Despertó tiempo después, sin tener mucha claridad de las cosas. Su visión aún estaba borrosa y, al parecer, ya no estaba tirada en el suelo de la entrada de su departamento sino en su habitacion. En su cama.
¿Cómo había llegado hasta ahí? Quiso ponerse de pie pero un ruido al otro lado de la puerta de su alcoba la detuvo.
¿Quién era? Se escuchaban pisadas y el movimiento de algunos utensilios en la cocina. ¿Qué estaba sucediendo?
Decidió fingir que aún no despertaba y esperó a que, quien sea que estuviera en su departamento, se fuera. Algo que no sucedió. Ocurrió en realidad todo lo contrario. Aquella persona que estaba invadiendo su casa simplemente entró a la habitación donde Sophia estaba. ¿Qué se proponía hacer? Se preguntaba ella con miedo.
Para su sorpresa, el intruso se inclinó hacia ella y besó su frente.
— Estaré aquí siempre. Recuerdalo.
Y se fue. Dejando a Sophia confundida y temerosa. ¿Qué había sucedido? ¿Quién era él?
El pecho comenzó a dolerle y la hizo soltar un alarido. ¿Qué le pasaba? Le costaba respirar y su cabeza estaba palpitando fuertemente. ¿Era eso normal?
Ella no pudo más con el dolor y cayó rendida de nuevo, sumiéndose en la negrura y soledad de su mente.
—¿Aún quieres ir a ver esa película extraña?
—Por supuesto, y no es extraña. Eso lo dices porque es distinto a lo que tú sueles ver. — le decía la voz de Sophia al chico con el que hablaba.
—Está bien, te llevaré a verla. Sólo con una condición...
—¿Cuál?
El aliento de ese chico topó contra la frente de Sophia. Podía sentir lo cálido que era estar junto a él. Y la necesidad con la que él la abrazaba.
— Que no dejes de amarme nunca.
Sophia despertó agitada, con el sudor chorreando desde su frente. ¿Quién era aquel hombre de sus sueños? Esa no era la voz que ella escuchaba cuando los recuerdos sobre amor venían a su mente.
Sacudió la cabeza. Tal vez era alguna jugada producto de su imaginación. Decidió ignorar lo que había escuchado y sentido con ese sueño.
El sonido de su teléfono la sacó por completo del tema del sueño. Al mirar la pantalla sonrió felizmente.
—¿Interrumpo algo? — era Doulgas.
— Para nada, ¿necesitas algo?
A Sophia le pareció extraño que le llamara después de haberla visto hace poco rato. Debía necesitar algo con urgencia entonces.
— No tanto como necesitar pero si quiero algo. —le dijo él con una sonrisa a pesar de que sabía que ella no podía verlo.
—¿Qué cosa? — preguntó ella impaciente. Doulgas solía darle muchas vueltas a todo y a ella eso le desesperaba. Demasiado.
— Que vengas a compartir conmigo una deliciosa comida china en mi casa. No te puedo decir que yo mismo la he preparado porque sería mentir y sabes que yo detesto las mentiras así que desde este momento te aviso que tuve que ir a comprarla. ¿Qué dices?
Sophia rió bajito. La propuesta de Douglas era tentadora. Muy tentadora. Su debilidad siempre fue la comida china. Y si Douglas quería arreglar la situación con Sophia utilizando ese recurso pues ella no iba a negarse.
— Llevaré botana para después de comer. ¿Te apetecen unos donuts?
— Me ofende tu pregunta. Es innecesaria.
Sophia se despidió de su amigo prometiendo ir a su casa después de pasar por el centro comercial para comprar los donuts.
Douglas se ofreció a acompañarla pues ella no tenía auto, a lo que ella se negó. Quería pasar un tiempo a solas antes de ir con él, después del sueño que había tenido creía que estar sola unos momentos le serviría para despejar su mente.
Sophia pidió un taxi desde su teléfono y salió del edificio cuando éste llegó.
Ella ya había dado la dirección a la que iba así que no perdió tanto tiempo en indicarle al conductor por dónde había que irse. Al llegar al centro comercial, el mas cercano a su casa, fue directo al local de donuts. No había una extensa fila como veces anteriores y fue mas rápido para ella escoger su pedido. Una docena de donut rellenos de chocolate y con glaseado. Si Douglas en algún momento llegaba a pensar que ella no le tenía afecto, seguramente le recordaría todas las veces en que ella le cumplió sus antojos.
Con la gran caja de donuts que llevaba en mano, se adentró en una librería que, al parecer, recién habían inaugurado dentro del centro comercial.
La mayoría de los libros que estaban en el primer mostrador ya los había leído mas de cinco veces. Todos eran de romance. Ella era amante de las historias de amor, fueran toxicas o no. Irónicamente, leer todas esas historias era lo que la mantenía con los pies sobre la realidad.
Dicen que las miradas pesan y Sophia comenzaba a pensar que eso era verdad. Sentía la pesadez de la mirada de alguien en su espalda. Al girarse, no encontró a nadie. Comenzó a asustarse.
Continuó su recorrido por los pasillos de la librería pero sin poner mucha atención a su camino. Por esa razón, su cuerpo impactó con el de otra persona.
— Disculpe, no iba mirando por dónde iba...
Sophia habría terminado de pedir sus respectivas disculpas sino fuera porque lo que vió la dejó impactada y pensativa. Era un chico. Pero no cualquier chico. Era el hermano de...
Aunque bien podría pasar por alguien completamente distinto. sus ojos a pesar de ser los mismos de siempre, estaban diferentes. Ya no estaba esa mirada tierna y divertida con la que solía andar por la vida. Grandes manchas oscuras habían tomado lugar debajo de sus ojos y la delgada complexión que había adquirido desde la ultima vez que Sophia lo vió, la dejó desconcertada.
Aunque, había que admitirlo, seguía teniendo esa belleza juvenil que atraía a miles de mujeres diariamente.
Demasiado parecido a...
Sophia recobró la compostura y fingió timidez para no arruinar lo planeado. Era una oportunidad única haberse encontrado con el chico sin siquiera buscarlo, no podía desperdiciar la oportunidad que se le estaba presentando.