"El Alpha "

❤Capitulo 12 ❤

—Leah, deberías calmarte primero.
La susodicha estaba cargando la mochila de las cosas de Camile en un Jeep, la pequeña estaba
en su carro jugando a hacer levitar un par de juguetes sin parar de reír ajena a la tensa
conversación que tenían sus padres.
—Da gracias que no me vaya al edificio de mujeres solo para estar lejos de ti —contestó
totalmente enfurecida.
Cerró el maletero con demasiada fuerza y provocó que Dominick cerrara los ojos con auténtica
desesperación.
—No es culpa mía que hayan atacado a la manada.
Leah, la cual estaba a punto de tomar a la pequeña en brazos, se detuvo en seco y lo señaló con
dedo.
—Toda la culpa es tuya. Te dije que Olivia se debía quedar aquí en la base, pero no, la dejaste ir
con un total desconocido. ¿Es que no ves que los han atacado para llegar hasta ti?
El jefe de los Devoradores asintió dándole la razón mientras Leah metía en el coche a la
sonriente Camile, la cual trató de babear la cara de su madre y ella respondió con tiernos besos en
sus mofletes.
—Reforzaremos la seguridad como hemos hecho aquí. Veremos que Olivia está bien y podrás
respirar tranquila.
—Tú no vienes conmigo, voy con Doc.
El susodicho llegó hasta ellos y al sentir la conversación se detuvo en seco como si estuviera a
punto de entrar en el ojo del huracán. Hizo una leve mueca y fingió mirar el teléfono para evitar que
le dijesen algo.
—¿Doc? ¿Ese es mi sustituto cuando las cosas se ponen mal?
—Uno de tantos, también tengo a Hannah, Brie, Chase, Dane, Pixie… la lista es larga.
Dominick le dedicó una sonrisa sardónica y decidió dirigir su atención a Doc. Este se encogió de
hombros como si no pasase nada.
—¿Te has prestado a esto?
—Me lo ha pedido y no he sabido decir que no.
Entonces él asintió y sonrió tratando de no dejar que su ira explotase sin más. Se acercó a Leah
tratando de dialogar, pero supo por su mirada que no iba a ser capaz de eso. Su mujer estaba
enfadada y preocupada a partes iguales, cosa que comprendía perfectamente, pero no veía justo
que lo pagase con él.
—Iré delante, que este coche me siga —le dijo suavemente.
—Claro, abusas de tu autoridad. Yo no tengo que obedecerte.
—Protección, Leah. Y más si te llevas a la pequeña.
Fue entonces cuando cedió levemente, si se trataba de la protección de Camile podía
convencerla un poco.
—De acuerdo.
—Deja que prepare un equipo pequeño y vamos a ver a tu hermana —pidió suavemente.
Cuando asintió trató de besarla, pero esta giró la cabeza y se negó, haciendo que Dominick riera
levemente. Leah tenía carácter y le gustaba tanto que parecía imposible que cada día estuviera más
enamorado.
Leah lo vio marchar a toda prisa para buscar a la gente que los iba a acompañar. Conocía bien a
su marido y supo los que iban a ser sus compañeros en ese viaje.
De pronto se fijó en la mirada jocosa de Doc y se cruzó de brazos fingiendo estar enfadada para
inspirar algo de temor.
—¿Qué es tan divertido?
—Lo rápido que cedéis el uno con el otro. En el fondo sabes que él no ha tenido la culpa.
Leah bufó, sacó a Camile del coche cuando sintió que empezaba a llorar y la meció en sus brazos
suavemente.
—Lo sé, pero podía haberles pasado algo grave. Han muerto lobos por nuestra culpa y Ryan
también estaba allí. No sé qué haría si les pasara algo.
—El novato y Olivia están bien. Obvio que es terrible haber perdido vidas por esta causa y lo
lamento con todo mi corazón.
Ella sonrió e hizo una mueca. Los pensamientos se agolpaban en su mente de forma tan
atropellada que no fue capaz de exteriorizarlos. El miedo era un sentimiento poderoso y amar a su
gente podía provocar perderlos.
—¿Mejor? —preguntó Doc.
—No sé cómo podías llamarle papá.
El doctor sonrió de soslayo y sus ojos de colores parecieron brillar levemente.
—Era un hombre distinto antes del asesinato de mi madre.
Leah se sintió culpable por preguntar semejante grosería.
—Lo siento.
—Han pasado muchas décadas desde entonces, tantas que los humanos nos han olvidado.
Doc había reinado bajo su nombre real, Anubis. No se atrevía a preguntar qué había hecho en
aquella época para ganarse el nombre del dios de la Muerte, pero también sabía que era uno de los
dioses más venerados de la época.
—¿Alguna vez tendremos paz o le dejamos guerra la nuestros hijos?
—Acabaremos con él y Camile tendrá un hermoso porvenir —contestó mirando con auténtica
adoración a la pequeña, la cual había comenzado a aprender a abrir los botones de las camisas con
su magia.
Doc rio tratando de vestirse mientras la pequeña insistía en arrebatarle la prenda.
—Vas a ser un tormento para tus padres.
—Su padre va a matar al que se acerque a ella.
—Siendo como es Dominick no me cabe la menor duda.
***
—Ahora mismo voy.
Chase colgó el teléfono. Dominick quería un grupo de apoyo para visitar la manada. La noticia del
ataque había corrido como la pólvora y no era de extrañar que Leah pretendiera ir. Estaba seguro
que Dominick habría recibido algún tipo de reproche por parte de su mujer. Ella no había sido
partidaria de dejar marchar a Olivia.
Los pitidos de las máquinas que daban soporte a Aimee llenaron los silencios. Apenas había
dormido un par de horas tras el encuentro con Seth que había vuelto a visitarla. Algo le pedía
permanecer allí, como si ella fuera a abrir los ojos y tuviera que estar acompañada.
—Debo irme. Atacaron una manada amiga y debo acompañar a Dominick para cerciorarnos que
Leah regrese sana y salva —explicó como si de algún modo ella pudiera escucharlo.
—Si piensas despertar te pediría que me esperases, no quiero que lo hagas sola.
Al salir saludó a los guardias que custodiaban la puerta. Sí, Dominick había puesto seguridad en
el hospital por miedo a lo que encontrarían cuando la diosa despertara. Como si ellos fueran
capaces de detenerla.
Dane lo saludó al verlo pasar, sin Doc, Leah y Ryan el hospital quedaba bajo su mando. El pobre
iba a tener que lidiar con todos los nuevos enfermeros que correteaban por allí.
—Que sea leve —le deseó Dane.
—Eso debería decirlo yo.
Su amigo se encogió de hombros.
—Los tengo bajo control.
Era una suerte.
Chase siguió su camino y sintió una opresión en el pecho cuando abandonó las instalaciones.
Una parte de él le pedía cerciorarse que la diosa estaba bien. Todos coincidían que no podían hacer
más por ella que esperar y ese tiempo se estaba haciendo largo.
¿Tendría familia o amigos buscándola? ¿Se habrían percatado de su ausencia?
—Parece que nos vamos de excursión.
La voz de Nick lo sorprendió, no se lo esperaba en el grupo de ida a la manada de los lobos. Lo
miró con el ceño fruncido.
—¿Algún problema? Solo cumplo órdenes.
—Creí que al ser el segundo líder te quedarías aquí.
Nick asintió comprendiendo sus palabras.
—Dominick quiere que estreche lazos con el Alfa, que nos llevemos bien y esas cosas por si él se
ausenta algunos días.
Era comprensible, llevaba mucho peso sobre sus espaldas y descansar o unas vacaciones le
ayudarían a relajarse. Nick debía acostumbrarse a tomar el mando de su raza y tenía mucho
camino para estar a la altura.
—¿Vienes de verla?
La pregunta fue tan abrupta que Chase carraspeó levemente aclarándose la garganta antes de
contestar un leve “sí”.
—¿Crees que alguien la busca? —le preguntó a Nick.
Este miró al cielo pensativo, como si miles de ideas golpeasen su mente una y otra vez y no lo
dejaran salir a respirar a la superficie. Dominick lo había elegido segundo al mando por unos
motivos claros que todos desconocían, confiaba en su jefe, pero Nick se había convertido en un
enigma.
—Es posible, pero quizás no todos los que lo hacen son amigos.
—¿A qué te refieres?
Casi habían llegado a la entrada de la base donde dos coches los esperaban, la conversación
debía seguir en otro momento, aunque Nick se apresuró a contestar señalando hacia el hospital.
—Los dioses puros como ella tienen un enemigo mayor que Seth.
—¡Por fin! ¡Sois los más lentos de toda la base! —exclamó Leah con los brazos en jarras
plantada ante ellos.
Nick hizo un par de palmadas al aire.
—Es que como buenos reyes de la fiesta que somos Chase y yo nos gusta tener una entrada
acorde a nosotros.
Leah puso los ojos en blanco al mismo tiempo que negaba con la cabeza. La ironía de Nick
resultaba graciosa en algunos momentos, aunque le gustaba demasiado jugar con ella. Cualquier
día lo vería corriendo por la base huyendo de la humana.
—Quiero ir a ver a mi hermana y a Ryan, subid de una vez al dichoso coche o me voy yo sola aún
a riesgo de que a Dominick le dé un ataque al corazón.
Chase hizo un gesto de obediencia militar con la mano en la frente y estando completamente
firme.
—Sí, mi señora.
Leah decidió ignorarlos y subir al coche con Doc, justo al hacerlo el motor arrancó y se dirigieron
a la salida.
Dominick apareció ante ellos directo a la puerta del conductor del otro vehículo, cosa que los
extrañó a ambos. Chase decidió callarse, pero Nick carecía de ese atributo, así que decidió hablar
aún a riesgo de morir:
—¿Problemas en el paraíso?
—Calla y sube.
—Claro, la mujer lo echa a dormir en el salón y yo pago los platos rotos.
Chase negó con la cabeza.
—No haber hablado —añadió.
—Gracias, compañero.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.