Los días pasaron y, tal como acordaron en secreto, el gobierno del Reino de la Gula estaba al mando de Firinea pero escudada en el accionar de Kalir.
Ella se encargaba de generar los decretos, las estrategias y relaciones politicas del Reino mientras que el Diablo era quien los ejecutaba agregando su particular caracter, eran el equipo perfecto, por supuesto aconsejados por Ratjá ya que ambos seguían siendo muy jovenes, en ocasiones solían discutir los asuntos cena mediante...
- ¿Entonces los hombres lagartos pretenden usurpar tierras por aquí? - preguntó Firinea.
- Así es, al menos es lo que denuncian los pobladores de tres villas cercanas. Se quejan de que últimamente han sido amenazados por ellos - respondió Kalir - aunque no entiendo el motivo, es decir, ellos son propios del sur del Reino, ¿Por qué venir tan lejos por tierras?
- Es porque los hombres lagartos se reproducen rápidamente ocupando mucho territorio, el problema es que en el sur también está el territorio de los tritones en la tierra y ambos son enemigos naturales. Así que seguramente deben haberse enfrentado y perdido, por eso algunos buscan migrar aquí.
- Ya veo, ¿Qué vamos a hacer?
- Bueno, no podemos permitir que vayan por ahí tomando territorios, ellos deberían controlar su propio nivel de reproducción, ser responsables de ello.
- ¿Quieres que los golpee si los veo cerca? - sonrió entusiasmado.
- No, primero haremos una advertencia, luego la resistencia de ser necesaria. Además las villas que mencionas pertenecen a clanes ancestrales pequeños pero fundamentales para el funcionamiento de la región así que no podemos permitir que los eliminen sólo porque quieren más territorio, si esa así brindaremos protección a esa villas.
- Entiendo, estoy de acuerdo.
- Pienso que primero deberías tener una reunión con el lider de los hombres lagarto para hacerle saber que su accionar será penado y ver la manera de encontrar una solución de manera pacífica. ¿Tu qué piensas Ratjá?
- Estoy de acuerdo señorita Firinea - respondió el sirviente.
- ¿Una reunion con él? ¿Aquí en mi Palacio? Mmm... - lo pensó un momento - está bien, pero sólo si tu estás presente.
- ¿Qué? ¿Quieres que esté en la reunion?
- Así es.
- ¿Por qué?
- Porque es la primera vez que sostendré una reunión con un líder de Clan, me conoces, sabes que soy temperamental, si algo no me gusta reaccionaré mal. En cambio tú tienes paciencia para dialogar, si te asusta un poco hablar con ellos no te preocupes, yo estaré alli para poner orden, pero quiero que seas quien negocie con ellos.
Firinea estaba sorprendida, se sentía halagada por su propuesta pero también nerviosa - ¿Y... que pasará si no lo hago bien?...
- Sé que lo harás increíble, pero si algo sucede simplemente los golpeo a todos y se acabó - sonrió lleno de confianza.
Ella soltó una pequeña risa - Está bien Kalir, si me lo dices de esa forma no me puedo negar. Ratjá - lo nombró.
- ¿Si señorita?
- Envía una nota al Clan de los hombres lagartos, diles que se los invita a una reunión aquí pasado mañana - ordenó.
- Entendido.
- Bien, será mejor que me vaya a dormir, quiero repasar unos papeles en mi habitación. Buenas noches - se despidió sonriente.
- Buenas noches señorita - dijo el sirviente mientras Kalir aun cenaba y ya una vez que escuchó la puerta de la habitación cerrarse no pudo evitar mencionarle al príncipe - Señor Kalir, disculpe mi intromisión...
- ¿Qué ocurre Ratjá?
- ¿No le parece que con esta reunión estará exponiendo a la señorita?...
- ¿Qué quieres decir?
- Bueno, no todos los líderes son de mente amplia como usted, la mayoría son machistas y no aceptan la intervención de mujeres en estos asuntos... al líder de los hombres lagartos podría no gustarle la presencia de la señorita.
- ¿En serio? Pues tendrá que hacerlo, este es mi Palacio y son mis reglas, y si Firinea está dispuesta a participar entonces lo hará. Será mi esposa, y si yo quiero que gobierne a mi lado así será - sentenció el Diablo y se retiró.
Aún así Ratjá no podía dejar de preocuparse por la situación, él estaba en lo cierto, la mayoría de los hombres demonios veían a las mujeres como criaturas hermosas y apetecibles en la intimidad, pero sus opiniones no eran valiosas a la hora de los asuntos importantes. En cambio los Diablos tenían otra forma de pensar, al no existir mujeres de su raza ellos tenían en altísima estima a sus potenciales esposas, su naturaleza pasional y crianza les había enseñado que les debían respeto a ellas.
Kalir subió dispuesto a ir a su habitación pero de camino escuchó a Firinea tocar el arpa y se asomó para verla, la puerta estaba entre abierta y desde allí la observó, no podía evitar suspirar cuando la descubría tocando aquel instrumento, la veía tan hermosa y concentrada, le resultaba irresistible.
En un momento la joven levantó la vista y notó su presencia - Kalir - sonrió - ¿Qué haces allí? - preguntó risueña.
- Te observo... sabes que me gusta verte tocar el arpa - comentó ya entrando en la habitación y tomando asiento a su lado en la cama - ¿Puedo?... - preguntó.
- Claro que sí - respondió ella ya sabiendo a qué se refería y Kalir recostó su cabeza en el suave regazo de Firinea, lentamente el joven Diablo iba perdiendo la timidez de demostrar lo que quería.
Ella acarició su rostro hasta jugar con su cabello - Kalir... - murmuró con cierta pena en su voz.
- ¿Qué ocurre Firinea?
- ¿De verdad... quieres que participe de la reunión?..
- Sí, ¿Por qué lo preguntas?
- Bueno... es que... ¿No te preocupa lo que los demás puedan decir ti?...
- ¿Decir?
- Sí... yo estoy muy agradecida por el lugar que me das pero soy consciente de que no todos los demonios piensa como tú... seguramente ellos querrán negociar sólo con el Diablo, no esperarán ni aceptarán verme allí....
- ¿Y qué podrían decir de mi? ¿Que amo a mi esposa y le doy el lugar que le correponde?
- Kalir...
- La única persona cuya opinión me importa eres tú, Firinea... nadie más, ni siquiera la del viejo - dijo refiriéndose a su Padre - todo mi mundo se reduce a ti... así que si tu estás dispuesta a hacerlo no me preocupan las opiniones de los demás - dijo mientras alzaba la mano para acariciar el rostro de la sirena.
Ella se conmovió, se inclinó para besar su frente y se perdió por un momento en los hermosos ojos azules de Kalir - No sé como lo haces... pero siempre logras hacer que me enamore más de ti... - sonrió.
- ¿De verdad?... ¿Entonces... podemos...?
- No, eso no - respondió risueña - ya sólo faltan dos meses para mi cumpleaños y nos casaremos - sonrió - si pudimos esperar tanto tiempo no nos hará daño resistir unos días más.
- Oh... hace dos años que sólo maldigo mis propias palabras - suspiró - el día después de tu cumpleaños nos casaremos ¿Verdad?
- Así es, además a partir de mañana ya no podrás entrar a mi habitación.
- ¡¿Por qué ?! - se sorprendió - ¿Tan poca confianza me tienes?...
- No ja, ja, no es eso. Es solo que mañana traerán mi vestido de novia y quedará aquí hasta el día de la boda, y tu no puedes verlo, es de mala suerte - sonrió.
- Ah... está bien - sonrió - si no queda de otra esperaré... - suspiró - pero te aseguro que ese noche te robaré en el medio de la fiesta para hacerte mía... - dijo tomando la mano de ella que lo acariciaba y besando su palma.
Ella se sonrojó apenas - Kalir... yo ya soy tuya desde el día en que prometimos estar siemrpe juntos... ni una boda, ni el tiempo, nada podrá cambiar eso... te amo... - suspiró la joven antes de darle un suave beso.
Finalmente el día de la reunion había llegado, los hombres lagarto habían aceptado la invitación y ante el Diablo se presentó el líder del Clan, Morterus, junto con su hijo mayor, y general de sus tropas, el joven Sirius. Aunque los hombres lagartos presentaban en su mayoría una forma más bestia que humana, la familia principal, al ser más poderosos, llevaban una apariencia más humana que lagarto pero sin dejar de tener sus evidentes rasgos reptiles como partes de piel propia de los lagartos y sus particulares ojos dorados.
Ratjá los invitó a pasar a la sala personal dónde ya se encontraba Kalir.
- Señor Kalir, los invitados ya llegaron - anunció Ratjá.
- Adelante, que pasen - los invitó el Diablo y estos tomaron asiento.
- Bien Príncipe Kalir, diganos ¿Cuál es el propósito de esta reunión? - preguntó Morterus.
- Ahora vendrá la persona que se los explicará - respondió.
- ¿Qué?... - murmuró el líder mientras Firinea abría la puerta amablemente y entraba a la sala.
- Buenos días caballeros - saludó la joven.
- ¿Una sirena?... - suspiró Sirius.
- ¿Quien es ella? ¿Por qué está aquí? - preguntó desconcertado Morterus.
- Ella es mi prometida y futura esposa, Firinea - la presentó Kalir mientras la invitaba a tomar asiento en la cabecera de la mesa ocupando así su propio lugar, quedando él de pie a su lado.
- ¿Prometida?... ¿Una sirena y un Diablo?... - murmuró sorprendido pues sabía que ellas raramente salían a la superficie y que sólo desposaban tritones, sin mecionar el recelo de estos por su protección - Bien, es un placer señorita, pero aun no entiendo que hace aquí.
- Ella será quien sostenga la reunión, se encargará de explicarles los motivos de la misma.
- ¿Qué?... - continuó impresionado el líder.
- ¿Comenzamos? - preguntó Kalir.
- S-Sí... - respondió algo nerviosa ella, se sentía un poco intimidada por la dura mirada de aquel hombre pero Kalir le hacía sentír su apoyo colocando una mano en su hombro, así le daba valor para hablar - ustedes bien deben saber los motivos de esta reunión, hemos recibido quejas de que su gente están tratando de invadir territorios que no le corresponden, no podemos permitir la usurpación de tierras que pertenecen a clanes ancestrales por más pequeños que sean así que queremos darles la oportunidad de que nos expresen cual es la razón de este comportamiento - dijo seria.
- ¿Esto es en serio? - se burló Morterus - ¿De verdad tengo que discutir con una mujer asuntos de hombres? y lo que es peor, es una niña.
- ¿Quieres empezar con el pie izquierdo? - advirtió Kalir - respeta a mi mujer, lagarto, si no quieres que te arranque la lengua. Ella será mi esposa y por lo tanto le concedo el mismo poder que tengo para gobernar, así que cuida tus palabras, estás frente a tu soberana - amenazó ya molesto el Diablo pero Firinea buscó calmarlo tocando sutilmente su mano.
Morterus apretó los dientes furioso y Sirius no participaba de la conversación, sólo se limitaba a observar con lujuria a la hermosa sirena que ignoraba su presencia - Tranquilos caballeros, retomemos la conversación, insisto en preguntar el motivo de su intención para invadir este lado del Reino - continuó Firinea.
- Expansión - respondió molesto el lider -¿Qué otro motivo podría haber? Necesitamos tierras para sentar nuevas bases por todo el Reino si es necesario.
- Esas cosas no se consiguen a la fuerza, podemos llegar a acuerdos de colaboración e intermediar para que algunos clanes les cedan terrenos a cambio de otras cosas que ustedes puedan ofrecer.
- ¿Colaboración? Ja, ja, ja! - rio con fuerza Morterus - Como se nota que aun eres una niña ingenua, en este maldito lugar el más fuerte siempre obtiene lo que quiere - sonrió.
- Eso es verdad - agregó Kalir y dejó ver una de sus manos monstruosas - el más fuerte obtiene lo que quiere y si no respetan lo que Firinea dice por las buenas yo se los enseñaré por las malas - amenazó sonriente.
- Ja! ¿Para esto vine? ¿Para que un Diablo dominado por su mujer me diga lo que tengo que hacer? - dijo con burla Morterus.
- Ya te dije que la respetes maldito lagarto... - empezaba a perder la paciencia Kalir pero ella serenamente intervino.
- Queda advertido señor Morterus, si no respeta las leyes de nuestro Reino usted, como representante del Clan, será responsable por al accionar de su gente. Si no acepta las condiciones de negociar por terrenos e insiste en apoderarse de ellos por la fuerza tomaremos medidas y repeleremos el ataque de ustedes.
- Suficiente, nos vamos ahora mismo, la reunión se acabó - dijo y se puso de pie clavando una mirada furiosa en la joven, en cambio su hijo solo se limitó a sonreírle de forma seductora antes de irse.
- Sí, vete, pero ya escuchaste, si continúas con esto yo mismo le arrancaré el corazón a cada uno de ustedes - amenazó Kalir y Morterus se retiró frunciendo el ceño.
Una vez fuera aquellos hombres la joven se relajó.
- Estuviste increíble Firinea - la felicitó el Diablo.
- Kalir...- suspiró nerviosa - estoy temblando... ese hombre tenía una mirada que daba miedo...
- ¿Te asustó? No lo parecías para nada.
- Me estaba esforzando al máximo para no demostrarlo... no quería que viese mi flaqueza... si no hubieses estado creo que me habría puesto a llorar...
Él se acercó y le dio un beso en la frente - Tranquila, siempre tendrás mi apoyo, nunca te dejaré sola... - la calmó, pero lo que Kalir no sabía es que aquella amenaza solo sería lo que encendiese la mecha del desastre...
A pesar de no haber obtenido una respuesta positiva de la reunion los hombres lagartos permanecieron tranquilos, ya no había vuelto a saberse sobre ataques a otros clanes así que el Diablo y la sirena continuaron ocupándose de otros asuntos pero sin descuidar que cada vez faltaba menos para la boda.
- ¿Kalir aún duerme Ratjá? - preguntó Firinea desayunando.
- Así es señorita, anoche se desveló firmando todos los papeles que le dejó.
Ella soltó una pequeña risa - Eso le pasa por dejar todo para último momento, de esa forma se le acumula el trabajo.
- Usted ya sabe como es, el Señor no va a cambiar a esta altura.
- Sí, lo sé - sonrió - Bueno, debo irme.
- ¿A dónde va Señorita?
- Iré a recoger un regalo que encargué para Kalir en el pueblo principal.
- ¿Un regalo?
- Sí, es mi obsequio de bodas, es una sorpresa.
- Si lo desea puedo ir en su lugar, prometo ser discreto, el Señor no lo sabrá.
- Gracias Ratjá pero prefiero ir yo misma, además hace mucho que no salgo de aquí, extraño ver el movimiento del pueblo.
- Está bien señorita, pero llévese la joya de comunicación por si ocurre algo.
- Sí, no te preocupes Ratjá, adiós - dijo sonriente y partió al pueblo.
De camino se entretuvo con algunos puestos antes de llegar a su destino, disfrutando así de la concurrida tranquilidad hasta que una voz la sorprendió.
- Oh... que ven mis ojos... - escuchó por detrás y al voltear se encontró la figura de un joven.
- Sirius...- murmuró sorprendida - ¿Qué hace aquí?
- Sólo doy un paseo por el pueblo ¿Eso no es un crimen verdad?
- Entonces no lo interrumpo, continúe con lo suyo - respondió indiferente y pretendía marcharse pero el joven insistió
- Vaya, ja, ja, tiene carácter... definitivamente debe ser muy atrevida para andar sola sin la protección de un hombre por aquí...
- Yo no estoy sola, tengo un prometido.
- Claro, como olvidar que tiene un Diablo rendido a sus pies... - se burló - me da curiosidad saber como logró seducirlo, pero viendo la belleza de su figura puedo imaginar como lo hizo, de seguro debe ser todo un espectaculo verla desnuda - comentó mirándola de arriba a abajo.
Firinea no lo soportó y le dio una bofetada en medio de las calles del pueblo ante la vista silenciosa de todos - ¡¿Co-cómo se atreve a faltarme el respeto de esa manera?! - exclamó nerviosa por su propio accionar, nunca se creyó capaz de algo así - Está hablando con la mujer de un Diablo así que sepa su lugar y alejese de mi, si mi prometido estuviese cerca ya le hubiera arrancado el corazón y creame que yo no lo detendría...
- Oh...- murmuró Sirius mientras se tocaba la mejilla golpeada - entonces él no está por aquí ¿Verdad?... - sonrió.
Firinea quedó en un silencio incómodo, se sintió expuesta y él rápidamente la tomó de la muñeca con fuerza para acercarla - ¡¿Q-Qué está haciendo?! ¡Suelteme! - exigió ella.
- Eres salvaje, me gusta... yo no soy como mi padre que las prefiere calladas y obedientes, a mi me gustan las mujeres como tu, señoritas que juegan a ser valientes pero luego terminan llorando en los brazos de su hombre...
- ¡Alejate! - insistió ella tratando de soltarse de su fuerte agarre pero era inútil.
- Desde ese día de la reunion no saliste de mi cabeza, tu belleza y ese aroma exquisito que traes definitivamente me vuelven un animal... ahora entiendo porque nuestra raza siempre peleó con los estúpidos tritones, bien vale la pena matarse entre sí para tener una mujer como tú en la cama cada noche...
Firinea quería llorar, se sentía humillada por ese joven en público pero en un momento el filo de una espada refiló el rostro de Sirius y este rápidamente reaccionó para esquivarla soltando así a la sirena.
- Alejate de ella, infeliz, tus sucias manos tienen prohibido tocar una sirena... - era Zamaron que nuevamente siguiendo los pasos de la joven llegó a protegerla.
- Zamaron... - suspiró ella detrás de él sorprendida por su aparición.
- Ja, ya decía yo que era extraño que una sirena anduviese sola sin un triton cerca... de seguro debes seguirla a todos lados como un perro, la naturaleza de tu raza los obliga, pero justo tenías que ser tu...- se burló Sirius.
- Cállate, tu miserable especie no tiene permitido ni siqueria mirar la belleza de nuestras mujeres, y mucho menos a mi mujer...- respondió desafiante Zamaron.
- Disculpa ¿Dijiste tu mujer? - se burló - ¿Qué no sabes que ya tiene prometido? ¿Qué pasó? ¿El diablo te ganó de mano pecesito?
- Mientras no esté casada para mi sigue siendo mi mujer, ese no es asunto tuyo.
- Oh... ¿así que mientras no esté casada es libre? Entonces eso significa que también puede ser mi mujer - provocó.
Zamaron frunció el ceño - Ocupa tu lugar como raza inferior, maldita lagartija, tu especie siempre codició a nuestras mujeres pero ya ves que a ella le resultas repulsivo y así será siempre.
Sirius apretó los dientes - Suficiente, te mostraré quién es el inferior aquí - dijo y soltó un silbido llamando así a sus cinco subordinados que rondaban el lugar y se colocaron alrededor del Triton y la sirena.
Firinea estaba completamente asustada, no podía creer que una simple ida al pueblo pudiese tornarse en semejante pesadilla, rápidamente recordó que traía la joya encima y sin dudarlo la activó, en ese preciso momento Kalir estaba a punto de disponerse a desayunar cuando Ratjá lo sorprendió con un grito
- ¡Señor Kalir! ¡La señorita activó la joya, está en problemas!
- ¡¿Qué?! - se sobresaltó - ¡¿Dónde está ella?!
- En el pueblo principal.
- ¡Maldita sea, debe ser ese estúpido triton otra vez! - dijo y salió corriendo en su ayuda.
Mientras tanto en el pueblo...
- ¿Se supone que debo estar asustado? - comentó Zamaron -¿Crees que no puedo con seis lagartijas?
- ¿Y quién dijo que ellos van a pelear? Sólo seremos tu y yo - afirmó Sirius - llévensela muchachos.
- ¿Qué?... - murmuró sorprendido Zamaron y otra vez blandió su espada tomando postura - Déjala en paz ¿Qué tienes contra ella?
- Yo nada, pero mi padre la quiere muerta - respondió sin inmutarse Sirius.
- ¡¿Muerta?!
- Así es, ya que ella es quién gobierna este reino.
- ¿Qué dices?...
- ¿No lo sabías? El Diablo le da poder absoluto para mandar por él, y la forma de pensar de la sirenita perjudica los planes de mi padre, pero yo prefiero matar dos pajaros de un tiro y tenerla para mi en lugar de eliminarla - sonrió.
- Estás demente, no permitiré que se la lleven y mucho menos un sujeto tan repulsivo como tú...
- Sigue hablando pecesito, veremos si puedes pelear conmigo y cuidar de ella al mismo tiempo - dijo por ultimo Sirius ya lanzándose sobre él.
Mientras sus subordinados tenían la orden de llevarse a la joven, Kalir se acercaba al lugar sin tener idea de lo que ocurría.
Una terrible suceso acababa de desencadenarse y su desenlace podía cambiar drásticamente el futuro del Diablo...
Continuará...