El Amor a veces Duele

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Empecé a mirar a mi alrededor caminando entre las personas que bailaban. Cada vez daba pasos mas rápidos con las ansias de encontrar la salida.

Era la primera vez que había perdido de vista a todos mis amigos, una sonrisa apareció en mi rostro al ver el cartel verde que decía “salida”.

Cruce la puerta y el frio aire de la noche choco mi rostro, tome una inhalación profunda tratando de calmar esas repentinas nauseas.

<<Aire puro sin nicotina>>

Tome mi móvil del pequeño bolso que tenía colgado y la pantalla estaba casi oscura.

—¡Astrid! ¡Casi llamamos al 911! —exclamo una voz a un lado.

Gire mi cabeza encontrándome con una joven adolescente que acomodaba sus gafas.

A sus espaldas se encontraban los demás a pocos metros del estacionamiento.

—No me sentía muy bien allí dentro —dije para caminar junto a ella acercándonos a los demás.

—Recuérdame no salir con adolescentes —se quejo Payton que tenia cara de pocos amigos.

Miré hacia donde estaban las motocicletas y fue en ese momento donde me encontré con su mirada, él estaba de brazos cruzados y como siempre trataba de disimular lo que le pasaba.

—Hay una fiesta en la casa de Marianne —hablo mi primo Josh.

—Me imagino que llevaran a la guardería a esos niños —comento el sujeto de gran tamaño que estaba al lado de él.

—Lo siento señor del geriátrico —dijo Dustin el novio de Becca.

—Cállate mocoso que por tu culpa estamos aquí afuera —le reprocho Josh.

Otra vez las miradas llegaron a mi porque llevar a mi prima de quince años al antro no había sido la mejor idea.

—¡Bueno pero podemos seguir divirtiéndonos! —hablo Lean que mostro una gran sonrisa.

Mis ojos llegaron a Brick que seguía mirándome fijamente.

—Danna y yo llevaremos a los menores —se ofreció Lean mirándome a mi y guiñándome un ojo.

—Bueno entonces vamos a la otra fiesta —dijo Payton a mi lado.

Y fue donde la mire poco convencida porque ya no quería mas fiesta por ese día, había bebido solo un vaso de Martini y mi estomago no estaba en las mejores condiciones.

—¿Por qué te quedaste callada? —insistió Payton.

—Vamos Astrid yo te llevo —hablo Brick subiéndose a su motocicleta.

—Tengo que terminar un trabajo para presentar el lunes —dije mirando a Payton que solo me miraba seriamente.

—Siempre pones excusas casi ni siquiera sales con nosotros —ella miro hacia Brick— no quiero imaginarme los motivos.

Fruncí el ceño porque entendía perfectamente a que se refería ella.

—No es lo que tu piensas solo es mi primer año de la universidad.

—Todos excepto el y Chuck —dijo mirando a Brick y luego al grandulón que estaba en otra motocicleta— y Josh.

—Ya estamos a punto de terminar la preparatoria amargada —respondió Chuck.

No quería seguir discutiendo con Payton porque sabia que otra vez empezaría a hablar mal de Brick.

Me acerque hacia el que me mostro una débil sonrisa y fue lo único que me relajo en esos momentos.

—Nos vemos allá —se despidió Chuck mirando a Brick.

El solo asintió mientras extendió su casco hacia mi.

—Hoy no es mi día —dije arrepintiéndome por cuarta vez en la noche de haber salido.

—Lo se —el mostro una picara sonrisa.

No dije nada y solo me subí detrás de el para aferrarme a su cintura para luego salir de allí.

De un momento a otro sentí como la velocidad de la motocicleta aumentaba, me acurruqué más contra su espalda.

La fría brisa de la noche chocaba con nuestros cuerpos cerré mis ojos, recordé lo bien que me sentía esas veces que él y yo andábamos en su motocicleta.

Observe como poco a poco en frente nuestro iba apareciendo ese gran edificio que ya era tan familiar para mi, Conocía perfectamente aquel lugar y sabia cuales eran nuestros planes para esa noche.

Acomodo la motocicleta en el sitio que siempre la dejaba y yo me baje para acomodar el apretado vestido que llevaba.

El extendió su mano para que yo la tomara, así nos dirigimos hacia el ascensor que subió hacia casi el último piso.

—Eres afortunado de que aun siendo un joven de preparatoria vivas en un departamento así —dije dejando mi bolso sobre el sofá en forma de L que tenía en la sala. 

—Siempre dices lo mismo cuando venimos aquí —él se acercó a mi pasando una de sus manos por mi cintura.

Con su otra mano tomo mi rostro para acercarme hacia el y juntar nuestros labios. Esos labios que me encantaba saborear y que en mi me hacían desearlo por completo.

Ese beso que poco a poco iba tomando intensidad convirtiéndose en una suave pelea entre nuestras lenguas.

El en un rápido movimiento me elevo para que yo envolviera mis piernas alrededor de sus caderas, sin romper aquel beso y a pasos torpes llego a su habitación.

Mi espalda quedo sobre su cómoda cama con aquel cubrecama de color gris que tanto me gustaba estrujar entre mis manos.

—Este vestido te queda muy hermoso —el acerco su mano hacia el escote del vestido que solo se podía ver una parte de mi pecho— aunque en estos momentos me agradaría más verte sin nada.

Sus labios fueron directos a mi cuello donde empezó a repartir besos, sentía el calor y las ganas de sentirlo más cerca de mi.

<< Efecto Brick >>

Mis manos se deslizaron hacia su camisa desprendiendo casi con mucha facilidad los botones.

En frente mío apareció aquel torso tan perfecto que solo quería pasar mi lengua por aquellos cuadraditos.

El parecía ser tallado por los mismísimos dioses griegos.

<< ¿Podía existir un hombre con tanta belleza? >>

Si, y estaba en frente mío mirándome deseoso de tener cada parte de mi.

En un rápido movimiento se deshizo de aquel vestido color negro y solo dejándome en bragas.




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