- Señor Hazar, le he traído su bebida - dijo un sirviente golpeando la puerta de la habitación del Diablo.
- Adelante Thurksen - respondió este y lo invitó a pasar mientras él permanecía sentado en el juego de sillones de su balcón personal, el sirviente principal entró y dejó la copa con la botella de fina sangre sobre la mesa que estaba al lado del príncipe mientras este parecía estar perdido una vez más en la lectura de un pequeño y añejo libro rojo.
Thurksen sólo lo observó de reojo pero enseguida el Diablo lo notó - ¿Qué? ¿Otra vez vas a regañarme por esto? - preguntó con sarcasmo.
- No Señor, no me atrevería...
- Bien... siéntate Thurksen, hace mucho que no hablamos en profundidad.
- Como ordene Señor - dijo este y tomó asiento en el sillón frente al Diablo - ¿Recordando el pasado?...
- Sí... - suspiró - me encanta vivir en el maldito pasado... es la única forma que encuentro para aliviar esta infame soledad...- respondió acomodándose en el respaldar del sillón ya tomando su copa.
Thurksen había servido a Hazar desde que era un niño, acompañando su crecimiento y particular forma de ser, pero nunca terminaba de acostumbrarse a ver la tristeza reflejada en su rostro. Aunque hacía años que la misma se había apoderado de él anhelaba el día en que el Diablo pudiese dejar ir el pasado, pero cuando lo veía con ese pequeño libro en sus manos sabía que nuevamente se sumergiría en melancolía, pues ese libro no era otra cosa que el diario de su desaparecida amada, el diario de Anna...
Hace muchos años, cuando Hazar supo de la muerte de Anna, luego de visitar por primera vez su tumba fue hasta la vieja casa de la joven en búsqueda de recuerdos y alguna respuesta ante su brutal descubrimiento, aún no podía asimilar que ella se hubiese ido para siempre, pero al entrar en ese lugar comenzó a comprender que era verdad.
Aquella casa fría, obscura y polvorienta contrastaba con el hogar pequeño pero cálido y ordenado al que siempre era bienvenido y recibido por la más hermosa sonrisa que pudiese conocer.
El recibidor donde compartían momentos de lectura, la humilde pero agradable cocina donde solía sorprenderla preparando platillos para él, ahora eran sólo una sombra de lo que guardaba en su memoria.
Subió las escaleras, aquellas por las cuales innumerable cantidad de veces la cargó para subirla a la habitación y hacer el amor, dio pasos lentos sobre el suelo de madera que parecía rechinar y con su mano temblorosa abrió la puerta de la habitación de Anna.
Su corazón parecía detenerse ante aquel desolador escenario, ese cuarto que solía estar impregnado de su encantadora fragancia ahora sólo podía sentirse el polvo circulando en el ambiente, aún así el resto estaba tal cual lo recordaba, ni un mueble fuera de lugar.
Sacudió un poco la tierra de la cama y se sentó del lado en que la joven dormía en la misma. Tocó suavemente la almohada y murmuró - Anna... - mientras la imagen de ella venía a su mente. Cada vez veía con más claridad que ella ya no estaba. Desvió la mirada a una pequeña mesa de luz al lado de esta que tenía un velador y cuatro libros acomodados de forma perfectamente simétrica sobre la misma, podía reconocer ese gesto de Anna, su obsesiva manía por el orden y la limpieza que contrastaba de manera divertida con el desorden de él. Una sonrisa escapó de él en medio de la angustia, los tomó entre sus manos, recordó que dos de ellos habían sido un regalo de él, pero había uno que no tenía título, era el más pequeño de los cuatro y sus tapas tenían un llamativo color rojo, el mismo llamó su atención y decidió darle una mirada, pero al abrirlo la primera página causó un escalofrío en él...
"Para ti, Hazar ", llevaba escrito en ella, podía reconocer claramente ese trazo, era la letra de Anna.
- Está escrito por ella... ¿Anna dejó algo para mi?... - se preguntó para sí, pero al leer la siguiente página aquello estaba lejos de ser una simple carta de despedida...
"Hoy he decidido escribir este diario como recuerdo de que existí, porque la soledad que experimento no me permite dejar de pensar que luego de que muera nadie me recordará... quiero reflejar en cada palabra esos momentos que temo olvidar, quiero decirme a mí misma que aquello fue real, que ese hombre, ese Diablo me amo y yo a él... ojalá, si algún día regresas a buscar algo de mi, encuentres este diario y lo valores, lo atesores... porque son nuestras memorias... hazme sentir que no soy tan facil de olvidar..."
Un nudo se formó en la garganta de Hazar provocando que cerrase violentamente el libro, un profundo latido agitó su corazón, de repente el imponente Príncipe del Infierno sintió miedo, miedo de aventurarse a leer las crónicas de un amor que perdió, de descubrir el dolor que causó en el ser que más amó, miedo de recordar...
Se quedó un momento quieto con el libro cerrado en sus manos mientras sus nervios se aplacaban ¿Qué debía hacer? ¿Dejar todo como estaba y continuar con su vida? O ¿atreverse a averiguar qué era lo que Anna realmente pensaba de él? ¿Cuánto lo amó? ¿Qué pasó por su cabeza? ¿Quién era realmente ella?... cientos de preguntas se formaban en él y parecía que todas las respuestas estaban ahora en sus manos, sólo debía atreverse a mirar.
Así, abrió lentamente el diario y comenzó el maravilloso y tortuoso viaje de recordar...
"Hola Hazar, si estás leyendo esto probablemente yo ya no esté en este mundo, ¿Qué puedo decir? Sólo es el final de una crónica anunciada, sí, yo era plenamente consciente de que podía padecer esta enfermedad pero no por eso estaba preparada ¿Quién podría estarlo? Creo que nadie, seguramente te preguntarás ¿Por qué no te lo dije? Soy humana y como todo humano me aferré a los momentos de felicidad a tu lado buscando dejar atrás el fantasma de mi aparente destino.
Sí, no lo voy a negar, a tu lado fui muy felíz, así que para aplazar un poco este sentimiento de vacío que me provoca tu ausencia me gustaría recordad porqué me enamoré de ti, tal vez así me distraiga un poco de mi actual realidad.
Me conoces, sabes que soy orgullosa, por eso hay muchas cosas que no te dije pero ahora que no tengo nada que perder estoy dispuesta a contarte esas pequeñas cosas que tal vez frente a ti nunca las diría, ¿Te gustaría saber cuando me enamoré de ti? Desde el primer momento que te vi"
Hazar se sorprendió, hasta ese momento creyó que Anna no se había fijado en él hasta que insistió en cortejarla.
"Así es, esta chica orgullosa, precavida y testaruda que conoces se enamoró a primera vista de un completo extraño ¿Lo puedes creer? Aun recuerdo aquella vez que entraste al café por primera vez, tu porte, tu atractivo y ese aire misteriosamente intelectual que traías encima me enriquecieron, lo primero que pensé fue ¿Será soltero?"
El Diablo soltó una risa.
" Pero luego reflexione que no importaba, yo no tenía planeado enamorarme, ahora puedes imaginar el porque ¿Verdad? Una enfermedad preexistente en la familia sin duda te hace reflexionar sobre el orden de prioridades en tu vida y el daño que puedes causar en los demás con tu abrupta ausencia... Pero sigamos recordando lo lindo, ni siquiera me atrevía a hablarte, pero no podía no atenderte, después de todo eras un cliente. Si supieras cuanto me esforzaba en disimular mis nervios te echarías a reír, cada vez que te veía entrar suspiraba, comencé a pensar en que aunque nunca fuésemos nada no importaba, me conformaba con verte entrar, disfrutar de tu café y un libro, lo unico que pedía era que viniese sólo porque sentía que si algún día te veía en compañía de una mujer mi corazón se rompería, ya sabes lo celosa que soy... Ni como explicarte lo que sentí cuando besaste mi mano, por poco mi cabeza explota, fue como un sueño, a mis ojos eras todo un príncipe en ese momento, aquello sólo fomentó mi fantasía contigo, pero seguía siendo sólo eso, una fantasía... Luego comenzaste a aparecer con más frecuencia en mi día a día, era un sueño para mi, mientras más te veía más pensaba "este hombre es perfecto, hasta su nombre es hermoso", pero trataba de prevalecer en mí la consciencia, "No te enamores" me decía pero ¿Cómo no enamorarse del hombre que te salva como tú lo hiciste conmigo?... esa fría noche, cuando aquel demente me arrastraba, sentí que mi vida se había acabado, que quizás era mi destino, de todos modos iba a morir, pero en un segundo apareciste como una luz en mi camino para despertarme de mi pesimismo... me extendiste tu mano y, aunque hasta ese momento no teníamos tanta confianza, simplemente no pude evitar abrazarme a ti, necesita tocarte, saber que eras real, que no había muerto ni estaba soñando, el hombre que amaba estaba ahí para mi...
¿Qué más podía pedir? Eras amable, atractivo, intelectual y ahora mi héroe, definitivamente tenía todo el derecho de soñar contigo, pero el destino una vez más me impactó cuando esa noche confesarse interés en mi... seguramente te sorprenderá saber que aunque mi rostro demostraba muy poco, por dentro, mi corazón saltaba como un conejo feliz ".
- Un conejo feliz... - murmuró con una sonrisa Hazar al leerlo.
" ¿Qué podía hacer? Estaba entre la espada y la pared, por un lado moría por decirte que sí, pero mi cabeza me devolvía a la realidad y me hacía ser cauta. Aún así me sorprendí a mi misma diciendo que sí y me dejé llevar por aquellas maravillosas citas que me diste... Si supieras que en aquella primera salida mi intención no era darte ese beso infantil en la mejilla que terminé dándote, no, yo quería probar tu boca, saber que se sentía, toda lo noche pensé en como acercarme de manera discreta pero con tu altura era imposible sorprenderte. Cada cita fue como un sueño para mi del que no quería despertar pero como siempre mi cabeza me jugó una mala pasada, la consciencia me pesó, ya no era "No te enamores de él " en cambio fue "No dejes que él se enamoré de ti"... "Alejate de él, no hagas sufrir a este hombre" , la carga de mi aparente destino me cegó, yo no tenía futuro, no era justo que te ataras a alguien que moriría joven, así que tomé el camino más duro para mi, distanciarme de ti...
Mi alma se retorcía cada vez que debía huir de ti, para luego ahogar mi llanto contra la almohada en la soledad de mi habitación, me sentía morir... pero nuevamente te impusiste y abriste un camino para mi... recuerdo haber puesto la excusa de la diferencia en nuestra experiencia pero en realidad poco me importaba, la verdadera razón ya la conoces... ya no quería correr más así que me dejé abrazar por tu amor, ya no me resisitiría más, me dejaría llevar por mi corazón, viviría todo lo que me propusieras a tu lado... pero tengo que admitir que a pesar de estudiar enfermería y conocer el funcionamiento teórico de los cuerpos no estaba preparada para explorar la sexualidad... y eso era algo en lo que tú claramente eras un experto... fue ahí cuando terminé de entender la diferencia que hacia el peso de la experiencia en ambos. Tu insistías en halagarme, en decirme lo hermosa que era, pero cuando me manifestarse deseo me paralizé, me dije "Yo no sé nada de esto, ¿Cómo se supone que sabré complacer a un hombre?". Me sentía insegura, temerosa de mostrar torpeza y que pensaras a menos de mi... Por eso, uno de mis recuerdos más preciados es lo maravilloso que me hiciste sentír en mi primera vez..."
Leyó el Diablo y un recuerdo inevitablemente golpeó su mente, el de aquella primera noche de pasión...
Hasta ese momento Hazar no podía definir bien lo que sentía por Anna pero nunca perdió de vista su objetivo principal, poseerla.
Una noche, Anna aceptó hacer el amor con él, era toda una experiencia pues se trataba de su primera vez.
Estaba llena de miedos y ansiedad, aunque confiaba en su caballerosidad no podía evitar sentirlos
- Hazar... yo no sé... como hacerlo... es mi primera vez...
El Diablo se entusiasmó, veía sus mejillas sonrojadas y eso lo inicitaba más, tomó sus manos y las besó con ternura
- Déjamelo todo a mi... te prometo que lo disfrutarás... - le dijo galante, buscando que ella se sintiese contenida porque, aunque Hazar apenas podía controlar su deseo, también sentía mucha estima por ella, la valoraba, sin saberlo ya era muy importante para él.
La acercó y he hizo que se sentara sobre su regazo, abranzandola mientras jugaba con sus tímidos besos, podía sentir el calor en el rostro de la joven, en un momento decidió besarla en los labios apasionadamente, entre abrió sus ojos y observó que ella los cerraba con fuerza producto seguramente de los nervios.
Buscando aliviar su tensión, mientras la besaba, con una mano acariciaba su pelo y con la otra su cintura.
Anna parecía ceder lentamente al deseo, pues Hazar podía sentir como poco a poco correspondía a aquello acariciando su nuca.
Giró suavemente con ella en brazos y la recostó en la cama, ambos apenas podían respirar por la intensidad de aquel beso y en un momento la joven percibió cómo la mano de Hazar acariciaba sus senos por encima del vestido para luego descender por su pierna y tocarla debajo de su falda.
Anna sentía un intenso cosquilleo subir por su cuerpo, era toda una experiencia diferente.
Hazar se desprendió la camisa y procedía a hacer lo mismo con el vestido de la joven cuyos botones delanteros era lo único que le impedían apreciar su cuerpo.
Suavemente los tomó y comenzó a desabrocharlos mientras los suspiros nerviosos escapaban de ella, pero cuando estaba listo para abrir de par en par aquel vestido Anna cruzó los brazos evitándolo
- N-No... E-Espera... - soltó temblorosa.
- ¿Qué ocurre preciosa?... Por favor no me digas que cambiaste de idea... porque moriré si no puedo tocarte ahora... - confesó.
- No es eso... es que... me da pena que me veas desnuda... yo... no soy tan bonita como dices... soy común... nada especial... me da miedo que te decepciones al verme...
Él esbozó una sonrisa - Deja que sea yo quien juzgue eso...
- Pero...
- Por favor Anna... déjame mirarte... - insistió y ella lentamente accedió a abrir su vestido dejando que la viese, en aquella ocasión no llevaba sostén, sólo la prenda de abajo.
El Diablo en su disfraz humano soltó un suspiro - Perfecta... - murmuró mientras pasaba sus dedos suavemente por su cuerpo.
Anna estaba completamente sonrojada aquella fina caricia la estremeció, pero eso no era nada para lo que le esperaba al lado de ese hombre el resto de la noche...
**Escena extra en la versión sin censura **
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Exhausto, pero extasiado, Hazar se dejó caer un momento sobre ella - Anna... eres una delicia...- murmuró mientras clavaba sus ojos ardientes en ella. La joven sólo sonrió con dulzura a pesar del cansancio y tomó su rostro con ambas manos para besarlo con suavidad - Te amo... Hazar... - le susurró.
Él quedó impactado, jamás había oído esas palabras antes en un momento así, fue ahí cuando se dio cuenta de que no acababa de hacerle el amor a cualquier mujer, no, lo había hecho con la única mujer que de verdad se entregó por completo a él...
Continuará...