Hace muchos años, cuando Loxur era el Príncipe regente, el mismo no solo tenía el deber de supervisar los Reinos si no que también ocuparse de impartir educación a sus cinco pequeños hermanos, pero sin duda el que le suponía todo un desafío era Kalir.
Hijo de Satanás con una descendiente de Charibdis, la legendaría bestia del océano, Kalir era el menor de todos siendo así extremadamente travieso e hiperactivo, pero lo que lo hacía difícil de tratar no eran los dones que recibió de su ancestro, increíble fuerza y habilidad para manejarse con libertad bajo al agua, sino su personalidad rebelde e incapacidad para empatizar con el sufrimiento de los demás. Aunque Loxur era consciente de que aquella rebeldía podía ser considerada como una mera etapa de transición de un niño en el fondo sentía que si no la dominaba Kalir terminaría convirtiéndose en un ser peligroso incapaz de respetar las reglas de su propio Padre, y como un futuro gobernante de un Reino eso era inaceptable.
Loxur necesitaba que el pequeño desarrollase la capacidad de poder conectarse con los demás más allá de satisfacer sus propias necesidades, pero a pesar de poseer una personalidad atrayente y carismática, cuando revelaba lo destructivo y confrontativo que podía ser, terminaba provocando temor en todo aquel que intentase interactuar con él provocando así su alejamiento, terminando siendo sus hermanos los únicos que podían soportarlo con limitada paciencia.
Al cumplir los seis años Kalir inició la primera fase de su entrenamiento, el mismo consistía en separarlo de su madre, quien vivía junto a Satanás en su Reino, y enviarlo a vivir a un Palacio dotado de sirvientes en un Reino donde pudiese desarrollar sus habilidades, y en su caso aquel lugar era el Sexto Infierno, el Reino de la Gula, donde se encontraban los mares del Infierno.
Así, muy a su pesar, partió en compañía de su sirviente principal, Ratjá, a aquel desconocido lugar.
- No lo entiendo, ¿Por qué tengo que vivir aquí? - preguntó el pequeño ya entrando al Palacio.
- Señor Kalir es parte de su entrenamiento como Príncipe, siendo un futuro gobernante debe aprender a cargar con el peso de la responsabilidad, desarrollar al máximo sus habilidades, y según su Padre este Reino es el indicado para usted debido a los dones que recibió de su ancestro Charibdis - explicó Ratjá caminando detrás de él.
- Mmm... pero el Reino de papá era mucho más entretenido, allí siempre hay muchas cosas divertidas para hacer... este lugar ea demasiado tranquilo para mi, me voy a aburrir - resopló sentándose en la cama de su habitación.
- No se deje llevar por las apariencias Señor Kalir, sólo este lado del Reino es aparentemente tranquilo, pero más allá de los mares se encuentra el poblado principal y está lleno de monstruos y demonios que constantemente pelean por el poder, sin mencionar que bajo el mar también está plagado de bestias.
- ¡¿De verdad?! - se emocionó - ¡Wow, sí! ¡Voy a ir a ver! - dijo mientras salía de su habitación.
- ¡Espere Señor Kalir! ¡No puede salir sin supervisión! - exclamó Ratjá tratando de alcanzarlo.
- ¡Sólo iré a dar un paseo! Ja, ja, ja - respondió ya atravesando la puerta hacia la salida.
Así fue como comenzó aquella ardua tarea para el sirviente, Ratjá tenía experiencia sirviendo a la familia real pero era la primera vez que le asignaban un deber tan importante como lo era ser el sirviente principal de un Príncipe, ya que aquello no sólo constaban de servirlo, sino que también en cierta forma sería su tutor hasta que fuese un adulto.
Su hermano mayor, Karos, le había advertido que el Príncipe Kalir podía ser difícil de controlar, y no mentía, el pequeño era un verdadero huracán con su indomable fuerza y deseos de hacer travesuras, en tan solo una semana todo el Reino se enteró de la presencia de Kalir a través de los pequeños desastres que provocaba jugando o peleando con otros demonios, siendo Loxur quien tenía que disculparse por él y a su vez reprenderlo...
- Kalir, no puedes ir por ahí causando problemas, eres un Príncipe, tienes que comportarte como tal - advirtió Loxur al pequeño Diablo en la sala del Palacio.
- Yo no pedí ser un Príncipe, yo estaba bien en el Reino de papá, en este lugar me aburro, no conozco a nadie - reclamó Kalir.
- Es parte de tu futuro, todos pasamos por esto ya, tienes que aprender a ser responsable, a asimilar el peso de lo qe vendrá. Cuando seas más grande nuestro Padre decidirá de qué manera dividirá los Reinos que tendremos a cargo, pero para ese entonces ya debes ser todo un Diablo, poderoso y sabio para gobernar de manera apropiada el lugar que se te asigne.
- ¿Entonces ya no podré volver a vivir con mamá y papá? ¡¿Tengo que quedarme aquí hasta que sea mayor?!
- Así es, yo te enseñaré magia y a pelear, mañana mismo empezarás a entrenar con nosotros en mi Reino.
El pequeño lo miró entre molesto y resignado, se levantó del sillón y caminó hacia la puerta de salida - Bien, ya entendí - respondió con desanimo.
- ¿A dónde vas?
- Voy a pasear, solo miraré el mar.
- Comportate, no hagas travesuras.
- Uff! ¡está bien! - resopló y salió del Palacio.
- ¡Espere Señor Kalir! - intentó ir detrás de él Ratjá, pero Loxur lo detuvo.
- Tranquilo Ratjá, déjalo...
- Pero Señor...
- Entiendo perfectamente por lo que está pasando Kalir, todos lo hemos vivido, separarnos tan abruptamente del apego de nuestras madres no es fácil, pero es inevitable, así debe ser... Sé que todo esto es nuevo para ti también pero te pido que le tengas paciencia, y más tratándose de Kalir.
- Así será Señor Loxur, el Señor Kalir es un buen chico, sólo es muy joven aun...
- Lo sé, el problema de Kalir es que no sabe enfocar sus emociones.
- ¿Qué quiere decir?
- Por lo que he observado cuando Kalir se siente triste, enojado o frustrado no lo demuestra abiertamente sino a través de sus acciones, sólo que de forma exagerada por el exceso de energía, debido a sus dones, en su pequeño cuerpo. Kalir necesita hacer vínculos más allá de nuestro entorno, generar empatía con los demás seres para comprender que sus acciones pueden tener efectos importantes en otros, como futuro gobernante es indispensable que tenga empatía hacia los demás para reinar con justicia... pero con su forma actual de ser provoca que le teman y se alejen de él, así nunca conectará con nadie. Hasta ahora los únicos que medianamente podemos tolerarlo somos sus hermanos, pero tampoco somos un buen ejemplo para él.
- ¿Por qué?
- Porque nuestro orgullo de Diablo no nos permite demostrar debilidades entre nosotros, por eso ustedes son tan importantes en nuestras vidas Ratjá, pues en cierta forma se convierten en un padre para nosotros.
- ¿Qué?... ¿En un padre dice?... - se impresionó el sirviente.
- Sí, sé que puede sonar un poco pesado pero esa es la realidad, yo seré quien lo eduque y reprenda de ser necesario, pero tu serás quien lidie con sus caprichos, escucharás sus penas y lo ayudarás a entrar en razón cuando la situación lo amerite.
Con cada palabra Ratjá se sentía más nervioso, podía percibir el peso de la responsabilidad de criar un Diablo y no evitaba preguntarse si estaba preparado para ello, pero Loxur llevó calma a su corazón transmitiendole su confianza.
- No te preocupes Ratjá, estoy seguro de que harás un trabajó excelente como el resto de tus hermanos. Karos tampoco sabía nada y fue el primero en tratar con un pequeño Diablo como lo fui yo, ahora es fundamental para mí, es mi apoyo indiscutible, así que si necesitas consejo acude a él las veces que sea necesario. Y también llámame a mi cada vez que Kalir haga algo.
- Entendido Señor Loxur.
- Adiós Ratjá, nos vemos - terminó por decir el Diablo y se retiró.
El sirviente quedó pensando al respecto pero la muestra de confianza de Loxur le daban animos para esforzarse aún más, así que en compañía de dos sirvientes más partieron a la busqueda del pequeño Príncipe para hablar con calma y tratar de hacerlo entrar en razón.
Mientras tanto Kalir se encontraba en las orillas del mar del Infierno, se sentía molesto por el sermón de su hermano mayor, así que se sentó en el suelo y apoyo su espalda contra una enorme roca y, sin desvanecer su gesto de enfado, tomó pequeñas rocas para lanzarlas con fuerza al agua, pero cuando estaba por arrojar la tercera una dulce voz lo sorprendió
- ¡Hola! - saludo una niña desde el otro lado de la roca.
- Ho- Hola - respondió Kalir algo tímido, no había notado su presencia.
- ¿Estás bien?
- Estoy un poco molesto.
- ¿Por qué?
- Porque no me dejan jugar tranquilo, todo el tiempo me están diciendo que puedo y que no puedo hacer...
- Oh... ¿Te reprendieron?
- Algo así...
- ¿Me puedo sentar a tu lado?
- Eh?... S-Sí - respondió algo dudoso, era la primera vez que alguien se le acercaba de esa forma para hablar.
- ¿Cómo te llamas?
- K-Kalir
- Que lindo nombre, suena genial - sonrió - yo soy Firinea.
- Firinea... - repitió por lo bajo obrsevándola.
- Mira Ratjá, ahí está el Señor Kalir - dijo uno de los sirvientes mirándolos a la distancia - vamos por él.
- Espera, mira eso... el Señor está hablando de forma tranquila con esa niña... - comentó Ratjá al verlos y quedaron escondidos espiándolos.
- Nunca había visto a alguien como tú por aquí ¿Qué eres? - preguntó ella curiosa.
- Soy un Diablo.
- ¡¿Un Diablo?! ¡Es genial! Ahora entiendo porque tienes cuernos... - dijo risueña - ¿Puedo verlos más se cerca?
- ¿Qué? S-Sí - respondió y ella se acercó más.
Kalir se sentía nervioso, la miraba en detalle y le parecía muy hermosa, su largo cabello de un pálido azul y sus ojos brillantes como dos amatistas hacían que su corazón, extrañamente para él, latiese más fuerte.
- Son increíbles... - dijo ella acomodándose de nuevo a su lado.
- ¿Y tú? ¿Qué eres? - preguntó Kalir al notar que en sus piernas, a la altura de los tobillos, tenía brillantes escamas y pequeñas aletas nacian de ellas.
- Yo soy una sirena.
- ¡¿Una sirena?! - se sorprendió - ¿Pero las sirenas no tienen una cola de pez en lugar de piernas?
Firinea sonrió - Claro que sí, vivimos bajo el agua, pero también podemos usar la magia para transformar nuestra cola en piernas. A mi me gusta correr, saltar y bailar, pero no tengo amigos aquí en la tierra, ni sirenas que quieran jugar conmigo así... oye, ¿Te gustaría ser mi amigo?
- ¿Eh? ¿A-Amigo? - lo tomó por sorpresa.
- Sí, ¿Vives aquí?
- Sí... hace poco vine a vivir a este Reino.
- ¿Entonces podemos juntarnos aquí a jugar? - insistió sonriente acercándose nuevamente.
- Bu-Bueno, yo...
- ¿No quieres?... - lamentó.
- Sí, sí quiero - respondió rápido, se sentía emocionado, no había tenido la oportunidad de hacer amigos y no quería dejarlo pasar.
- ¡Genial! Entonces podemos reunirnos aquí, será nuestro lugar de juegos.
- Está bien - sonrió él.
Ratjá continuaba obsevando desde la distancia, gratamente sorprendido al ser testigo de como aquella niña podía ser la oportunidad que Loxur mencionó para que Kalir experimente la conexión emocional, sin ninguna duda debía cuidar que esa amistad resistiera en el tiempo por el bien del Príncipe.
- ¿Cuantos años tienes? - preguntó ella.
- Seis.
- ¡Yo también! ¿Cuando cumples años?
- A mitad de año... ¿Y tu?
- A principios de año, mmm... - pensó un momento - eso quiere decir que en dos meses cumplirás los siete años.
- Así es.
- ¿Y haces fiesta de cumpleaños?
- ¿Fiesta? Mmm... no, por tradición solo hacemos una gran fiesta cuando cumplimos la mayoría de edad.
- Oh! Igual que nosotros - sonrió.
- Firinea - interrumpió un hombre - te he estado buscando hija.
- Mira papá, hice un amigo.
- ¿Un amigo? - murmuró el hombre pero al ver a Kalir en detenimiento rápidamente reaccionó - ¡¿ Usted es el Príncipe Kalir?!
- Sí, soy yo - respondió el pequeño Diablo.
- Disculpe a mi hija Príncipe, solo es una niña, no tenía intención de molestarlo - se disculpo el hombre y tomó a Firinea en brazos.
- ¿Qué? - preguntó Kalir. Aquel hombre ya había oído sobre la particular forma de ser del Diablo y temía que pudiese hacerle daño a Firinea al atribuirse de esa forma el título de amiga.
- Hija, no puedes ir por ahí molestando a los niños de por aquí, discúlpate con el Príncipe por haberlo interrumpido.
- No, no es así... - murmuró confuso Kalir.
- Lo siento Kalir... no sabía que te estaba molestando... - se disculpó ella también algo confundida.
- No, no me molestas Firinea - dijo ya poniéndose de pie - espere señor, no se la lleve, ella y yo de verdad queremos ser amigos.
- ¿Qué? - preguntó algo incrédulo el hombre al oírlo.
En ese momento Ratjá decidió intervenir
- Disculpe caballero, me presento, soy Ratjá, sirviente principal del Señor Kalir. ¿Sería tan amable de concederme unas palabras con usted?
- S-Sí - respondió nervioso, no podía creer en la situación que se encontraba, nunca creyó poder cruzarse con un Príncipe Diablo y sus sirvientes.
- Mi Señor ha expresado abiertamente su deseo de hacer a mistad con la señorita, ¿Tendría usted la consideración de permitirlo?
- ¿Está diciendo que de verdad quiere que mi hija sea su amiga?...
- Por supuesto, las palabras del Príncipe son sinceras, le aseguro que su hija será tratada con el mismo nivel de respeto que a nuestro Señor.
- Así es, no habrá ninguna diferencia entre ella y yo - se impuso Kalir demostrando una vez más su interés.
El hombre observó la expresión en el rostro del pequeño y al verlo no podía evitar pensar que se veía igual que Firinea, sólo eran niños que deseaban ser amigos.
- Está bien, pueden ser amigos - aceptó.
- ¡Sí! - respondieron ambos pequeños a la vez.
- Pero ahora tenemos que irnos, hoy viene alguien importante a nuestro Clan y debemos estar presentes Firinea.
- Está bien papá ¿Pero mañana puedo venir a jugar?
- Claro que sí hija - dijo y la bajó - despídete de él por hoy.
- Sí!, ¿Escuchaste Kalir? Mañana podemos jugar - sonrió.
- Sí...
- Entonces nos veamos aquí mañana, te esperaré, adiós Kalir! Adiós Ratjá! - se despidió ella agitando su mano mientas con la otra tomaba la de su padre y lentamente ingresaban al agua hasta sumergirse en ella.
- Adiós Firinea...- suspiró el pequeño.
En eso Ratjá se inclinó y dijo - Lo felicito Señor Kalir, ha hecho una amiga muy hermosa.
El pequeño se sonrojó - ¡¿Tú de dónde saliste?! - preguntó al caer en lo extraño de su oportuna presencia.
- Lo estaba buscando y presencié todo, no podía no intevenir al oír su deseo.
- Va-Vamos a casa - dijo algo avergonzado por la situación.
- Sí Señor - respondió y le siguió el paso.
Ya de camino...
- Ratjá...
- ¿Sí Señor?
- Gracias... si no hubieses estado creo que el papá de Firinea no me hubiese hecho caso por ser pequeño... por eso... gracias... - murmuró algo apenado aún.
Ratjá esbozó una tímida sonrisa - Lo que sea por usted Señor, estoy para apoyarlo. Vamos, es hora de su baño y cena.
- Eh? ¿Otra vez me tengo que bañar? Ya lo hice está mañana.
- Señor, un Príncipe siempre debe estar impecable y bañarse las veces que sea necesarias para ello.
- Está bien... - resopló y obedeció.
El pequeño se sentía tan ansioso por el día de mañana que no podía conciliar el sueño, recordar a Firinea le aceleraba el corazón y no podía entender el por qué, pero repetir su nombre en voz baja dibujaba una sonrisa en su rostro. Dio varias vueltas en la cama hasta que finalmente cerró sus ojos.
A la mañana siguiente el sonido de Ratjá golpeando la puerta lo despertó abruptamente
- Señor Kalir, es hora de levantarse - dijo Ratjá.
- ¡Ya voy! - exclamó mientras se bajaba con prisa de la cama.
Se vistió sólo y bajó las escaleras a toda velocidad, listo para ir al encuentro de Firinea pero lo que no espeaba era ver a su hermano Loxur bloqueando la salida
- ¡L-Loxur! ¡¿Qué haces aquí?!
- ¿Cómo que hago? Te dije que hoy empezabas tu entrenamiento con nosotros, vine a buscarte para asegurarme de que no faltes.
- P-Pero yo tengo que ir a otro lugar.
- ¿Otro lugar? Olvidalo, este es el incio de tu entrenamiento y es impostergable - dijo y lo tomó por la cintura cargándolo como un paquete.
- ¡¿Qué haces?! ¡Sueltame! ¡Aun no desayuné!
- No importa, desayunarás con nosotros en mi Reino - respondió ya saliendo.
- ¡No! ¡Tengo que ir! ¡De verdad es importante! - reclamaba.
- No se preocupe Señor Kalir, yo esperaré a la señorita y le avisaré - comentó Ratjá para calmarlo - estoy seguro que ella entenderá.
- Oh... está bien... - aceptó y aplacó su insistencia.
- Bien, vamos entonces - dijo Loxur y continuó el camino cargando con él - ¿Qué es eso de una señorita? ¿Qué tenías que hacer?
- Es asunto mío, algo personal - respondió molesto.
Loxur quería reir por la seria respuesta del pequeño, en cambio prefirió cepillarle la cabeza con una mano - ¿Tan pequeño y tienes asuntos personales? Ya quiero saber de qué se trata - sonrió.
- ¡No lo sabrás! - insistió él y se marcharon al Reino del Orgullo para entrenar.
Las horas pasaron y, curiosamente para Loxur, Kalir demostraba una actitud tranquila, la realidad es que los pensamientos del pequeño solo estaban enfocados en Firinea, en el desplante que tal vez podía estar sintiendo, y aunque Ratjá le había dicho que él le explicaría la situación no lograba evitar pensar que ella se decepcionaría de él.
Así que en cuanto regresó a su Palacio corrió sin detenerse hasta el lugar donde habían prometido encontrarse, Ratjá lo vio alejarse a toda prisa y esbozó una tímida sonrisa al pensar que de verdad estaba interesado en ella.
La mente de Kalir era un caos, solo deseaba encontrarla al llegar, aunque imaginaba que aquello podía no ser, en su forma de pensar, si alguien le prometiese esperarlo y luego no asiste directamente se molestaría con esa persona, pero para su suerte Firinea no pensaba igual, así que al irse acercando la vio...
- Firinea...- murmuró algo agitado a lo lejos.
La pequeña se encontraba sentada sobre la roca, sin notar su presencia aun, Kalir estaba a punto de hablarle cuando observó que ella traía un arpa y lentamente empezó a interpretar una hermosa melodía en soledad.
🎶CANCIÓN DE FIRINEA compuesta por mi 🤗 https://youtu.be/9vdghR-WqeE 🎶
Era simple pero agradable, Kalir nunca antes había visto a alguien tocar una, así que se quedó un momento quieto escuchando aquellas notas a la distancia.
Cuando ella finalmente terminó, el Príncipe se acercó
- Firinea...
- ¡Kalir! ¡Viniste! - sonrió.
- Sí, lo siento, te hice esperar mucho...
- No te preocupes por eso, vine más temprano pero Ratjá me dijo que estabas entrenando y que regresarías más tarde, así que volví hace un momento, traje mi arpa para jugar mientras te esperaba.
- ¿Tu no cantas?
- ¿Qué?
- Sé que las sirenas cantan muy bonito, ¿Puedes hacerlo?
- Sí puedo... pero no debo...
- ¿Por qué?
- La esposa del Líder dice que nací con un "Don peligroso"
- ¿Un don peligroso?
- Sí, mis cuerdas vocales están malditas por el sonido de la muerte... el que escuché mi voz cantar caerá en un sueño para toda la eternidad...
- Oohh, eso suena increíble.
- Así que por orden del líder yo tengo prohibido cantar, pero... la música está dentro de nosotras, necesitamos sacarla, hacernos oír, por eso mis padres me regalaron esta arpa para que no me sintiese extraña... pero soy rara, lo sé.
- ¿Rara? ¿Por qué?
- Porque todas las sirenas cantan, las otras niñas lo hacen y les sale tan bonito... en cambio yo soy la única que toca un arpa... soy extraña...
- ¿Y eso qué? ¿Qué importa si ellas pueden cantar y tú no? Tú puedes tocar un arpa y ellas no, además lo haces muy bien. Así que no eres rara, eres diferente, y lo diferente es genial - sonrió.
- Kalir...
- Mi hermano mayor a veces dice que tengo demasiada energía, no entiendo bien a que se refiere pero tener energía es bueno así que creo que tener mucha debe ser genial, así que soy genial, somos geniales Firinea - terminó con una enorme sonrisa.
Ella soltó una dulce carcajada - Tienes razón Kalir.
El pequeño se sentó a su lado y ambos comenzaron a platicar cosas de su vida personal.
- ¿Eres hermano del Principe Loxur?
- Sí.
- Es increíble, Loxur es muy guapo...
- ¿Qué? ¿A ti te gusta mi hermano? - se sorprendió él.
- A todas las chicas que conozco les gusta el Príncipe Loxur... él es genial.
- No es para tanto... - dijo frunciendo el ceño algo celoso.
- ¿Te enojaste?
- No.
- Pero tienes cara de enojado...
- Te digo que no estoy enojado.
- Tu también eres muy lindo Kalir.
- ¡¿Qué?! - preguntó ya nervioso.
- Sí, tienes un color de cabello muy bonito, es de un naranja brillante - dijo revolviendo un poco su pelo - en cambio el mío es algo pálido...- comentó mientras tomaba un mechón de su propio cabello - me gustaría tenerlo de un color tan bonito como el tuyo...
Kalir la observó un momento - Sí, es algo palido... - dijo ya tocando el cabello de Firinea - pero a ti te queda bien... - murmuró apenas sonrojado.
- Muchas gracias - sonrió ella - es la primera vez que me dicen algo así... - comentó clavando sus hermosos ojos en él.
Kalir se sintió nervioso, nuevamente sus latidos se volvían fuertes
- ¿Po- Podrías tocar otra vez esa canción?... - le pidió para salir un poco de aquella situación.
- Está bien - respondió risueña y otra vez se dispuso a tocar.
Aunque en un principio se lo había pedido sólo para escapar de una situación vergonzosa para él, la realdiad es que de verdad disfrutaba de oírla tocar esa arpa, le parecía aun más bonita cuando lo hacía, y luego de tocar...
- ¿Podemos jugar un poco antes de que me tenga que ir? - preguntó ella.
- ¡Claro! - sonrió él y se dispusieron a correr por todo el lugar invadiendo la zona con el eco de sus risas.
Así fue como aquellos pequeños empezaron a forjar una amistad que prometía ser muy especial.
Kalir debía seguir yendo a entrenar por las mañanas pero prometían verse cada tarde en aquel lugar para jugar, la conducta del pequeño era mucho más estable por ende ya no provocaba destrozos por el Reino, Firinea era su escape para liberar toda su energía excedente de manera apropiada, incluso empezaba a interiorizarse con un sentimiento que era ajeno a él, la empatía. Aquello lo descubrió una vez que fue a encontrarse con Firinea, pero al acercarse la escuchó sollozar.
- ¿Firinea?... - preguntó y al aproximarse casi resbala al pisar unas perlas a su alrededor.
- Kalir... - sollozó.
- ¿Qué pasó? ¿Por que llorás? - indagó y al verla aun más de cerca notó que esta vez tenía su cola de sirena en lugar de piernas.
- Es que... estaba practicando mi magia para tranformarme más rápido a voluntad... pero me bloquie y ahora no puedo volver a hacer aparecer mis piernas, y el agua está muy lejos, si intentó bajar de esta roca me voy a caer así... - sollozaba.
- Tranquila, no llores Firinea, es normal trabarse con la magia... - intentó consolarla - ¿Pero estás perlas de donde salieron?
- Son mi lágrimas... - dijo ya secándose las mejillas.
- ¿Qué? ¡¿De verdad?!
- Sí... cuando nuestras lágrimas tocan el suelo se convierten en perlas... en realidad las sirenas tenemos prohibido llorar... porque si alguien descubre que lloramos perlas podrían capturarnos y hacernos prisioneras para obtenerlas... pero yo no puedo evitarlo... cuando estoy triste quiero llorar...
- No te preocupes, cuando estés conmigo puedes llorar todo lo que quieras Firinea, yo te voy a cuidar siempre, nadie te va a capturar, golpearé a cualquiera que te haga daño - aseguró el pequeño lleno de confianza.
- ¿De verdad?... ¿Vas a estar siempre conmigo?...
- ¿Qué?...
- Nadie quiere a una sirena que le gusta correr, no puede cantar y llora mucho... por eso no tengo amigos... todos me creen muy rara... ¿Tu te quedarás por siempre conmigo?
- Claro que sí.
- ¿Me lo puedes prometer?... - preguntó mientras alzaba su dedo meñique.
- ¿Qué es eso?
- La promesa del dedo meñique... ¿No la conoces? Es la promesa para estar siempre juntos.
Kalir sonrió - Está bien, te lo prometo - dijo y también alzó su dedo meñique para tomar el de Firinea.
- Gracias Kalir... - suspiró ella.
- No estés triste ¿Dime qué puedo hacer para ayudarte?
- Tengo que ir al agua...
- Ahh, entonces sólo debo llevarte.
- Pero tenemos el mismo tamaño, soy muy pesada para ti.
- Ja, ja! Yo soy muy fuerte Firinea - dijo y la tomó en brazos - ¿Ves?
- Wow! Kalir, de verdad tienes mucha fuerza, ¡eres genial! - dijo y se abrazó a su cuello.
El pequeño una vez más se sintió nervioso, no había caído que al tomarla en brazos la tendría tan cerca, podía sentir su mejilla rozar con la suya y no pudo evitar sonrojarse.
La llevó hasta el agua y allí ella lo invitó - Ven a nadar conmigo Kalir.
- ¿Eh?
- Veamos quien es más veloz - dijo risueña y le salpicó agua con su cola.
- ¡Ahora verás! ¡Te voy a atrapar! - exclamó y nuevamente pasaron una tarde llena de risas y juegos.
Cuando Kalir volvía a su Palacio regresaba exhausto por lo que Ratjá no podía pensar en una mejor situación, la aparición de aquella niña en la vida de su Señor era una total fortuna.
Para que mantuviesen una comunicación fluida a distancia, el sirviente le propuso a Kalir obsequiarle a la señorita una joya de comunicación, de ese modo ambos podrían hacerla brillar para saber cuando el uno estaba esperando al otro.
El pequeño estaba de acuerdo con la idea así que entusiasmado corrió al día siguiente para entregarsela.
- ¿Qué es esto? - preguntó ella al observar el collar.
- Es una joya para comunicarnos, yo también tengo una, así que cuando quieras llamarme sólo debes tocarla con fuerza para que la mía brille y sabré que me buscas.
- Vaya... es genial.
Kalir tomó el collar y se lo colocó - Listo, llevalo siempre contigo.
Firinea se acercó y le dio un tierno beso en la mejilla.
- Gracias Kalir, es muy hermoso...
El pequeño Diablo se sonrojó por completo
- ¡¿Po-po-por qué hiciste eso?! - preguntó muy nevioso.
- Es para agradecerte por el regalo.
- ¿Por el regalo?... - murmuró y quedó pensando un momento - ¿Entonces... si te doy más regalos... me darás más besos?... - preguntó inocente.
La pequeña sonrió al oírlo.
- ¿Quieres que te de otro beso Kalir? - preguntó risueña.
- ¡N-No!
- Pero acabas de decir que-
- ¡Aaaah! ¡Olvida lo que acabo de decir! - dijo revolviendose el cabello.
- ¡Ja, ja, ja! - rio a carcajadas ella y se abrazó a él - Te quiero Kalir - le dijo y el pequeño Diablo nuevamente sintió su corazón acelerarse.
Firinea despertaba en él miles de emociones, tranquilidad pero a la vez nervios cuando la tenía cerca, quería mirarla pero al mismo tiempo evitaba hacerlo para no sonrojarse, ella no demostraba ningun tipo de nervios de acercarse de esa forma a él y eso le encantaba. Era divertida pero delicada, nunca imaginó que podría ser amigo de una niña tan hermosa, definitivamente la quería siempre con él y la cuidaría de todo lo que pudiese suceder, o al menos eso creyó hasta una noche en que recibió un llamado de ella en su joya.
Al verlo Kalir se preocupó, era la primera vez que lo llamaba de noche, así que sigilosamente se escapó por la ventana y fue a su encuentro, al llegar a la orilla del mar la descubrió una vez más llorando sentada al lado de roca.
- ¿Firinea? ¿Que ocurrió?
- Kalir...
- ¿Por qué lloras? ¿Te lastimaste? - preguntó acercándose más.
- No... lo siento Kalir... - sollozaba.
- ¿Por qué te disculpas?...
- No voy a poder cumplir nuestra promesa...
- ¿Qué?... ¿Por qué dices eso?...
- Me voy a ir...
- ¡¿Qué?! ¿Cómo? ¿Por qué? - preguntó impresionado el pequeño.
- Mi papá me va a casar con un niño... - sollozó - y él me va a llevar muy lejos de aquí...
- ¿Qué?... - murmuró Kalir casi sin voz.
Y a partir de ese momento el pequeño Diablo comenzó el largo camino de pelear por lo que de verdad quería...
Continuará...