FLORENCIA, ITALIA
MARENA
Tener a Aram en casa y ser una familia de cinco ha sido un poco desafiante, pero a la vez el viaje más maravilloso del mundo porque estoy aprendiendo lo que realmente significa ser una familia, lo que el amor incondicional es y como una red de apoyo puede ser la mejor vitamina del mundo. Porque no digo que tener a un bebé pequeño en casa sea fácil con otros dos menores de ocho, pero a la vez ver a Ale y a Rafa ser hermanos mayores es mágico y maravilloso.
Ariel es el mejor padre que podría desear para nuestros hijos, y sí, también es la mejor pareja del mundo. Nunca me había sentido tan amada, valorada, respetada y protegida como con Ariel cada día de nuestras vidas juntos. Amo nuestro pequeño idilio y lo cuido como tal.
Encontrar el equilibrio los primeros meses no fue muy sencillo, pero paso a paso nos fuimos acoplando y la familia ha sido un apoyo maravilloso al ayudarnos con los niños cuando retomé mis clases en el orfanato, aunque la ventaja es que puedo llevar a mis hijos al trabajo también.
Mi vida antes de llegar a Florencia parece tan lejana que me es difícil imaginarme una realidad que no sea esta, con Ariel, nuestros hijos y nuestra familia. Con Bruna, con Yahir, Luciano y Pippo. Ver hacia atrás no cambiaría tener a mi Rafa, mi bebé hermoso que me enseñó la mujer que puedo ser y me enseña cada día con su inocencia y ese corazón tan puro y noble que tiene, como es capaz de ver lo mejor de otros y hacerle frente a las adversidades con una sonrisa; es más fuerte de lo que su mami puede ser y estoy muy orgullosa de mi bebé valiente.
—¡Aram, ven aquí!
La puerta se abre de golpe y mi bebé rojo viene dando tumbos descalzo porque desde el mes pasado que empezó a caminar no quiere ponerse zapatos por nada del mundo, ni siquiera hoy que celebramos su primer añito aquí en la casa con una fiesta de cumpleaños. Que nunca son fiestas pequeñas con esta inmensa familia que somos.
—Mamiiiiiiiii. —chilla y camino hasta él para alzarlo y llenarlo de besos que lo hacen reír. Mi hermoso bebé pelirrojo de ojos color avellana y la sonrisa de su padre es lo más adorable del mundo.
Al principio creíamos que sus ojos iban a ser azules como los de Ariel, pero han resultado ser una mezcla de los suyos y los míos que hace a Rafa muy feliz porque dice que tiene ojos de cafecito como los suyos.
—Mi amor hermoso, hay que ponernos zapatos hoy. —expreso y niega rotundamente con su cabecita.
—Misión imposible, mi Mare, —Ariel entra con los zapatos en la mano—, tendremos que aceptar que nuestro hijo quiere vivir salvaje como en la selva.
—¡Ariel! —exclamo y su sonrisa perfecta me hace suspirar.
—Ya sé, yo también estoy pensando en que quiero comerme a mami, pero más tarde. —repone y sacudo la cabeza, sintiéndome afectada por sus palabras porque siempre encontramos un momento para estar juntos. Y tantos tíos y abuelos maravillosos nos han permitido mantener nuestra relación de la mejor manera.
—¿Qué vamos a hacer con tu papi, Aram?
—¿Papi? —Señala a Ariel que llega a nosotros.
—Amarme locamente, ¿qué más?, ¿verdad, hijo? —Deja un beso en la cabeza de nuestro hijo que nos acerca a ambos con sus bracitos, es muy afectuoso y le encanta dar besos y abrazos, además que le encanta que le hagan mimos y eso lo hace dormir con facilidad.
—Momo. —balbucea.
—Nosotros también te amamos, hijo. —Le beso la mejilla, pero él tira la tela del vestido y sé que quiere su tetita.
Me descubro al instante y lo acomodo para que coma, no lo voy a destetar aún y tanto Ariel como mi suegra me instan a que le siga dando hasta que él quiera o ambos estemos listos para el destete.
—Lo dejamos descalzo, total, estaremos aquí en la casa y el jardín.
—Vamos.
Camino orgullosa con mi bebé en brazos porque en todo este proceso he aprendido a aceptarme y aceptar mi maternidad, a aceptar mi cuerpo y la mujer que soy cada día. Todos están ya reunidos afuera y los niños corren por doquier. Mi sueño de una familia unida es ahora una realidad. Nuestra realidad.
—Titi y Adam.
Yahir viene corriendo con la mejilla llena de chocolate y Ariel lo alza para limpiarlo.
—¿El tío Dome te estuvo dando chocolates?
—Su papi. —responde y Ariel sacude la cabeza.
—¿Dónde está mami, Yahir? —pregunto.
—Echitos con papi. —responde—. ¿Echito a bebé?
Ariel lo acerca a Aram para le dé un besito en la cabeza, nuestro hijo tira un poco de su cabello y Yahir se suelta, es cariñoso, pero no le tires el cabello o lo empujes porque se enoja. Aram se despega solo de la teta y suelta un sonoro eructo.
—Oh, oh. —Yahir se cubre la boca.
—Ouuuu. —replica mi hijo y empieza a reírse, pero ya se mueve para que lo baje.
—Okay, a libre demanda es esto, ¿no? Al rato regresas por otra dosis. —Lo dejo de nuevo en el piso y sale corriendo afuera con Yahir.
—Ve con ellos, voy por un vaso de agua y los alcanzo. —Ariel me da un corto beso y me encamino a la cocina para ver a Alessia montada en un banquito y tomando un tequeño de los que trajo Vicky.
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Editado: 07.01.2024