El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Hazar - El diario de Anna : capítulo 7

" Fue increíblemente doloroso admitir que tenías razón, me sentí tan estúpida, insegura, ingenua por no creerte..."

- ¿Qué?... - murmuró casi sin aliento Hazar - ¿Pero... qué pasó? ¡¿Qué te hizo ese desgraciado?! - comenzó a elevar su tono y al tomar las manos de Anna notó que sus muñecas estaban marcadas por el fuerte agarre de las manos de un hombre - ¡¿Él te hizo esto?! - preguntó refiriéndose a las mismas.

Ella asintió con su cabeza - E-Estabamos en su oficina en el hospital... de repente me tomó del brazo y me besó a la fuerza... 

- ¡¿Qué?!

- D-Dijo que ya era hora de que le devolviese el favor por la calificación del examen...

- ¡¿Favor?!

- S-Sí... me dijo que se había dado cuenta que el día del examen fui con aretes y medias negras para seducirlo... le expliqué que estaba en un error, que yo jamás tuve esa intención, que lo hice porque después vería a mi novio... y el insistió en que estaba mintiendo, que con el único hombre que me había visto era con Crhis y sabía que no era mi novio... - dijo entre sollozos.

- ¡Maldito cerdo! 

- Intenté escapar pero me abrazó por detrás y-y... me manoseó... 

Hazar apretaba los dientes preso de la furia y Anna continuó

- Quise gritar, pero estaba tan asustada que no me salía la voz... - dijo temblando - me lanzó contra el escritorio... sen- sentí que me mordió el cuello, tomé un cenicero que estaba allí y lo golpeé en la cabeza...

- ¿Lo golpeaste?

- Sí... creo que le di en la cien izquierda... tomé mi bolso y salí corriendo, aunque la verdad no sé ni cómo llegué aquí... Fue horrible, Hazar...

- Anna...

- Todavía puedo sentir su lengua... siento mucho asco... asco, asco! ¡ASCO! - comenzó a gritar mientras se lavaba la cara una y otra vez.

Él la abrazó con fuerza para detenerla y la joven lloró en su pecho - Tranquila Anna... ya pasó... respira... - trató de consolarla acariciando su cabeza pero la realidad es que se sentía más furioso que ella.

- Ya no podré volver a estudiar...

-¿Qué? ¿Por qué? Tú no hiciste nada malo, él fue quien se propasó.

- Lo sé... pero él es un doctor y yo una estúpida estudiante de enfermería de primer año... es un profesional con prestigio... yo no soy nada a su lado... ¿Quién me haría caso?... sólo conseguiría quedar marcada por todos allí...

- Pero... no es justo...

- Ahora que lo pienso quizás ni siquiera soy buena estudiante...

- ¿Qué?

- Sí... Piénsalo Hazar, ¿Y si él sólo ha estado regalándome buena nota todo este tiempo pretendiendo que le devuelva el favor de esta manera?... quizas ni si quiera soy buena en lo que hago...

- No, eso no es cierto...

- ¿Y si todos piensan igual que él? ¿Y si todos en verdad me creen una promiscua?... Que humillante...

- Basta Anna, eres perfecta, perfecta ¿Lo entiendes? No voy a dejar que te menosprecies por esa basura... Tienes que descansar, déjame ayudarte a quitarte esa ropa mojada...

"Sí, me sentía sucia, humillada... Pero con tu presencia aliviavas todo mi dolor. Fue en es momento en que me di cuenta lo dependiente que me había vuelto de ti... Estaba acostumbrada a superar las cosas sola, pero desde que te había conocido sólo quería llorar en tus brazos y que me dijeses que todo iba a estar bien... después de estar tanto tiempo sola, tener a alguien con quien poder llorar, se sentía tan bien..."

Hazar la ayudó a ponerse de pie pero cuando tocó su espalda baja ella se quejó

- Auch... - murmuró.

- ¿Te duele?

- Sí... creo que fue el golpe que me dio contra el escritorio...

- Déjame ver... - le pidió y ella desprendió su uniforme para quitárselo, al ver su espalda desnuda Hazar notó un gran golpe en la misma - Sí, tienes un golpe... 

- ¿Se ve mal?...

- Está un poco hinchado... ¿Qué suelen hacer los humanos con este tipo de heridas?

- Si sólo son golpes se vuelven pequeños hematomas, pero bajamos la hinchazón con paños húmedos y agua fría...

- Entiendo... - dijo y tomó la esponja para mojar su espalda - ¿Esto te alivia?... 

- Sí... aquí, en mi cuello también... por favor... - señaló apenada la marca que aquel hombre le había hecho en su cuello.

Hazar accedió y también, con suaves toques de la esponja, humedeció su herida mientras se mordia los labios para no maldecir, no podía creer que ese sujeto de aspecto lamentable se hubiese atrevido a tocar a su mujer, quería matarlo, pero en ese momento se concentró en hacer sentir bien a Anna, quien había quedado visiblemente afectada.

La cubrió con la bata y la llevó en brazos hasta su habitación, la dejó en su cama y se sentó a su lado para secarle el cabello. A pesar de mostrarse calmo, Hazar no podía disimular el gesto de pena mezclada con enojo en su rostro, ella lo notó y trató de transmitirle paz 

- Ya pasó Hazar... ya estoy bien... 

- ¿De verdad te sientes mejor?...

- Sí, sólo debo ponerme un vestido de manga largas y un pañuelo para ir a trabajar, así nadie notará nada...

- ¿Qué? No vayas a trabajar hoy.

- Pero...

- No seas terca Anna, sólo por un día descansa... no estás en condiciones de ir a trabajar. 

- Está bien... pero debería decirle al dueño que faltaré...

- Yo se lo diré si eso te hace sentir más tranquila.

- ¿De verdad? Gracias - se esforzó por sonreír mirándolo a los ojos.

- No tienes que hacer eso conmigo...

- ¿Qué?

- Forzarte a reír, ya te lo dije, conmigo puedes ser totalmente sincera... Si quieres llorar hazlo...

- No, no lloraré... ya no quiero hacerlo.

- ¿De verdad? ¿Por qué ?

- Porque tú estás aquí... - sonrió y se abrazó a él.

Hazar acarició su cabeza - ¿Hay algo más que pueda hacer por ti?...

- Sí... ¿Te quedas un poco más? Por favor...

- Claro preciosa... - respondió y se quedó con ella para hacerle compañía buscando aliviar ese momento tan desagradable por el que tuvo que pasar pero sin ninguna duda su furia no desaparecía.

Las horas pasaron y, cuando la tarde estaba cayendo, Hazar decidió retirarse para ir al Café y explicarle al dueño sobre la ausencia de Anna.

- Debo irme Anna, iré al Café a hablar con el dueño.

- Está bien... ¿Luego regresarás?

- Si no surge algún imprevisto con gusto regresaré, preciosa.

- Oh ya veo... - dijo y desvió la mirada apenada.

- ¿Qué ocurre? Parece que quieres decirme algo.

- Lo que voy a preguntar es algo vergonzoso pero... ¿acaso tú te llevaste mi juego de lencería?...

- Sí - respondió sonriente.

- ¿Por qué? 

- Quiero tener un recuerdo tuyo cuando estoy lejos de ti.

- ¿No podía ser otra cosa?

- No, esas prendas conservan tu aroma, me encantan, te recuerdo usándolas y me vuelvo loco...

- Oh.... pero ese juego me gustaba mucho...

- Si te gustan ese tipo de prendas puedo darte cientos de ellas.

- ¿Y si puedes darme más porqué te llevaste las que yo compré?

- Porque son especiales, esas las compraste pensando en que podrían gustarme ¿No es asi? Por tanto son mías - sonrió.

- Yo... en realidad las compré pensando en algo que me quedaría bien... - dijo algo apenada pero orgullosa.

- Si es por eso no debes pensarlo tanto, todo lo que te pongas te queda perfecto... pero, si lo haces pensando en mi, siempre voy a preferirte desnuda...

Anna soltó una pequeña risa - Siempre logras sacarme un sonrisa Hazar, por eso te amo... - dijo y le dio un tierno beso, de esos que lo reconfortaban.

- Adiós preciosa, nos vemos - se despidió y partió directo al Café, pero al ir llegando al mismo se topó con la imagen de Crhis y el doctor cruzándose en la puerta del lugar, el joven iba de salida mientras que el hombre recién entraba al local.

- Doctor Edmont, que gusto verlo ¿Se encuentra bien? ¿Que le ocurrió? - preguntó Crihs al ver que traía un venda en la cabeza.

- Hola joven Crishtoper, nada, sólo estaba distraído y me golpeé con la esquina de un estante en el hospital - sonrió señalando su lado izquierdo.

- Oh! Ya veo, bueno, que tenga buenas noches Señor Edmont.

- Igualmente, joven Crhis- terminó el hombre e ingresó al Café.

Al levantar su vista, Crish distinguió a Hazar acercándose.

- Hola Hazar, ¿Has visto a Anna ya? Yo no pude verla en el hospital por eso al salir vine aquí, sé que este es su horario de trabajo por eso vine directo aquí, necesito darle unos apuntes.

- Ella no se encuentra bien, está en su casa - respondió serio.

- ¿Qué? ¿Qué le ocurrió?

- Lo mejor sería que fueses a verla, ella misma te lo dirá - sugirió pese a sus celos, sabía que si había alguien, además de él, mismo para animar a Anna ese era su amigo - Yo vine a decirle al dueño que Anna no vendrá a trabajar. 

Crhis lo observó extrañado - Ahora mismo iré, nos vemos - saludó a Hazar y partió directo a la casa de la joven.

El Diablo se dispuso a entrar al lugar y, en privado, le dio el recado con la letra de Anna al dueño para luego tomar asiento en una mesa cercana al Doctor.

Aquel hombre en cuestión se quedó en el lugar disfrutando de varios cafés y un libro, Hazar hizo lo propio hasta que en un momento Edmont preguntó por Anna al dueño del lugar.

- ¿Anna no trabaja hoy? 

- No, mandó a decir que no se sentía bien y que no vendría a trabajar. ¿Necesita algo de ella?

- Oh, no, es que soy su profesor y hoy ella se fue tan rápido del hospital que no pude decirle que la esperaba mañana para continuar con la prácticas.

- No se preocupe Doctor, ella es muy responsable, estoy seguro que mañana a primera hora estará allí o cuando mejore.

- Ya lo creo, pero si la ve mañana ¿podría recordarselo? - preguntó ya poniéndose de pie.

- Claro Doctor.

- Bien, adiós caballero.

- Que tenga buena noche - lo despidió el dueño mientras lo veía irse.

Hazar hizo lo propio y siguió sus pasos por las ya casi desoladas calles del pueblo en medio de la noche. En un momento el doctor se disponía a tomar un atajo por un callejón pero fue ahí donde el Diablo aprovechó la oportunidad.

- Yo le daré su mensaje a Anna... - lo sorprendió por detrás.

- ¿Qué- - intentó murmurar pero Hazar lo tomó del cuello para arrinconarlo contra la pared - ¡¿Q-Qu-Quien eres tú?!

- Soy el novio de Anna... vaya, no sólo te propasaste con ella esta mañana sino que te atreves a venir a buscarla... estás pidiendo a gritos que te destroze...

- N-No! ¡Espera muchacho, no sé que te habrá dicho pero te seguro que fue un malentendido!

- ¿Malentendido? ¿De verdad creíste que una mujer hermosa y joven como ella se fijaría en un sujeto tan lamentable como tú? Permíteme ayudarte a caer en la realidad a golpes.

-¡N-No! ¡Espera muchacho! No sé de donde eres pero en este pueblo soy una persona conocida y respetada, no vale la pena que te ensucies las manos por una perra como ella.

- ¡¿Qué dijiste?! Atreve a repetirlo - dijo aumentando la presión en el cuello.

- ¡Es la verdad! A las mujerzuelas como ella les encanta manipular a los hombres, juegan a seducir y cuando llega el momento de pagar se hacen las santas. ¡Créeme ella no es lo que parece! - intentó defenderse.

Hazar hizo un breve pero espeluznante silencio y dejó ver su apariencia de Diablo - Yo tampoco soy lo que parezco... - murmuró.

El hombre comenzó a sudar frío, aquellos punzantes y brillantes ojos que tenía en frente clamaban sangre - ¿Q-Qué eres?... - preguntó.

- Te mostraré lo que pasa cuando te metes con la mujer de un Diablo... - amenazó con su sonrisa más sádica y emprendió a golpearlo una y otra vez tratando de moderar su fuerza para no matarlo. Quería hacerlo sufrir, que pagase por las lágrimas de su amada, pero, aunque sé concentraba para no matarlo, una parte de él quería lo contrario, lo deseaba muerto, recordar las marcas en el cuerpo de Anna lo volvían loco, imaginar que había tocado su hermosa figura de esa forma lasciva era indignante. La furia no lo dejaba pensar, el olor de su sangre comenzaba a invadir el ambiente mientras continuaba golpeando su rostro con vehemencia, hasta que, en un momento, un grito lo sacó de su cegada venganza 

- ¡Señor Hazar! ¡Detengase! - escuchó y volteó en dirección a aquella voz.

Era un segundo vampiro, más precisamente el asistente de su madre - Vans... ¿Qué rayos haces aquí? - preguntó el Diablo sorprendido por su presencia.

- Su madre me envió a seguirlo, sospechaba que usted estaba teniendo un comportamiento extraño últimamente... Suelte a ese humano, si continúa lo matará, usted no puede hacer algo así, por su bien detengase - le pidió acercándose.

Hazar tuvo un segundo de reflexión y soltó a aquel miserable hombre que ya estaba inconsciente a causa de los golpes. Se puso de pie y, mientras se limpiaba los nudillos, cayó en cuenta de la terrible realidad, había sido descubierto.

- ¿Está muerto? - preguntó algo indiferente tratando de aplacarse.

- No, aún no. No se preocupe, nosotros nos haremos cargo, pero usted debe regresar de inmediato al Infierno, su madre lo espera en su Palacio, exige verlo.

Sin más opción Hazar acató, ya no podía ocultar lo que había hecho sólo le quedaba inventar una excusa para tal acción. Así Vans dejó a cargo de Edmont a dos sirvientes y se retiró en compañía del Príncipe para regresar al lado de su señora.

Al llegar al Palacio, Hazar pudo sentir el rigor de su madre en su mirada, Thurksen estaba atado de pies y manos, ante la presencia de aquella imponente y poderosa mujer nada se podía hacer, su amo debería lidiar solo con ella.

- ¿Qué haces aquí Madre?... - preguntó e hizo señas a su sirviente para que le sirviese un trago.

- Te he estado siguiendo todo el día Hazar, Vans a sido mis ojos en tu desventura por el mundo humano. Quiero saber que es lo que causó que casi mates a un humano.

- Me provocó en un bar, eso fue todo.

- No trates de engañarme, no eres sólo un vampiro que puede ir por el mundo humano haciendo lo que quiera, eres un Príncipe Diablo, un guardián de almas, un custodio, si te haces con la vida de un miserable humano serás castigado hijo.

- Pero no lo hice, sigue respirando el infeliz - respondió mientras bebía.

- Lo hace porque Vans intervino a tiempo. Eres mi hijo, sé perfectamente que es lo que te provoca, a ti lo único que te perturba es la rivalidad con otros demonios y poseer a una mujer que te guste mucho.

El Diablo sintió un escalofrío, trató de disimular la inquietud en su mirada pero ante su madre aquello era imposible, Dafné era una mujer sumamente preceptiva.

- Es lo segundo ¿Verdad? Es por una mujer humana - insistió ella.

- ¿Y qué si lo fuese? - respondió ya harto de la situación.

- ¿Qué clase de respuesta es esa? ¿Crees que voy a aceptar fácilmente que te encierren diez años por matar a un patético humano por culpa de una mujer ganado?

- No es una mujer ganado, es mi mujer, yo la quiero de verdad - respondió respetuosamente desafiante - ¿Lo entiendes madre?

Dafné se sorprendió, era la primera vez que veía a su hijo aceptar sentimientos por una mujer, así que, por respeto a los mismos, decidió seguir en su postura pero refiriéndose a Anna de manera más respetuosa - Sí de verdad quieres a esa joven sé consciente del daño que le haces y déjala.

- ¿Qué dices? ¿Daño?...

- ¿Acaso crees que eres el primer vampiro que se enamora de una humana? A esta obra ya la he visto tantas veces, lo único que cambia son los actores - suspiró - ¿Qué crees que sentirá esa muchacha cuando vea que con el paso de los años tú seguirás joven y hermoso mientras que el cuerpo de ella se marchitará?... Por más que la ames inevitablemente perderás deseo por ella e irás en búsqueda de otras mujeres que te lo despierten, está en nuestra naturaleza. Los humanos desesperan por el amor pasional de un vampiro, los enloquece, y en cuanto vea que pierdes interés en ella la empujarás al sui.cidio...

Un escalofrío corrió por la espalda de Hazar - ¿Sui... cidio?... - murmuró impactado.

- Así es... el miedo a perderlos, a ser olvidados por un vampiro, los arrastra a esa decisión... lo he visto y oído tantas veces...

- Pero... y si-

- Saca esa idea de tu mente - le reprochó - puedo ver lo que estás pensando y lo tienes prohibido... si nuestros familiares descubren que convertiste a una simple humana en un vampiro serás severamente castigado... No importará que seas mi hijo, nadie de la familia puede escapar de la prohibición de ceder nuestro preciado linaje a través de la sangre... y será muy facil detectar la presencia de un humano convertido... estás advertido... - sentenció.

Hazar quedó impactado por tal revelación, se sentía anulado, acorralado. Dafné se acercó a él y tomó su rostro afligido

- No quiero que pienses que soy una madre cruel que no piensa en la felicidad de su hijo... es precisamente todo lo contrario, porque pienso en tu felicidad es que te digo esto, es lo que temía de tus constantes viajes a su mundo... El amor entre los vampiros y los humanos está maldito... destinado al sufrimiento... uno porque muere pronto y otro porque vive el resto de su larga vida sin poder olvidar... esta relación sólo los destruirá a los dos, Hazar... ¿Entiendes lo que digo?...

- Sí...

- Escucha mi sugerencia, tenlo en mente, hazlo cuando te sientas preparado... - dijo ya dándose la vuelta para irse - Pero... si lo haces lo más pronto posible será lo mejor...

- ¿Por qué? ¿Porqué quieres que me casé con Berlinna?...

- No, porque mientras más dejes pasar el tiempo más te aferrarás a ella, no podrás olvidarla, vivirás sólo para ella... - terminó por decir y se marchó en compañía de sus sirvientes.

- Señor Hazar... - murmuró Thurksen.

- Déjame sólo Thurksen... 

- Sí Señor...

Aquellas palabras quedaron ardiendo en el pecho del Diablo, aunque sabía que su madre podía hablar con segundas intenciones, en aquella ocasión la sintió honesta, revelando una verdad que él no había tenido en cuenta. Siempre lo supo, su relación con ella no tenía futuro, lo único que podía ofrecerle era ser su amante durante el resto de su vida y Anna no se merecía algo así.

Después de una larga noche sin sueño una resolución se formó en su pecho, por el bien de los dos tenía que decirle adiós...

Pero ¿Cómo hacerlo?, continuó visitándola y mientras más pensaba en ello más imposible se volvía en su cabeza, cayó en cuenta en su dependencia total por ella, su madre tenía razón, mientras más tiempo pasase más difícil sería. Era adicto a sus besos, a sus caricias, a su cuerpo y sonrisas, cada vez que la veía le hacía el amor como un animal salvaje con la promesa en él de que sería la última vez, como buscando sacear toda su sed de ella para poder decirle adiós, pero era inútil, sólo era un espiral en donde caía una y otra vez...

Una sensación de debilidad lo invadió, su orgullo se hirió, él, el Príncipe de la Lujuria, había sido doblegado por una sola mujer. Aún tambaleando en aquella contradicción de amar o no, quería cumplir con ella, decirle adiós como se lo había prometido, de frente, Anna así lo merecía, para que pudiese re hacer su vida con otro hombre.

Dibujó esa despedida tantas veces en su mente, ya había perdido la cuenta de cuantas, pero nunca podía decir una palabra. Así su tortusa agonía continuó hasta aquel día...

Había ido con la firme determinación de decirle adiós sin saber qué Anna comenzaba a transitar por un difícil camino de sospechas sobre su enfermedad, Crihs se presentó en el Café a visitarla porque, conociendo su historia familiar, fue el primero en temer al respecto y no quería evitar decirle lo que pensaba.

- ¿Cómo estás Anna? ¿Ya te reintegraste bien a las clases?

- Sí, ahora que el Doctor ya no está en el hospital me siento mucho más tranquila...

- Que bueno, es un alivio que ese desgraciado haya decidido dejar el pueblo, de sólo recordarlo me indigna.

- Sí... pero ya pasó, ya estoy bien - sonrió.

- ¿De verdad estás bien?...

- ¿Por qué lo preguntas?

Chris tomó su mano y delicadamente deslizó la manga de su vestido - Anna... ya han pasado dos semana y las marcas que ese hombre te hizo no se desvanecen... incluso están peor... ¿Sabes lo que eso significa?... 

- Sí... ¿Tu también crees que mi sangre está mal?... 

- Tienes que hacerte un análisis de sangre, sólo así lo sabremos...

- Lo sé, mañana mismo iré al laboratorio... ¿Me acompañarías?...

- Claro que sí, estoy para todo lo que necesites...

- Gracias Crhis...

- ¿Él lo sabe?

- ¿Qué?

- ¿Hazar sabe que puedes tener esta enfermedad?

- N-No... 

- Tienes que decírselo Anna...

- L-Lo haré en cuanto me den los resultados... no quiero asustarlo en vano...

Crhis se acercó y le dio un fuerte abrazo a Anna en la puerta del Café, Hazar pudo apreciar aquella escena a lo lejos y cierta satisfacción mezclada con celos llegó a su cabeza, trató de imaginar que ella podía tener un futuro con ese hombre pese a su ausencia, de esa forma buscó alivianar la carga que le producía dejarla.

- Todo estará bien Anna... 

- Tengo miedo Crhis... ¿y si Hazar se aleja cuando se entere?... ¿Quién querría estar con una mujer que se muere?...

- No pienses esas cosas, ambos estaremos contigo, aunque a él no le guste que esté cerca de ti - sonrió buscando aliviarla.

Ella soltó una pequeña risa - Gracias Crhis... eres el mejor...

- ¿Anna? - se acercó el Diablo.

- ¡Hazar! - se emocionó ella y lo abrazó, inevitablemente sus ojos brillaban con sólo verlo.

- ¿Está todo bien?

- Sí - interrumpió Crhis - sólo me estaba consolando por haberme rechazado otra vez como esposo, está es la tercera Anna - bromeó y le guiñó un ojo.

- ¡¿Qué dijiste?! - preguntó celoso Hazar.

- Ja, ja! Estás advertido amigo, si no te casas con ella pronto yo lo haré en tu lugar - insistió y el Diablo sintió una daga en el corazón - Nos vemos mañana Anna.

- Adiós Crhis. ¿Nos vamos a casa Hazar? - preguntó mirándolo a los ojos.

- Sí... - respondió con pesar - ¿No te gustaría que antes demos un paseo por el pueblo? ...

- ¡Claro! - sonrió y partieron de la mano a recorrer el lugar.

Por donde quiera que mirase Hazar encontraba en cada lugar de ese pueblo un recuerdo con ella, quería abstraer su mente pero le era casi imposible, su mano pequeña entrelazada con la de él pesaba como un grillete en su muñeca, la sentía como una condena, una hermosa condena...

Si aquella noche debía ser la última al menos pretendía hacerla inolvidable por ello la invitó a aquel lugar donde tuvieron su primera cita, la alegre taberna.
La sonrisa de Anna no tenía desperdicio, su felicidad desbordante le hacía las cosas más difíciles... 
Al salir de allí pasaron por el hermoso rosedal de rosas rojas, Hazar tomó una de ellas y la convirtió en una blanca para regalarsela con una sonrisa afligida, ella lo notó y preguntó 

- ¿Estás bien?

- Sí, sólo un poco cansado - se excusó.

- Entonces vayamos a casa - dijo ella y se abrazó con fuerza de su brazo.

" Aquella noche te notaba melancólico aunque no podía saber el porqué... quizas si hubiese insistido más en preguntarte te habría ayudado a expresar lo que querías decir... pero mi deseo por ti me cegó, fui egoísta, no quería pensar en nada más que en tenerte... olvidarme de todo a tu lado..."

Al llegar a la casa, Hazar tomó asiento en el sofá, se lo notaba tenso, buscaba las palabras para poder despedirse sin hacerla sufrir, pero cuando estaba a punto de hablarle, Anna se montó sobre él profundamente excitada buscando hacer el amor.

- A-Anna... - suspiró Hazar al sentir sus suaves labios recorriendo su cuello mientras sus manos le desprendían la camisa - Espera... hay algo que quiero decirte...

- Yo también, pero hablemos después... por favor... - insistió ella

***Escena extra en la versión sin censura **

Otra noche de lujuría desenfrenada se había desatado entre ellos mientras sus corazones en silencio sufrían cada uno por su parte. Anna por temer revelar la verdad y Hazar por tener que decir adiós.
Aquella oportunidad de hacer el amor fue tan hermosa y a la vez dolorosa que hasta una lágrima quiso escapar del Diablo, cada intento de despedida siempre resultaba igual, terminaba cayendo en su dulce seducción.

Al terminar, aún desnuda, la cubrió con una manta y la mantuvo sentada en su regazo mientras la abrazaba con fuerza, como si fuese lo más sagrado que pudiese existir. 

Un cálido silencio los abrazó como el calor de sus cuerpos juntos, parecía que las palabras sobraban, ninguno quería romper ese hermoso momento de tranquilidad con verdades que pudiesen lastimar, sólo Anna se atrevió a quebrarlo con una declaración

- ¿Hazar?... 

- ¿Sí?

- Te amo... - dijo y le dio un beso en la mejilla para luego recostarse en su pecho.

El corazón del Diablo se retorcía, el dolor lo comprimía, quería decirle, necesitaba decirle la verdad, pero cuando encontró valor para hablar notó que ella ya se había quedado profundamente dormida en sus brazos...
Resopló con angustia y la cargó para dejarla en su cama, allí la recostó con suavidad y la cubrió con las frazadas en aquella fresca noche otoño.

Se quedó un momento observándola, apreciando su tierna belleza, quería desnudarse y acostarse a su lado para abrazarla hasta el amanecer.

Hasta que un terrible pensamiento golpeó su cabeza con la violencia de una ola - "Basta, basta, esto se termina aquí. Soy un Diablo, el maldito Diablo Príncipe de la Lujuría, ella es sólo una humana, ¿Qué es lo que me gusta de ella? ¿Su belleza? Su belleza tiene fecha de caducidad, un día despertaré y no me gustará más. No puedo serle fiel a una mujer que envejecerá tan pronto... Lo siento Anna, pero esto no es para mi, mi amor por ti se muere esta noche..." - repitió dentro de sí para convencerse pero en el fondo sabía que lo que amaba era la belleza de su alma.

Se inclinó hacía ella y le dio un beso en la mejilla, era la primera vez que le daba uno, era su forma de decir lo preciada que era para él aunque Anna no lo notaste por estar dormida, y de esa forma se marchó de su casa en plena madrugada sin decir ni una palabra...

Al despertar, la joven se sorprendió de encontrarse en su cama desnuda y sola 

- ¿Hazar?... - murmuró Anna en el retumbar silencioso de aquella casa vacía...

"Una sensación indescriptible me invadió aquella mañana, no podría definirla, simplemente la sentí, la sensación de que nunca más te volvería a ver..."

Y así Hazar estaba a punto de sumergirse en las páginas más negras de aquel diario, la parte de la historia que desconocía, los últimos días de Anna...


Continuará...



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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