Olivia ya no bailaba, pero sí que disfrutaba de la música con los ojos cerrados, dejando que todo
la envolviese. Ryan y Luke habían comenzado a beber entre baile y baile, Ellin se había unido a su
familia y ella había conocido a muchos lobos, tantos que los nombres se entremezclaban en su
mente.
La música dejó de sonar abruptamente. Abrió los ojos y el número de personas había crecido
exponencialmente. Pronto los gruñidos le indicaron que no se trataba de un hecho normal, mucho
menos cuando cuatro grandes lobos rodearon a Ellin y a sus hijos flanqueándola como auténticos
guerreros.
Olivia se ocultó entre el tumulto, tratando de pasar inadvertida y descubrir qué era lo que estaba
ocurriendo.
De pronto un gran hombre se abrió paso entre la multitud. Caminaba con paso demoledor y
confiado, portaba su mentón erguido mostrando que no tenía miedo alguno y que controlaba la
situación mucho más que el resto.
Sus cabellos negros reposaban sobre los hombros de un traje italiano carísimo, seguramente
hecho a medida. Sus zapatos golpearon el suelo haciéndolo tronar, tan duramente que Olivia sintió
el impulso de encogerse. Todos estaban tan tensos que supo que no era una visita de cortesía.
Buscó a Ryan con la mirada y lo encontró semioculto tras la espalda de Luke; el Devorador era
una buena carta a tener en cuenta ante un enfrentamiento, aunque deseaba no llegar a ese
extremo.
—Querida Ellin, te veo bien.
La voz del recién llegado fue profunda, como si viniera de las mismísimas entrañas del infierno.
Casi pudo sentir como todas sus alarmas saltaban y la instaban a estar alerta. No podía huir de
aquel lugar, pero sí plantarle cara.
—Alix. ¿A qué debemos esta visita?
La loba mantuvo con orgullo el temple al mismo tiempo que tomaba con ambas manos a sus hijos
por los hombros.
El recién llegado miró con desprecio a los pequeños y mostró levemente los dientes.
—Bonita prole. Siempre pensé que tu marido te haría una loba gloriosa, llena de lobos por todas
partes.
Olivia comprobó el leve titubeo que tuvo Ellin durante un segundo. Apretó con más fuerza a sus
hijos y casi pudo escuchar su corazón acelerarse.
—¿A qué has venido? —preguntó enfrentándose al recién llegado.
—Corre un rumor… uno jugoso. —Miró a su alrededor y ella se escondió tras una columna con
lentitud, tratando de no llamar la atención—. Habéis salvado otros pobres híbridos descarriados y
apaleados, pero con una diferencia: esta vez hay una hembra entre los supervivientes.
Un lobo gruñó suavemente sobre su nuca y Olivia se quedó totalmente paralizada. Al momento
sus brazos la rodearon apoyándose contra la columna, afianzándola fuerte entre sus brazos. Ella no
supo si gritar o pelear.
—Soy de la manada, no te separes de mí —susurró en su oído.
Eso debía calmarla, no obstante, no lo hizo. Siguió mortalmente aterrorizada.
—¿Y por qué te interesaría a ti una hembra superviviente? —la voz de Ellin le hizo retomar la
atención.
Alix miró a su alrededor como si contara a los presentes, se tomó su tiempo como si no importara
el miedo infundado. Finalmente, contestó:
—Tengo curiosidad. Debe ser alguien especial y no solo porque sea la hermana de la mujer del
líder de los Devoradores de pecados.
¡Oh, sí! Ahí estaba el kit de la cuestión. Ese era el motivo por el cual estaban allí, la buscaban por
Dominick. Era la forma más cercana de llegar hasta ellos sin asaltar la base. Olivia cerró ambas
manos hasta convertirse en un puño. No pensaba dejarse coger y que con su ayuda hicieran daño a
Leah o a la pequeña Camile.
—No está aquí. No sé donde la esconde Lachlan, no quiere que nadie esté con ella.
—Claro, la quiere para él solito. Yo soy más de compartir.
La broma enfureció a muchos por algún motivo. Aquel hombre no era un grato invitado y podía
comprobarlo mirando las caras de los de la manada de Lachlan.
Los lobos nuevos apretaron un poco más a la gente y el que la protegía se aferró más
fuertemente a ella. Su cuerpo estaba tan próximo que no había zona que no notase sobre su piel,
aquel hombre pensaba mimetizarse de ser necesario.
—Vas a decirme dónde la esconde tu hermanito.
Su tono había cambiado, se hizo más duro y profundo. Ignorando a los pequeños tomó a Ellin de
la barbilla y la acercó tanto a su boca que casi pareció que la besaba. El marido de la loba gruñó y
trató de forcejear con el que lo contenía, pero fue inútil.
—¿O qué? —preguntó la loba.
—O tus apestosos niños sufrirán las consecuencias.
Olivia se removió. Era el momento de salir y enfrentarse a aquel hombre. Empujó hacia atrás y su
cuerpo no se movió ni un ápice, es más, recibió un gruñido a modo de respuesta. El hombre que la
contenía no pensaba lo mismo.
—No puedo dejar que hagan daño a los niños.
—Quieta aquí —ordenó sin temblor alguno en su voz.
Pero no era buena acatando órdenes. Tomó aire y quiso gritar alto y claro dónde estaba, no
obstante, su protector parecía conocerla bien ya que le tapó la boca justo a tiempo. El agarre fue tan
fuerte que dolió, gimoteó levemente y trató de morderlo.
—Deja de comportarte como una niña malcriada y aguanta —se quejó.
¿Cómo hacerlo cuando la vida de muchos corría peligro por su culpa?
—No sé donde la tiene —dijo Ellin poniendo énfasis en cada sílaba pronunciada.
—Bien, podemos jugar a esto un poco más, soy paciente.
Alix chasqueó los dedos y uno de sus hombres se abrió paso entre la multitud arrastrando a una
mujer sujeta por la nuca. Olivia trató de verla bien a pesar de su posición, quiso sacar un poco más
la cabeza de detrás de la columna, pero no la dejaron. Comenzaba a estar harta y agobiada con el
hombre que quería mantenerla a salvo.
La mujer caminaba hacia Alix con la mirada alta y el paso seguro, como mostrando que no tenía miedo a todos aquellos enormes lobos que habían tomado la plaza. Sus cabellos largos y rubios
como rayos de sol caían hasta media espalda en una coleta a medio deshacer.
La pusieron ante el Alfa y en sus ojos no hubo muestra alguna de temor, al contrario, su azul
cobalto mostraron ira y fuerza. No era una mujer a la que tratar como una princesa indefensa, era
una guerrera.
—Queridísima Aurah, me alegra volver a verte.
—No puedo decir lo mismo —contestó ella al mismo tiempo que le dedicaba una mortal mirada al
hombre que la sostenía y gruñía con fuerza.
Alix hizo un gesto con la mano para que la soltasen y eso ocurrió casi al instante. Eso hizo que la
loba se relajase un poco, pero no había quitado la amenaza real.
—Ellin, vas a tener que elegir entre tu querida hermana o entregarme a Olivia.
Sí, ahora tenía que librarse de su protector para acabar con aquella situación. No importaba si la
comparaban con el resto de vidas que había allí, no podían calificarla como alguien mejor que el
resto. No valía la pena jugársela por alguien tan roto como se sentía.
—Te repito que no sé dónde está.
Ellin era tan estúpidamente cabezota que provocó que se desesperase.
—Suéltame, no vale la pena —susurró a través de la mano que seguía sobre su boca.
—No. Va a tratar de mataros a las dos hagamos lo que hagamos.
Alix rodeó por la cintura a Aurah, esta se sobrecogió, pero trató de ocultarlo de todas las formas
posibles. La sonrisa que lució el Alfa a continuación fue tan repugnante que Olivia sintió que su
estómago se ponía del revés.
—La última vez que estuvimos juntos lo pasé muy bien. Quiero que me des otra cita —comentó
Alix completamente perdido mirando los labios de la mujer que retenía contra su cuerpo.
Una imagen clara comenzó a formarse en su mente. Aquellos dos habían sido pareja en algún
momento y todo había acabado muy mal, de lo contrario, aquella reunión no estaría siendo tan
tensa.
—¿Te vas a venir conmigo en el lugar de Olivia? —preguntó acariciando su mejilla.
Y, sorprendentemente, Aurah asintió.
Se acabó el tiempo de soportar todo aquello. No podían seguir así y pensaba morder a quien
tenía atrás si eso la ayudaba a ser libre.
Tomó aire para gritar lo más fuerte que pudiera y que sonara por muchas manos que pudieran
tapar su boca, pero antes de que eso ocurriera un aullido feroz rugió en el cielo.
Todos se quedaron paralizados y se miraron entre ellos. Ella parpadeó levemente antes de que
un segundo aullido lo cambiara todo. Ella misma pudo reconocer ese tono de voz, ese aullido
pertenecía a Lachlan y se acercaba a ellos a toda prisa.
El semblante de los invasores cambió completamente, gruñeron fuertemente y comenzaron a
agitarse. Al parecer, no les gustaba la nueva visita que estaban a punto de recibir.
—Parece que tenemos visita, con las ganas que tengo de hablar con vuestro Alfa.
Y la guerra estalló en aquel instante por culpa de un tercer aullido, este había sido muy diferente,
como si tuviera palabras en su interior que hubieran obligado a todos los lobos presentes a plantar
cara.
Quisieron contenerlos, sin embargo, no fueron capaces. Las transformaciones por parte de
ambas manadas fueron rápidas y las dentelladas comenzaron a estar presentes.
Olivia contuvo el aliento cuando, a su lado, uno de los de la manada invasora perdía media
yugular cuando otro mordía sin piedad. Quiso deshacerse del agarre, pero este la tomó del codo y
tiró de su cuerpo separándola de la columna.
—Haz lo que te diga —le ordenó en su oído cerciorándose que la escuchaba.
No pudo decir nada más, ya que Olivia se descubrió a sí misma gritando fuertemente cuando vio
que un lobo se abalanzó sobre los cachorros de Ellin.