—Entra —le ordenó Luke suavemente a Ryan.
Ya eran cerca de las cuatro de la mañana, habían peinado la zona en busca de todos los rastros
de la manada invasora. No quedaba ninguno de ellos en sus tierras y habían aumentado la
seguridad en la zona.
Alix había entrado tras noquear a todos sus centinelas. Por suerte había tenido piedad y se
encontraban con vida.
—No te preocupes por mí —contestó Ryan al pie del porche de su casa.
—¿Y dónde vas a dormir? ¿En el coche?
El muchacho quedó pensativo unos segundos antes de sonrojarse y asentir.
—Vamos, hombre, entra. Estarás más cómodo en mi habitación de invitados.
Pero Ryan volvió a negar con la cabeza, algo que exasperó levemente al lobo. Después de la
noche que habían tenido solo tenía ganas de ir a su cama a lamer sus heridas y descansar; no
estaba para tratar con un carácter tan infantil.
—Soy gay no un violador. Lo de ir desnudo es por ser lobo, ya sabes —comentó molesto.
Tras la transformación a humano aún no había tenido tiempo de ir a vestirse.
—No es eso, es que no quiero molestar. Esperaré en el coche a que venga Leah.
Luke cerró los ojos. Era un idiota creyendo que se trataba de una ofensa homofóbica, solo era un
chico tímido y dulce.
—¿Molestar? ¿Te han golpeado muy fuerte en la cabeza, Devorador?
Ryan abrió los ojos a causa de la sorpresa para luego fruncir el ceño confuso.
—Yo solo…
Antes de poder acabar, Luke ya había comenzado a hablar.
—De no ser por ti muchos lobos hubieran muerto. Tú y tus poderes nos habéis venido de perlas.
Ese control mental es muy útil.
Se sonrojó y el lobo no pudo más que sonreír. ¿Cómo podía ser un caramelito tan dulce?
Había malinterpretado la amistad que se estaba forjando entre ellos y se arrepentía enormemente
de haber tratado de tener una cita con él.
—Gracias —tartamudeó.
¿Por qué en un momento como ese solo pensaba en besarlo? Y dado que el Devorador era
heterosexual era muy difícil conseguirlo.
Suspiró y casi suplicante dijo:
—Entra y duerme un poco. Mi habitación de invitados tiene una cama que será mucho más
cómoda que tu coche.
Lo vio asentir dándole la razón. Estaba claro que cualquier cama podía ser más cómoda que
cualquier vehículo.
Cuando Ryan cedió suspiró aliviado, abrió la puerta y le dejó entrar. Lo guio al piso superior de su
casa y caminando por el pasillo hasta llegar a la habitación. Al abrir la puerta y encender la luz le
enseñó la que iba a ser su cama por una noche.
Era una habitación muy funcional, ya que apenas había muebles más que un armario, una mesilla
de noche y una cama individual vestida con sábanas de verano. La verdad era que no tenía
demasiadas visitas y no tenía mucha necesidad de ir cambiando la ropa de cama a cada
temporada.
—Voy a por una manta, ve poniéndote cómodo —le indicó.
No tardó en regresar a pesar de que se detuvo para ponerse ropa interior. Llegó cargado con una
manta mullida y suave que le dejó al final de la cama.
Ryan se había sentado en el borde y se había quitado la camiseta. Luke no estaba preparado
para ver aquel torso musculado al aire. De acuerdo, al ser lobos y quedar desnudos tras la
transformación era fácil ver cuerpos sin ropa, pero no de alguien que le atraía tanto.
Su piel era pálida y su pecho apenas tenía vello. Sabía bien que no era un adolescente sino un
hombre hecho y derecho, pero su cuerpo no era tan velludo como el de otros hombres. Sus
músculos marcados fueron un manjar para la vista en los que evitó quedar prendado para no
incomodarlo.
De pronto vio una herida con un aspecto nada bonito.
—Ey, esa herida no tiene buena pinta.
Ryan se tocó con cierto dolor e hizo una mueca. Era en el costado izquierdo, el lobo que le había
alcanzado lo había hecho con saña sin embargo, por suerte, no había desgarrado el músculo.
—No es nada.
—Y una mierda, las heridas de una garra pueden infectarse con facilidad.
Y desapareció sin decir nada. A toda prisa se dirigió al baño donde tomó el botiquín de primeros
auxilios.
Volvió y fue directamente hacia el joven sin mediar palabra. Abrió el botiquín y le indicó que se
acercara. Ryan negó con la cabeza y subió ambas manos en señal de detención.
—No te preocupes por mí, me la lavo y listo.
—Vamos, Devorador, estoy tan cansado que no quiero discutir. Te lo desinfecto en un momento y
nos vamos a dormir antes de que me caiga rendido aquí mismo.
Y cedió, negando con la cabeza, pero lo hizo.
Luke abrió la caja y sacó un par de gasas y una pequeña botella de suero. Mojó la gasa y fue a
tocarle, aunque se contuvo a pocos centímetros de la herida.
—¿Puedo?
Ryan asintió, alzó un poco el brazo izquierdo para darle mejor visibilidad y se dejó curar.
Luke estuvo un poco tembloroso cuando tocó su piel con la gasa, casi se sintió un adolescente
con las hormonas revolucionadas cuando lo hizo. Suspiró un poco molesto consigo mismo y se
obligó a ser todo un hombre.
Cuando limpió la herida tomó el desinfectante y le puso una cantidad generosa.
—Son muy afiladas —comentó el Devorador.
—Lo son y son capaces de desgarrar la carne que se le ponga en medio. Has tenido suerte.
Y era cierto, él mismo lo había sufrido en sus propias carnes.
Cuando terminó lo tapó con una gasa y un poco de esparadrapo. No sabía el ritmo de curación de
aquella raza, los lobos lo hacían a toda velocidad y con dejarlo al aire al día siguiente no tendría
nada, pero no quería que él se infectara por no tener los cuidados necesarios.
—Gracias.
—No hay de qué.
Guardó las cosas en su botiquín y fue a irse. Antes de hacerlo dio una última mirada al
Devorador. Era evidente que se sentía algo incómodo en su casa, pero no le preocupaba, iba a ser
una noche corta y podría regresar a su casa.
—Descansa —dijo antes de salir.
***
Decir que Leah había revolucionado la ciudad era quedarse corto.
Había escuchado a la loca de su hermana gritando cuando había puesto el primer pie en el suelo
de la calle. No es que estuviera histérica, que lo estaba, es que estaba frenética por verla.
Olivia abrió la cortina de su habitación y al ver su larga cabellera rubia sonrió. Llevaba a la
pequeña Camile en brazos y señalaba con el dedo al coche que aparcaba detrás del suyo.
—Si llegas a conducir más lento le quito el volante a Doc y conduzco yo.
Dominick salió del otro coche.
—¿Lento? Si nos pilla un radar no sale ni la matrícula en la foto. Entiendo que tengas ganas de
verla, pero debes calmarte.
Una palabra difícil para su hermana.
De pronto se descubrió a sí misma sonriendo como una tonta cuando el Devorador abrazó a su
mujer y la besó fuertemente. Leah lo empujó levemente y le hizo un pequeño mohín. Estaba muy
contenta de que su hermana fuera tan feliz con ese hombre a su lado.
—Al igual Lachlan está durmiendo —comentó Chase.
—¡A mí ese saco de pulgas me da igual! O veo a Olivia o tiro la casa abajo.
Sí. Esa era su hermana y era capaz de hacerlo.
La puerta de su habitación se abrió dejando entrar la cabeza de Lachlan, el pobre tenía tanto
sueño que apenas era capaz de abrir los ojos.
—Creo que no hace falta que te diga quién ha llegado.
—Acabo de sentirla.
Lachlan bostezó.
—Tú y toda la ciudad.
Casi se sintió mal por el pobre lobo. Debía descansar un poco más, pero no podía decirle a Leah
que viniera más tarde. Bueno, en realidad sí podía, pero no iba a hacerle el menor caso porque ella
era así, impulsiva por naturaleza.
—Os dejo con ellos, yo tengo que ausentarme un momento —explicó Lachlan.
—¿No te quedas? —preguntó sorprendida.
Frunció el ceño, le resultaba extraño que se marchase en el momento en el que habían llegado
los Devoradores. No era propio de él.
—Ayer fallecieron dos de los nuestros, debo visitar sus familias, dar el pésame y preparar el
entierro que se merecen.
Su corazón se encogió por culpa del dolor. No se había preocupado en preguntar si había habido
fallecidos. No era justo que por culpa de Alix hubiera muerto alguien.
—Oh, santo cielo, lo siento muchísimo.
—Yo también y pienso vengar sus muertes.
Acto seguido sonrió y la señaló.
—Deja eso para los mayores, ve vistiéndote para verles o Leah tirará abajo la casa.
Asintió.
Lachlan comenzó a cerrar la puerta cuando ella cayó en la cuenta de algo y gritó:
—¡Espera!
El lobo, sorprendido, abrió nuevamente y preguntó qué ocurría.
—¿Y el celo?
—Cuando notes llegar el punto más alto te subes aquí, cierras con llave y sales al sentirte mejor.
Nosotros seremos capaces de contener los impulsos.
—Gracias —suspiró aliviada.
Lachlan asintió y se marchó, esta vez sin marcha atrás.
Olivia no se tomó tiempo vistiéndose, lo hizo a toda prisa para poder ir a abrazarla. Corrió por las
escaleras y no se detuvo a saludar a Ellin cuando esta salió a ver qué era lo que estaba ocurriendo.
Cuando la loba llegó a la puerta, la abrió y se lanzó sobre Leah y Camile sin que estas pudieran
reaccionar. Hacía tanto que no la veía que no pudo evitar emocionarse y llorar mientras las
apretaba a su cuerpo.
—Olivia, cielo, ¿estás bien?
Ella asintió frenéticamente.
—Me alegro tanto de veros.
—Pues menos mal que decíais que la loba era algo rancia.
La voz de un desconocido se llevó toda su atención y lo miró confusa. La verdad es que parecía
un rockero o algo por el estilo. Chase le dio un codazo en las costillas para pedirle que se callara,
pero a Olivia no le importó, era cierto que en la base no había tenido su mejor carácter.
—Cariño, no se lo tengas en cuenta. Es un idiota.
—Ese soy yo, Nick el idiota —sonrió ampliamente.
No pudo evitar reír por el comentario.
—Es el segundo al mando. Vino a la base hace algunos meses para que Dominick tuviera algo
más de tiempo libre —explicó su hermana.
Era una buena idea.
Notó una presencia a su espalda y se giró para ver de quién se trataba. Ellin y los pequeños
estaban allí mirando con cierto estupor a los recién llegados.
Olivia se separó de su hermana y su sobrina y se secó las lágrimas. Se acercó a los lobos y los
presentó a la multitud.
—Estos son Ellin, una de las hermanas de Lachlan y sus pequeños que se llaman… —Se quedó
en silencio al no saberlo y se sonrojó.
Ellin tomó la iniciativa y prosiguió.
—Encantada. Como bien ha dicho Olivia soy una de las hermanas de Lachlan. Somos cuatro
hermanos, Amberly, la mayor, Lachlan, yo y Aurah. Mi marido, Howard, está dentro y estos son mis
hijos Iris y Remi.
Todos asintieron y se presentaron a los lobos, aunque ella supiera de quiénes se trataban.
—Lachlan ha tenido que ausentarse, pero podéis pasar y acomodaros. Prepararé algo para
desayunar que seguro que tenéis hambre.
Todos se dirigieron hacia el interior.
—No puedo creer que el lobo tenga hermanas. Encima mucho más simpáticas que él.
—Tienes toda la razón, es mucho más agradable que el primer día que conocimos a Lachlan.
Leah chistó a Nick y a Chase.
—Si no sabéis comportaros mejor que os metáis en el Jeep y regreséis a casa.
Ambos sonrieron como buenos niños y se callaron.
—Los tienes bajo control —comentó Olivia.
—Y más después de saber que habías salido herida… —comentó Dominick.
Cierto, su hermana ya había demostrado que era capaz de todo por su seguridad. Así había
comenzado todo y habían acabado en las manos de Sam. Ahora aquello parecía lejos, pero habían
sido unos tiempos muy difíciles para ambas en las que podían haber perdido la vida.
Dentro de la casa se encontraron con el marido de Ellin. Tras las presentaciones pertinentes
pasaron al comedor y tomaron asiento excepto Chase y Doc que fueron a echar una mano.
Nick decidió sentarse en el suelo, fue algo extraño y no pudo evitar quedárselo mirando cuando
sus manos se iluminaron y comenzaron a salir unas bolitas de colores a modo de burbujas que los
pequeños empezaron a cazar.
—Es sorprendente —susurró hipnotizada.
—Sí, es una niñera excelente.
Olivia rio levemente con el comentario de su hermana.
—¿Se queda muy a menudo con Camile?
—Jamás, soy un peligro para los niños —contestó Nick irónicamente.
Leah le dio a Camile, la cual se abrazó al Devorador y dijo:
—Lo dice porque una vez la pequeña hizo levitar un jarrón, lo rompió y le reñí a él diciéndole que
se podía haber cortado. Es un poco rencoroso.
Nick fingió ofenderse.
—Claro, la culpa para mí.
Cada Devorador era más sorprendente que el anterior. Todos ellos poseían poderes fantásticos y
no sabía bien cómo estar preparada para la siguiente vez que viera algo asombroso de parte de
aquellos seres.
—No sé cómo consigues vivir entre ellos sin morir de un susto.
—Te acabas acostumbrando —contestó sin más.
Sonaba fácil, pero en los últimos años su vida había cambiado enormemente. Ya no eran dos
inocentes humanas que poco conocían del mundo. Ahora ambas vivían en dos mundos extraños
rodeados de seres capaces de todo; hasta ella era algo distinto.
Pasados unos minutos absortas en la magia de Nick, Leah dio un respingo y la miró fijamente.
—¿Dónde está Ryan?
Olivia cayó en la cuenta de que el Devorador estaba con ellos cuando el ataque de Alix. No había
vuelto a preguntar por él y se sintió fatal por no haberlo hecho. Sabía bien que era el niño mimado
de Leah y su protegido.
—No tengo ni idea…
Ellin entró cargada con unos platos y cubiertos.
—Está con Luke, no te preocupes, Leah. Seguro que están durmiendo.
Pero Leah no estaba conforme con la contestación y su mirada lo dijo todo. Quería cerciorarse de
que su pequeño estaba bien.
—Luke es nuestro Sargento mayor más fuerte. Estuvieron expulsando a la manada invasora y
acabarían tarde. Saben que venías y vendrán, pero si quieres les llamo.
Sorprendentemente, su hermana logró mantener su desesperación maternal y asintió dejando
que el Devorador pudiera descansar un poco más.
—Tranquila, no dejaríamos nunca que le pasase nada malo.
—Eso espero —susurró Leah.
Sí, era única y no siempre se podía contener.
Y era la mejor mami de todo el mundo entero. Estaba orgullosa de ella y de la mujer en la que se
había convertido.