La tarde pinta bien, y el encierro solo me provoca estrés, así que decido salir a dar un paseo por los alrededores del palacio. Es bueno que me familiarice con el entorno. Camino por un buen rato, me siento bien estar rodeada de naturaleza, es como si fuera parte de mí.
El sonido de caballos relinchando llama mi atención. Decido ir a ver qué está pasando y encuentro a los encargados de los establos alimentando y aseando a los ejemplares, pero al parecer hay uno que no está dispuesto a colaborar. Me acerco a Ónix y sonrío al verlo correr libremente. Enseguida se acerca a mí.
—Hola, amigo ¿me extrañaste? —el caballo resopla—. ¿No? Que malo eres Ónix, yo sí te extrañé. —La verdad es que tengo la costumbre de hablar con los animalitos, siento que ellos me entienden—. ¿Dejas que yo me ocupe de ti?
Tomo un cepillo y me acerco con cautela, para mi asombro y el de los demás, Ónix parece dispuesto a colaborar. Paso el cepillo por la negra y larga crin del caballo, me resulta tan acogedoramente relajante que no siento el tiempo, es como si de pronto todos mis problemas han desaparecido y lo único importante es ese momento. Mi mente por fin da un respiro de todos esos pensamientos.
Ónix parece comprender lo que estoy sintiendo, es una terapia para mi alma. El caballo en ningún momento se mueve y solo se limita a seguir mis movimientos con su mirada.
»Eres un consentido, Ónix —digo dándole un beso en su testuz—. Gracias por ser bueno conmigo. —Tomo una manzana y se la doy, él la come directo de mi mano, repito la acción varias veces hasta que se terminan.
—Veo que tú y el salvaje han hecho buena amistad. —Es Dragfor el que ha llegado.
—Su nombre es Ónix —respondo cruzándome de brazos.
—No te encariñes mucho —advierte—, luego desaparecerá, es su hábito: viene de vez en cuando, algunas veces solo come y nunca duerme en los establos.
—Eso era antes. Ónix sabe escoger muy bien a sus amistades, no le gusta estar cerca de cualquiera —digo mostrando una sonrisa de satisfacción.
—Dicen las buenas lenguas que los salvajes se entienden entre sí —responde Dragfor divertido.
—Lo que tienes de grande lo tienes de tonto. Sabías que son las verdaderas damas las que saben domar a las bestias más salvajes.
—Con todo respeto, princesa, pero me temo que eres una chiquilla malcriada a la que siempre le gusta tener la razón.
—Tengo la impresión de que te caigo mal —digo mostrando mi mejor sonrisa—. Mi intuición me dice que no confías en mí, porque desde que me empezaste a tratar ha sido un poco, como diría… irritante conmigo.
—Sinceramente no, sólo me pareces una princesita obstinada —asegura.
—Puede que tengas razón —respondo riendo descaradamente—. Sabes algo, me agradan las personas directas, así que hay oportunidad de que en el futuro tú y yo podamos ser muy buenos amigos.
—Estaré encantado de poder gozar nuevamente de tu amistad —susurra.
—¿A qué te refieres con nuevamente?
—No me expresé bien, sé que eres la mejor amiga de Shani, más me vale empezar a tolerarte, porque estoy seguro que si le toca escoger salgo perdiendo.
—Ya veo de dónde vienen tus celos —me burlo de él—, pero no te preocupes, que ahora la tendrás para ti todo el tiempo que desees.
Él solo me muestra una sonrisa pícara en respuesta.
—Hasta pronto, princesa —dice con la intención de retirarse.
—¡Dragfor!
Él se detiene.
»¡Gracias!
—No tienes porqué agradecerme; si vamos a ser sinceros, te diré que todo lo que hice fue por Shani.
—Quisiera algún día encontrar un amor como el de ustedes —confieso sintiendo una opresión en mi pecho.
—Eres aún muy joven e inexperta, tienes una vida por delante, pero cuando el amor llegue, lo sabrás.
—Solo deseo tener la capacidad de poder discernir entre la atracción y el amor verdadero —declaro pensando en Breymont y por una extraña razón también en Mondrag.
Cuando conocí a Breymont, llegué a pensar que lo que me hacía sentir podría ser el comienzo de lo que era estar enamorada, pero ahora sé que no es así. Mis sentimientos más profundos ahora le están empezando a pertenecer a alguien más y estoy odiando con todas mis fuerzas no poder controlarlos, pero vamos, siendo honesta siempre he sido así: emocional. «Qué injusta es la vida» pienso. ¿Por qué debo cargar con el paquete completo de Tirsha? Aún así, no soy ella, y puedo elegir mi destino. No importa cuánto ella lo amó, o los errores que él cometió, debo ser fuerte y saber diferenciar lo que yo quiero y lo que es producto de una conexión que me mantiene atada a un pasado tormentoso, el cual debo descubrir, porque si bien tengo recuerdos, aún hay muchas incógnitas, sé que algunas respuestas las puedo obtener del mismo Breymont, pero debo encontrar el momento oportuno, no es como si esté dudando de lo que mi padre me expuso, pero debo escuchar las dos versiones. Ahora lo entiendo.
—Eire, ¿estás escuchando? —cuestiona Dragfor.
—Lo siento, me distraje ¿Me decías algo?
—Te estaba comentando que iremos a la ciudad principal de Eirlea. Sería un verdadero honor que nos acompañes.
Editado: 29.07.2023