—Se te hará tarde para ir a la escuela— dijo mi madre mientras me miraba a los ojos.
—Me importa un carajo si se me hace tarde, no me cambies el tema mamá— respondí enojada.
—Sólo tuvimos una pequeña discusión Beca, no te preocupes— dijo mi madre y evitó mirarme a los ojos en ese momento. Ella mentía.
—¿Por qué?— pregunté.
—Tu padre llegó muy borracho, y yo me enojé. Él se enfadó mucho y se fue— dijo mi madre. Tenía sentido, pero mi padre no era de tomar mucho.
—Mamá, no me mientas por favor, yo sé que lo que estás diciendo no es verdad. Mi padre nunca ha tomado más de dos cervezas, él es muy responsable— dije tratando de que me mirara a los ojos.
—Responsable, si claro— susurró sarcástica y seriamente.
—¿Qué dijiste?— pregunté alzando la voz.
—Tu padre no es tan responsable como crees, yo también lo creía, pero me dí cuenta que no es así. Es un patán— decía mi madre enojada.
—¿De qué estás hablando?— pregunté y alcé una ceja.
—Damián me engañó. Él ama a otra mujer— dijo con voz quebrada. Ella estaba a punto de llorar.
Yo me quedé en shock totalmente...
—¿Q-qué has dicho?— pregunté. Tenía un nudo en la garganta.
—Eso, tu padre me dijo que amaba a otra— dijo mamá y comenzó a llorar desesperadamente.
Yo sólo la abracé. ¿Cómo era posible que mi padre tan amoroso hiciera algo así?
—Tranquila madre, todo estará bien—le dije.
Sólo pude decirle eso, no salió nada más.
Me dirigí a la escuela sin poder sacarme de la cabeza lo que estaba pasando.
—Beca, amor— escuché la voz de Brayan detrás de mí.
—...
—Lamento no haber podido ir a la fiesta, tuve un compromiso— dijo tan relajado.
—¿Qué compromiso?— pregunté.
—Verás, mis amigos me invitaron a una cita a ciegas— dijo y sonrió.
—¿Cita a ciegas? ¿Estás bromeando? ¡¿Por qué fuiste a una cita a ciegas teniendo novia!?— reproché molesta.
—Beca tranquila, mis amigos me lo pidieron tenía que hacerles el favor amor, son mis amigos no podía fallarles— dijo y trató de abrazarme.
—Aléjate— dije y lo alejé.— ¿Son tus amigos? ¿No podías fallarles? ¿Y tu novia? ¿A mí si me puedes fallar?— demonios, estaba a punto de llorar.
—A ver, ¿por qué estás tan insoportable hoy? ¿Andas en tus días?— dijo extrañado, y con un tono egocéntrico. Lo odiaba.
—Eres un idiota— dije y me alejé de ahí. Él, no corrió trás de mí.
No pude concentrarme en las clases y los maestros me llamaron la atención varias veces. Seguía sin creer lo que había pasado, quería convencerme de que era un sueño y pronto despertaría.
Receso.
Las voces de mis amigas resonaban en mi cabeza mientras yo estaba en las nubes.
—Beca, escuché que peleaste con Brayan— comentó Fer.
—¿Qué? ¿Se pelearon?— preguntó Kareli intrigada y sorprendida.
—Yo escuché que tienes un romance con John Adams— dijo Ximena molesta.— ¿Qué tan cierto es eso?— preguntó.
—Beca responde— dijo Silvana.
—...
—¡¿Por qué carajos estás con John sabiendo que a mí me gusta!?— gritó Ximena molesta.
En ese momento reaccioné, después de 5 segundos.
—Ni siquiera te importa un poco— respondí seria.
—¿Qué estás diciendo Rebeca Smith?— preguntó Ximena alzando la voz.
—Basta chicas— dijo Fer preocupada.
—Estoy diciendo que John Adams no te importa ni un carajo. Te rechazó y en seguida conseguiste a alguien más para bailar— respondí molesta.
—Eso no cambia que me guste mucho— dijo Ximena.
—Ahora lo entiendo todo— interrumpió Kareli.— Brayan se enteró de su romance y por eso pelearon, ¿cierto?— preguntó.
—Hablan como si no me conocieran— respondí molesta y en seguida me levanté de la mesa. Rápidamente Ximena me tomó fuertemente del brazo.
—¿A qué te refieres? Imbécil— preguntó Ximena y frunció el ceño.
—Explíquenos, señorita Smith— dijo Kareli molesta.
—¿En serio creen que yo tengo una relación con ese tipo? ¡¿Por qué rayos hablan así de mí si me conocen perfectamente!?— exclamé molesta.
—Exacto chicas— interrumpió Fer.
Por fin alguien me defendía, eso creí.
—Es Rebeca Smith, la chica más narcisista del mundo; que piensa que por ser rica ya es mejor que nosotras— dijo Fer con una sonrisa malvada.
—Ahora lo entiendo, pobre de Brayan— dijo Silvana.
—Ustedes— dije.— ¿Ni siquiera les consta? ¿Ni un poco?— pregunté. Estaba a punto de caer, no había notado que la gente nos miraba.
—¿Por qué debería constarnos?— preguntó Ximena.— Todas sabemos que eres una zorra— dijo y sonrió.
Las voces de las personas comenzaron a resonar en mi cabeza, unas hablaban mal de mí, otras sentían lástima. Yo no sabía, no tenía idea... de que estaba rodeada de personas tan falsas.