1 mes después
No está mal tener sueños y esperanzas, creer que en algún momento algo increíble te va a suceder. No está mal, eso nos ayuda a seguir todos los días, los sueños son el motor que nos ayuda a levantarnos día a día, sin sueños no hay esperanzas y una vida sin esperanzas, es una vida vacía.
Eso creo.
Cuando yo era pequeña soñaba con poder volar, quería irme lejos, muy lejos al reino de nunca jamás y no regresar. Con los años ese sueño siguió ahí, pero ahora era un poco más realista y sabía que eso no podía ser. Pero irme a Italia con mi abuelo fue mi manera de volar, Italia fue mi reino de nunca jamás. A veces tenemos la oportunidad de cumplir nuestros sueños, pero no de la forma que hubiéramos esperado o de la manera que queríamos. Siempre me ha pasado eso, siempre mis sueños no se cumplen de la forma que yo quisiera y también me ha tocado ver desde la acera como algunos sueños se volvían cenizas frente a mis ojos y se los llevaba el viento. Como mi sueño de tener una familia se fue cuando mi mamá murió y también mi sueño de mi hogar feliz.
Porque la vida da, y la vida también quita.
A pesar de eso traté de mantenerme positiva, pensar que en algún momento yo podría tener una familia, pero no quería hijos, un esposo sí, pero hijos no, incluso llegué a imaginar que raza de perro íbamos a tener. Pero esa idea fue quedando archivada en mi cabeza y no le di muchas vueltas. Hasta que conocí a Ian y me imaginé nuestra boda, mi vestido, nuestro primer baile, nuestra luna de miel. Y también me imaginé como serían nuestros hijos, no pude evitar cuando me imaginé a un pequeño de pelo oscuro con mi color de ojos tocando el piano. La imagen me produjo tanta ternura, un deseo increíble que se hiciera realidad, algo que nunca antes me había pasado. El sueño de tener hijos entró en mi vida. Empecé a soñar con un hijo de Ian, un pequeño que sería nuestra copia, fruto del cariño que nos tenemos.
Oh, pero olvidé lo peligroso que son los sueños.
Claro, no esperaba que eso sucediera ahora, sino hasta dentro de unos cinco años. Pero ese sueño me hacía sonreír cada vez que pensaba en él. El pequeño niño sentado frente al piano estaba casi siempre en mis pensamientos, lo sentía tan real, tan mío. Y ver como ese sueño se volvía cenizas frente a mis ojos y la realidad me lo escupía en la cara, simplemente me rompió un poco. Ver como un sueño se rompe siempre duele, ya antes me había pasado, pero este me dolió más porque también estaba robando los sueños de Ian.
—Usted es estéril —me dijo la doctora—. Lo siento mucho, pero hay otras opciones.
Y no pude evitar pensar en la conversación que mantuve con David antes de ir a mi cita con la doctora.
—Espera —me dijo David— ¿Crees que estas embarazada? ¡Qué fuerte! Pero como mierda no te cuidaste, Emma. No estoy psicológicamente preparado para que me llamen tío David. Y tú estás mucho menos preparada para ser madre, te das cuenta que casi siempre haces caer todo, ¡Oh Dios mío! Vas a terminar matando a ese bebé y vas a tener que huir y claro yo como tu mejor amigo voy a huir contigo. Qué horror, ves lo que has hecho, ahora somos prófugos de la justicia y todo porque a la niña le gano la calentura y no se cuidó.
Siempre me sorprende cuanta imaginación tiene David, en menos de cinco segundos se hizo la película de cómo sería nuestras vidas y eso que sólo le dije que tenía un retraso. Cuando David termina de hablar se para frente a mí con los brazos cruzados y una mirada asesina. Me mira y levanta levemente el mentón en señal que hable, está esperando una explicación.
—Sí me cuido, lo juro y deja el drama es solo un retraso.
Él sigue con la misma mirada.
—Seguro eso le dijo mi mamá a mi papá Y aquí estoy yo. Eso te pasa por estar solo follando con él. ¿Es que no saben hacer otra cosa?
Lo miro molesta y trato de tirarle algo, pero no consigo nada que lanzarle.
—No pasamos solo teniendo sexo, hacemos muchas otras cosas.
David revira los ojos y hace una extraña mueca con su boca.
—Sí claro y mi abuelita murió virgen.
No puedo evitar soltar una risa y él me mira aún más molesto.
—David tu abuelita sigue viva.
—Eso no es lo que importa, Emma, el futuro padre de tu bebé es el esposo de tu hermana. Sólo imagínate la reacción de tus hermanos cuando se los cuentes porque tendrás que contárselos.
La idea de huir y no volver luce muy agradable en mi mente, pero no se la comento a David porque estoy segura que me mata.
—Seguro no pensaste en eso, en cómo iba reaccionar Alex que te adora y te tiene en un altar. Como excusa, dile que era una superstición sueca acostarse con el esposo de tu hermana.
Alex, no he pensado en él, pero en este momento tampoco quiero hacerlo. Tampoco pienso en la reacción de Ian y en como lo va a tomar, aunque brevemente hablamos de eso y él me dijo que sí quiere hijos, dos o tal vez tres. Pero él jamás dijo que los quería ahora.
—Mira no me voy a preocupar por eso. Sacaré una cita con mi ginecóloga y después de eso me preocuparé todo lo que quieras.
Llamo a la oficina de la ginecóloga y saco una cita con su secretaria. Cuando termino la llamada David se sienta a mi lado en el sofá y me abraza. Yo recuesto mi cabeza en su hombro y sonrió.
—Sabes que siempre podrás contar conmigo —me dice con cariño—, pero no puedo evitar preocuparme por ti.
Soy tan afortunada al tenerlo como amigo.
—Si es niña quiero que se llame Hope y si es niño quiero que se llame como su papá —suelto de repente.
La imagen del pequeño frente al piano desaparece frente a mí y yo no puedo hacer nada para detenerla, solo me quedo ahí mirando como la vida se lleva una vez más mis sueños.
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Editado: 12.07.2022