Al provenir de la Familia Miura, no había duda que Ryusei crecería cerca de las cámaras, set de grabaciones y gente del espectáculo. Kimi Hara llevaba en brazos a un pequeño Ryusei de apenas once meses de edad por los sets de la Casa Productora Miura cuando se presentó un problema en la grabación de un comercial de pañales para bebés. El niño que debía aparecer ante cámaras sonriendo feliz porque su delicada piel no se irritaba al usar la marca de pañales que había pagado por el spot publicitario estaba llorando y ni su madre que lo acompañaba en el estudio lo podía calmar. Por su experiencia como actriz, Kimi se acercó con su nieto en brazos para darles algunos consejos que hicieran que el pequeño modelo se calme y pueda continuar con su trabajo, pero nada funcionó. Al tener dos horas de retraso y ver que el llanto no paraba, el director a cargo de la grabación le pidió a Kimi que les ayudara permitiendo que su nieto fuera el bebé que saliera en el comercial. La afamada actriz no había reparado que Ryusei cumplía con todas las características necesarias al querer ayudar a que el pequeño que había sido seleccionado pudiera cumplir con su rol, pero al no encontrar una solución para su llanto a la actriz le pareció corrector reemplazarlo. Así fue como Ryusei participó por primera vez en una producción audiovisual para una publicidad.
La frescura de su sonrisa y el que pudiera ser apoyado por su abuela, quien conocía del negocio de la actuación muy bien, le ayudaron a que sea elegido para un sinnúmero de comerciales mientras iba creciendo. Desde productos de higiene, alimentos para niños, hasta anuncios en que debía participar como un niño juguetón que tras ensuciar sus ropas lleva a su madre a utilizar el súper detergente que estaban promocionando, Ryusei se fue ganando un nombre como modelo publicitario.
A su padre y abuelos Miura les hacía sentir gran orgullo que el pequeño Ryusei fuera tan requerido por las agencias publicitarias, pero a Harumi no le gustaba mucho, ya que ella no había pensado en la posibilidad de que su hijo se dedique al mismo negocio que su padre y abuelos paternos habían desarrollado en sus vidas. Ella pensaba que podría inclinarse por un día trabajar al lado de su abuelo Kiyoshi y tío Kenji en los negocios que Los Sato tenían, pero más pudo la sangre Miura que corría por sus venas para terminar encantado con ese mundo que al grito de «luces, cámara y acción» materializaba una realidad alternativa, haciendo que un actor se convierta en lo que sea necesario para contar una historia que cautive los corazones de la audiencia.
Así fue que a los once años empezó en el mundo de las películas y doramas, al lado de su padre, ya que más de una vez interpretó el papel que ya realizaba en su vida: la de hijo de Takeshi. Al cumplir los quince años una conocida marca de ropa juvenil lo contrató para que sea la imagen de sus productos en Japón, ya que tenía lo que buscaban: belleza varonil, juventud y popularidad. Las jovencitas iniciaban los grupos de admiradoras que lo seguían a todos lados, apoyándolo en su carrera para que continuara hasta llegar a ser como su padre: un galán de producciones televisivas y de cine. Él agradecía a sus admiradoras y a todo el público que se tomaba el tiempo para mirar las producciones en las que participaba, luciendo siempre humilde, educado y muy agradecido con quienes le daban la oportunidad de crecer en el mundo de la actuación.
Sin embargo, así como hay gente que te ama sin que tú hagas mucho para obtener su aprecio, también hay quienes se nombran tus enemigos por no haber hecho nada. Ser un Miura traía consigo algunas desavenencias. Había gente que envidiaba lo que Dai y Takeshi habían logrado en la vida: éxito y tener al lado a una mujer excepcional. Más de uno estuvo detrás de Kimi durante sus años de juventud, y que aceptara los cortejos de Dai hasta llegar al matrimonio, destrozó el orgullo de varios que con el tiempo alcanzaron poder y no olvidaron que perdieron el corazón de la bella actriz y modelo ante el productor de cine y televisión. Lo mismo pasaba con Takeshi, que al enamorarse y casarse con la primogénita de una de las familias multimillonarias del Japón lo puso en la mira de los envidiosos, ya que no solo provenía de una poderosa familia en el mundo del espectáculo, sino que se había unido a una que lo era en lo económico y político.
Porque aún era muy joven y querían mantenerlo fuera de todo lo malsano que traían consigo los enemigos de su padre y abuelo, hubieron hechos del pasado que los adultos se callaron pensando que era lo mejor para el jovencito que empezaba a madurar enfrente de los flashes y viviendo en los sets de grabaciones. Sin embargo, tomar esa decisión no fue la mejor de todas, ya que, por inocente e ignorante de las malas intenciones de la gente, fue fácil de engañar, manipular y herir emocionalmente, hasta hacerle desear su propia muerte.
A los dieciséis años, Ryusei recibió una propuesta de participar en un dorama que la productora de una cadena televisiva para la que nunca había trabajado estaba planeando. Por cuidar de su carrera, su padre y abuelos habían siempre hecho que él solo trabaje en comerciales, programas y películas que la empresa de Los Miura producía. El recibir la propuesta de una casa productora distinta fue tomado por el adolescente como una gran oportunidad, ya que otros estaban aceptando su talento y creyó que era el momento para diversificar su trabajo, haciendo ver a los inmiscuidos en el espectáculo que él podía trabajar con todos sin excepción. Algo le decía a Harumi que su hijo no debía aceptar esa oferta, que aún era demasiado joven para trabajar bajo los estándares que ellos no podían modificar, pero la noticia de la posible participación de Ryusei en la producción ajena a la empresa de su familia ya se había filtrado en la prensa, así que, para no crear una sensación de que el joven actor no era tan bueno porque solo podía trabajar con su familia, aceptaron que Ryusei sea parte del elenco de ese nuevo dorama.
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Editado: 11.09.2023