El amor existe

CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 1

Toda mi vida creí que el amor verdadero no existía. Así fue hasta que los conocí a ellos. Pero no nos adelantemos, primero voy a presentarme: soy Itzel Dubois, hija única de un matrimonio que, si se les pudiera llamar así, era más bien una sociedad empresarial. Mis padres fueron personas muy privilegiadas, y yo, como única hija, disfruté de la vida de lujos que me brindaron. Aprendí muchas cosas, no solo de ellos, sino también de las personas que los rodeaban. Cuando cumplí 15 años, terminé la secundaria; mis maestros siempre decían que era muy inteligente para mi edad, y tenían razón. Disfrutaba los elogios, y mi amiga solía decir que era una persona vanidosa, pero yo solo aprovechaba mis cualidades. Y lo hacía bien: cobraba por hacer tareas, trabajos e incluso por hacerme pasar por la novia de algunos compañeros. Todo para distraerme del infierno que era mi hogar.

Mis padres, grandes empresarios y exitosos en sus trabajos, querían que siguiera su ejemplo, pero yo solo deseaba una vida tranquila y lejos del caos que eran sus vidas. Ellos no se amaban, ni siquiera se querían; solo eran socios con un acuerdo para hacer crecer su imperio. Cada uno vivía por su lado, manteniendo relaciones fuera del matrimonio. Así fue mi vida, rodeada de personas que solo se preocupaban por sus propios intereses, y yo, por supuesto, aprendí a hacer lo mismo. Jamás escuché las palabras "amor" o "te quiero", por lo que me convertí en una persona fría e interesada.

― ¿Qué vas a hacer qué? ― cuestionó mi padre, su voz impregnada de incredulidad.

― Voy a retirarme del proyecto ― exclamé, sin rastro de duda en mi voz.

― ¿Acaso te volviste loca? ― inquirió con enojo, golpeando la mesa con su puño cerrado ― Estás en la cima de tu carrera. ¿Por qué retirarte y echar a perder todo lo que has logrado?

― Padre, seamos sinceros. Esto no es lo que tenía planeado para mí, y tú lo sabes perfectamente. Durante diez años hice lo que ustedes me pidieron, pero ya me cansé. Ahora solo quiero descansar de todo lo que he tenido que vivir.

― Si esto es por lo de Louis, te aseguro que se cansará de la zorra de turno con la que está ― bufó, mostrando su desprecio.

― No es por ese idiota, aunque sinceramente agradezco que la prensa publicara esas fotos ― declaré, sintiendo una extraña liberación al decirlo ― Estos últimos años han sido un tormento, contigo y mamá presionándome para casarme con él solo para fusionar a las dos familias más influyentes de Francia.

― Esta unión nos conviene a todos y lo sabes. No tiene nada de malo estar casado por conveniencia. Míranos a tu madre y a mí: tenemos una familia estable y un imperio muy poderoso.

― ¿Familia estable dices? Tú y mamá tienen un sinfín de amantes. Quién sabe cuántos hermanos más podría tener ― bufé, ya harta de la farsa.

― Es suficiente ― estalló mi padre ― No vas a echar a perder todo por lo que he trabajado solo por un momento de paz.

― No puedes retenerme aquí. Soy libre de hacer con mi vida lo que yo quiera de aquí en adelante.

― Tienes un contrato que cumplir. No puedes dejar el proyecto así; te puedo demandar ― contradijo, intentando imponer su autoridad.

― Puedes hacer lo que creas conveniente. Mi abogado se comunicará contigo ― declaré, saliendo de su oficina sin mirar atrás.

Fui directa al ascensor, sin ganas de seguir discutiendo con mi padre por algo que sabía que jamás comprendería. Llegué al primer piso, pero antes de abandonar el edificio, me encontré con mi prometido y la zorra de su secretaria.

― Itzel, cariño, qué bueno que te encuentro. Nuestros padres están pensando en adelantar la boda para dentro de tres meses ― declaró cínicamente.

― ¿De verdad? Pero yo creí que querías casarte y formar una familia con tu secretaria ― respondí con frialdad, sabiendo muy bien que Louis estaba enamorado de esa mujer, pero también consciente de que su miedo a su padre superaba cualquier amor que pudiera sentir.

― ¿De qué estás hablando? ― su rostro palideció ante mis palabras.

― Hace tres noches te escuché prometerle que te casarías con ella y le darías una vida llena de lujos ― sonreí al ver su expresión.

― No es lo que piensas. Solo lo dije por la pasión del momento. Yo no quiero nada con la secretaria ― intentó justificarse, pero su nerviosismo lo traicionaba.

― Entonces no es verdad ― respondí con sarcasmo ― ¿Acaso me crees estúpida, Louis? Sé muy bien que llevas acostándote con tu empleada desde hace mucho tiempo, y sabes perfectamente que eso rompe una de las cláusulas de nuestro contrato.

― Itzel, tenemos que hablar de esto en privado ― pidió, casi suplicando.

― Está bien, pero antes quiero a esta mujer fuera de la empresa ― dije con firmeza.

― ¿Cómo te atreves a despedirme? No eres nadie para hacer eso ― la secretaria reaccionó con ira, sin darse cuenta de que su posición no era tan segura como creía.

― Louis tiene un porcentaje de las acciones, pero eso no lo convierte en el dueño de la empresa. Solo es un empleado más, y eso te convierte a ti en una empleada más. Además, sabes perfectamente que el romance entre empleados va contra las reglas de la empresa ― continué, sabiendo que la estaba acorralando ― Si no quieres que te despida, desaparece de mi vista. Porque no solo te echaré a la calle, sino que te haré pagar una fuerte cantidad de dinero por incumplir tu contrato. Y te aseguro que ni Louis te ayudará a salir de la demanda que te pondré.




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