JULIAN
Observo a Maia frente a mí comiendo su comida, aun no entiendo cómo es que pudo relacionarse con un demonio, y sigo sin comprender porque este esta ayudándonos, creí que estaba secuestrándola, buscando la manera de apoderarse de su alma, tuvimos un enfrentamiento bastante feo, con golpes fuertes y varias heridas abiertas, hasta que Maia logró quitarme y gritarme a la cara que el demonio de hecho estaba ayudándola.
—¿Qué te ocurre Julian? —preguntó él como si nos conociéramos.
—¿Cómo sabes mi nombre? —inquirí tomando una postura defensiva, nunca lo había visto en mi vida, mucho menos hablado con él.
Ambos se miraron confundidos.
—¿Dónde está Eve?
—¿Quién?
—Eve—repitió Maia consternada.
—No sé de quién me hablas Maia.
No he escuchado ni conozco a alguien con ese nombre.
El demonio ruedo los ojos negando con la cabeza.
—Maldita sea Evelyn, que hiciste ahora—masculló molesto.
—¿Qué pasa Archer? —cuestionó Maia.
—Evelyn, eso pasa—tensó la mandíbula, abrió y cerró los puños sin saber que hacer. —Tengo que ir con ella.
—Pero…
—No puede estar sola con Adam, y todos esos demonios, y por muy terca que sea necesita mi ayuda.
—¿De que están hablando? —me sentí fuera de la conversación, quería entender quién era esa mujer que parecía importante para ellos.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —se acercó Maia, estudiándome con la mirada.
—Lo último que recuerdo… estaba paseando por la playa cuando todo se oscureció, creo que me desmayé, cuando desperté me encontré con el cielo rojo, y esa sensación de malestar y angustia por todo el cuerpo, iba directo a mi hogar cuando los encontré a ustedes.
—¿No recuerdas nada más?
—¿Qué es lo que tengo que recordar? —pregunté frustrado, sabía que había algo más, puedo sentirlo aún, hay algo que me falta y no logró llenar ese hueco con nada.
—Tierra llamando a Julian—Maia agita su mano frente a mí, llamando mi atención.
—¿Sí? ¿Qué pasa?
—Estas distraído de nuevo. ¿En qué piensas?
—En que momento deje que esto pasará, aún no puedo creer que el infierno este aquí.
—Esto no fue tu culpa, ya te lo he dicho, hicimos todo lo que pudimos para detenerlo, aún lo estamos haciendo.
—Era mi deber cuidar de la daga, ¿cómo deje que me la arrebatarán?
No he oído ni sabido nada de mis hermanos, seguro saben lo que ocurrió y están molestos conmigo, seguro eso es una especie de reprimenda por mis errores.
—Esta en buenas manos, te lo aseguro.
—Si así fuera no estaríamos ocultadonos en esta casa—le digo observando el pequeño hogar que encontramos en las afueras del pueblo.
—Si no fuera así ya estarías muerto amigo mío—me tenso al escucharla. —Confío en Eve y en Archer, estoy segura que ellos saben lo que hacen.
Ese nombre de nuevo, por alguna extraña razón su nombre resuena en mi cabeza, y agita mi corazón.
—¿Quién es ella? ¿Por qué de pronto es tan importante?
Se remueve en su asiento acomodándose.
—Ella es… ella es mi mejor amiga—empieza a decir con cautela. —Y también es el ángel de la muerte y la razón de que los demonios estén ahora en la tierra.
<<No soy un ángel caído>>
<<Me mentiste, tu nunca moriste, nunca fuiste parte de este mundo.>>
<<Lo soy, siempre lo he sido.>>
<<Fui creada para ayudar a los humanos, para guiarlos hacía el cielo o al infierno. Soy el primer ángel de la muerte.>>
Esa conversación se repite en mi cabeza una y otra vez. La conozco, yo conozco al ángel de la muerte.
Me levanto de un salto de la silla, tirándola hacía atrás.
—¿Sabes que ella los subió y aun así sigues confiando en ella? ¿Porqué nos ayudaría a deshacernos de ellos si ella misma los subió?
—Ella cambió, Julian, ella no es la misma…
—¿Por qué no la recuerdo?
—¿Qué?
—Recuerdo una conversación con ella, sé que la conozco, ¿por qué no la recuerdo? —vuelvo a preguntar sintiendo que pierdo la razón.
—Ella debió afectar tu memoria, seguro hizo que la olvidarás—esto es cada vez más confuso.
—¿Por qué?
—Para salvarte.
—¿Salvarme? ¿De qué?
—Julian, ella…
Unos toques a la puerta la detienen de seguir hablando, mis alarmas se encienden de inmediato, nadie sabe que estamos aquí, y Archer no sabe de nuestro paradero, así que no puede ser él. Pego mi dedo índice a mis labios indicándole silencio a Maia.
Puedo sentir su presencia detrás de la puerta, demonios, muchos de ellos.
—Sabemos que estás aquí, sal princesa, no te haremos daño—grita uno de ellos. Los demás se encargan de rodear la pequeña casa.
—¿Julian? —susurra Maia temerosa.
Analizo nuestra situación, en una clara desventaja. Empiezo a recitar las palabras que logran comprarnos un poco de tiempo, pero no es suficiente, juegan con nosotros creando fuertes ruidos por la casa, buscando asustarnos. Pronto un estruendo se escucha, Maia se pega a mí lado preparándose para cualquier ataque.
—No tiene caso esconderte o pelear princesa—se burla uno de ellos.
—Puedes venir por la buenas o por las malas, tu decides—explica otro con una sonrisa escalofriante.
—¡Váyanse al infierno! —grita mi amiga a mi lado.
—Por las malas será.