Ella era una adolescente de radiante sonrisa,
que esperaba a su verdadero amor.
Una joven llena de felicidad.
Pero nunca jamás recibió,
la misma cantidad de amor que dió.
Ella que siempre reía,
ella que siempre buscaban la felicidad.
La encontró.
Donde menos esperaba.
Dónde menos creía.
Él estaba ahí.
Con la luz de atardecer,
haciendo su cabello brillar.
Y ella lo vió,
él la miró,
y ambos pudieron jurar,
que su amor iba a ser tan grande
e inmenso,
como el mismísimo universo.
Pero algo pasó,
todo iba perfecto,
pero ella sabía que algo pasaría.
Él no sólo la tenía a ella.
También tenía a otra.
Entonces ella se derrumbó,
y juró,
no volver a enamorarse
nunca más.
Pero su juramento se rompió,
esa noche de septiembre,
donde sus labios unió
con su nuevo amor.