la carrera. Es así como ingresa a otra universidad de modalidad a distancia, e inicia otra forma de vida, estudia y trabaja. Aunque eso para Rachel no es problema, porque desde adolescente tuvo que trabajar.
En ese andar por la vida, en sus momentos de reflexión, recordaba aquel breve cuento que “escribió en su mente: El Águila Blanca” y Rachel recorre las líneas de su primer cuento escrito cuando apenas contaba con 14 años, el cual trata de una joven adolescente que vio volar un águila blanca desde el ático y sintió una fuerza interior de ser como ella y volar lejos, en busca de un mejor destino, era un águila que avizoraba el lugar perfecto donde parar y el momento perfecto de emprender el vuelo. Es cuando en el sueño, el hada de los deseos, le cumple su mayor anhelo y la convierte en un águila blanca y le advierte que para volver ser humana, tenía que ser herida por un cazador y que por ello tenía que evitar ser alcanzada por una flecha.
Ante este cuento mágico de sus recuerdos adolescentes, Rachel sentía que el águila blanca, ya había sido herida, atravesada por la flecha de aquel cazador, se preguntaba: ¿Ahora, qué hago? ¿Qué será de mi vida? ¡Ahora, con un hijo de seis meses, sin casa, ni profesión, ni trabajo! Allí en ese momento, se reprochaba, se culpaba y se decía así misma: ¿por qué no obedecí a mi papá?, pero recapacita y se dice: “no es momento para lamentarse, no es momento de llorar”.
Esto de no llorar, y descargar su rabia y tristeza, le sobrevino problemas de salud, aguantar tanta tristeza, frustraciones reprimidas, rabias y miedos, sentimientos encontrados que hicieron que la joven madre somatizara, fiebres altas que los antibióticos no lograban quitarle, los médicos diagnosticaron una hiperamigdalitis y fue necesario realizar una junta médica para discutir su caso. Exámenes y médicos llegaron a la conclusión que todo era causa de algo emocional y es que la peor debilidad de Rachel es no saber manejar sus emociones.
Un aspecto que Rachel considera importante debe darse es el de educar en emociones, desde los primeros años de vida los padres deben educar basándose en que el niño aprenda a gestionar sus emociones, es imprescindible que el niño o niña vaya acumulando experiencias que le ayuden a convivir en sana paz con sus emociones, porque estas no pueden ser las dueñas de tu vida, aunque forman parte de tu ser, no son las dueñas de tus acciones.