¿Un ángel?

"Tal vez en estos momentos tú puedas ser el cambio que mi vida necesita"

Algunos hablan acerca de que la curiosidad es muy mala como aquél dicho "La curiosidad mató al gato" aunque hay un escritor en contra de ese dicho "Dicen que la curiosidad mató al gato, pero no cuentan si lo que descubrió merecía la pena" - José Saramago.

Emma era de naturaleza muy curiosa, el ángel más curioso que creó "El Supremo" siempre sintió una afición por los humanos, eran muy interesantes y llenos de cosas que ella no entendía para nada, esas denominadas "cosas", eran los sentimientos. Que extraños podían ser aquellas sensaciones para Emma, aunque solamente uno llamaba mucho su atención y ese era aquel dueño de todo, el aclamado "amor". El amor tenía una fuerza que podía hacer tan feliz a los humanos y a la vez tan triste, ella quería saber cómo era sentir amor y entender mejor está emoción, quería experimentar lo que a los humanos les pasaba. Más curiosa que nunca tuvo una idea fantástica, miró un rato más a su protegido y sonrió para sí misma, estaba decidida a conocer el amor y cambiar los ideales Dante Bianco.

Mientras tanto en la tierra, toda la empresa Bianco estaba en revuelo, el hijo del jefe iba a llegar de su viaje de Rusia, todos empezaron a acomodar lo que podría ver desordenado el empresario. El guardia de la entrada grito - ¡Ya llegó! - todos empezaron a esperarlo en dos filas paralelas, mirándose unos a otros. Dos guardias abrieron la puerta y un imponente hombre entró con un elegante traje color negro, su caminar era erguido y recto, con un semblante serio. Todos inclinaban la cabeza cuando pasaba, Dante Bianco había vuelto y eso significaba total orden en la empresa. Su asistente se acercó a él muy nerviosa, tenía unos grandes lentes y el cabello oscuro, la pobre Beatriz había ejecutado bien su trabajo luego de tres meses de prueba y aún seguía siendo una joven insegura con las ordenes de su jefe.

-Señor Bianco, el catálogo de joyas de los diseñadores ya está listo.

-Envíame el catálogo a mi oficina. - ordenó el castaño.

-De acuerdo, también su señor padre avisó que vendría dentro de esta semana.

-Muy bien, estaré viendo los catálogos en mi oficina. Avísame cualquier asunto importante.

-Está bien señor Bianco.

Cuando el hombre se retiró la rubia pudo respirar, su jefe era de temer ya que sus facciones eran serias y su mirada mostraba una total indiferencia que la hacía sentir minúscula.

- ¡Hey Bea! - la joven dio un salto por el susto cuando escucho aquella voz maravillosa.

-Señor Eastwood. - dijo mirando con vergüenza al apuesto hombre delante de ella, el mejor amigo del señor Bianco, Thomas Franklin Eastwood, de cabello castaño rubio y ojos claros, alto y delgado, de aspecto relajado, completamente opuesto a su querido amigo.

-Ya te dije que no me gustan las formalidades, deja eso con Dan.- dijo mostrando su sonrisa que brillaba más que el mismo sol.

-Señor Thomas, el señor Bianco ya llegó. - dijo nerviosa.

-Bueno con que digas mi nombre me suena bien, iré a verlo.

-Pero señor no le avisé de su visita.

-Yo siempre soy una sorpresa para el viejo amargado de Dan.- le guiño el ojo y se marchó en dirección a la oficina del recién llegado.

Dante estaba viendo algunos modelos de joyas que le habían enviado sus diseñadores, cuando fue interrumpido por la puerta que se abría de repente

- ¡Dan cariño volviste! - exclamó su mejor amigo.

- ¿No te enseñaron a tocar la puerta?

-Mmm... no, además contigo no encuentro nada interesante, ni si quiera te pillo con una mujer.

-Bromista como siempre.

-Amargado como siempre ¿algunas nuevas de Rusia? ¿Alguna mujer bella? Dicen que están escasos de hombres, deberíamos ir de vacaciones ambos ¿no crees?

-Thomas estoy ocupado.

-Oye ¿quieres ir a tomar cerveza? Mañana es tu cumpleaños y no quiero que estés como un viejo amargado.

-No haré nada por mi cumpleaños.

-Mierda Dan, por el amor de dios cumples treinta años. Deberíamos tirar la casa por la ventana.

-Debería producir en estas fechas y tener más dinero acumulado.