Espero afuera del refugio hasta que todos se fueran para poder hablar a solas con Archer, lo encuentro con la nariz metido en un libro cuando entro, ni se molesta en levantar la vista para verme.
—Vaya argumento el de anoche—cierra el libro para prestarme atención.
—Ni me lo recuerdes—pongo los ojos en blanco.
No pude dormir en toda la noche. Los gritos, el llanto, las heridas y golpes que me hicieron a mí y a mi familia esa noche... Las escenas del robo se repiten sin cesar siempre que cierro los ojos. No podía regresar a dormir, así que obligue a mi cuerpo a levantarse, me arregle lo mejor que pude, seguro mi aspecto debe ser horrible, Archer lo dijo hace unos días.
—Tierra llamando a Eve—el susodicho agita la mano enfrente de mi cara.
—¿Qué?
—¿Estás bien? Estas muy distraída últimamente.
Lo miro con advertencia, aunque no quiera tiene razón, mi mente es una tormenta que no logro calmar con nada. Lo único que ha logrado callar un poco el ruido es...
No.
No pienses en él.
—Estoy bien—respondo cruzándome de brazos. Lo miro unos segundos, las palabras salen de mi boca antes de que tenga tiempo de arrepentirme.—Gracias.
Eleve una ceja sorprendido.
—Por... por lo de anoche.
—Si no hubiera interferido les hubieras dicho todo.
Tiene razón. No me hubiera guardado nada. Excepto, claro, que al parecer cada minuto que pasa mis sentimientos hacia Julian se intensifican.
—Además, no merecías como te estaba hablando, no después de todo lo que has hecho, de todo por lo que has pasado—Ahora yo lo miro extrañada.
¿Qué mosco le pico?
No es normal que él diga este tipo de cosas, algo le pasa. Lo he notando raro desde hace varios días, pero estaba muy ocupada para preguntarle. No puedo seguir ignorándolo.
—¿Esta todo bien?
Frunce sus labios, frota su nuca con su mano indeciso.
—En el salón tenías algo que decirme...—lo incito.—¿Qué sucede?
—Encontré esto el primer día que llegamos aquí—se mueve extendiéndome el libro que leía cuando entre. Lo miro a él luego al libro, lo tomo viendo la portada.
¿La eterna guerra?
—¿Qué es esto?
—Habla de la primer guerra en el cielo—abro el libro para leer oraciones al azar.—Lo he estado leyendo desde que lo encontré, menciona vagamente cómo comenzó la rebelión en el cielo, del día en que Lucifer fue desterrado junto con todos aquellos que se atrevieron a darle la espalda al creador, de cuando comenzó la guerra por el poder en la Tierra de los mortales.
No le digo nada, yo ya sabía todo lo que pasó, lo que si no logro entender es que hacía este libro aquí, nada sucede por coincidencia, alguien lo dejó aquí para que lo encontrarán.
—He estado pensando, mucho.—continua, respira hondo antes de hablar.—¿Crees que estamos haciendo lo correcto?
No hago ninguna expresión, pero en verdad estoy sorprendida por su pregunta. ¿A caso Archer le pasa lo mismo que que a mí?
—¿Por qué me lo preguntas?
Se remueve incomodo y nervioso, reconozco que es valiente al decirme todo esto, se esta arriesgando bastante al confesarme que tiene dudas.
—Se que toda mi vida he estado en el infierno y que ahí aprendemos a no querer a los humanos, que tenemos que torturarlos y hacer que se rindan a nuestra voluntad, pero...que tal si ya no quiero hacer eso.
Noto como su voz tiembla al decir esas últimas palabras, tiene miedo aunque intente mostrarse impávido.
—Tengo que admitir que esto me toma por sorpresa—traga saliva con fuerza, su cuerpo se tensa, se acomoda preparándose para el castigo que creé le voy a dar—Pero, no puedo negar que estos últimos días he estado sintiendo lo mismo que tú—su expresión se relaja al igual que su cuerpo.—Me alegra no ser la única que se siente de esa manera—admito.
—Crees que los demás...—niego con la cabeza.
—No. Lo que hizo ayer Pam me confirma que no sienten lo mismo que nosotros, y francamente dudo que algún día lo hagan—asiente con tristeza.
—¿Puedo preguntar que te hizo cambiar de idea?
—Los humanos—se limita a contestar con una sonrisa, pero sé que hay algo más que no está contándome, el brillo en sus ojos se intensifica, creo que Archer esta enamorado.—Ahora que todo esto a quedado claro. ¿Qué crees que debamos hacer? No podemos traer a Adam aquí. No si queremos salvar a los humanos, pero si no hacemos nada los demás empezaran a sospechar.
—Tengo que traer a Adam a la tierra, Archer, eso no ha cambiado—arruga el entrecejo confundido.
—¿Pero..? ¿Porqué? Hacerlo solo dañara a los mortales. Que hay del sentimiento que sientes cada vez que los ayudas, no creas que no me he dado cuenta—abro los ojos asombrada, él también lo ha notado.—Te he visto Evelyn, has cambiado desde que el ángel apareció.
—Yo... No...—no encuentro las palabras para refutar las suyas.
No estoy cambiando, simplemente estoy regresando a ser quien alguna vez era, aquel ser que veía lo bueno en lo malo, que ayudaba a los humanos cuando lo necesitaban, que los guiaba en la oscuridad.
No puedo seguir negando lo que siento, no puedo fingir que no me importan cuando no he hecho más que salvarlos, no puedo seguir luchando contra la corriente de mis emociones porque terminare ahogándome. Tengo que aceptarlo, la coraza que construí alrededor de mí pecho se quebró desde el primer momento en que volví a pisar la tierra.
—Tenemos que continuar con la farsa, aunque sea por unos días más hasta que se nos ocurra como detener esto—asiente de acuerdo conmigo.
Nunca pensé que pudiera encontrar en él un aliado, mucho menos que pensara igual que yo. Son contados con los dedos los demonios que se atreven a enfrentar a Lucifer, y mucho de ellos yacen en los rincones más remotos del infierno. Que Archer se atreva a desobedecer sus ordenes es peligroso para él y lo sabe muy bien.