Y allí estaba yo, junto a mis hermanos de corazón y a mi abuela adoptiva, la señora Ángela, frente a la casa de Eli, quién junto a sus padres nos daban la bienvenida.
Los padres de Eli, eran unos ángeles como ella. Una vez que estuvimos dentro de casa, el padre de Eli invito a Rafa y Mauri a ver una película navideña, la madre de Eli, por su parte junto a la señora Ángela y Carola se encargaron de preparar el chocolate y acomodar la mesa para la cena navideña, mientras Eli y yo, elaboramos aquellas deliciosas galletas navideñas caseras que tanto le gustaban preparar a ella.
—¿No te gustaría trabajar con nosotros?, pronunció ella, mientras decoraba las galletas recién sacadas del horno, con más habilidad que una persona que pudiera ver con ambos ojos.
—¿Qué? — respondí, sorprendido.
—Mis padres siempre necesitan ayudantes para las entregas, es más hasta la señora Ángela podría trabajar también — respondió ella.
—¿Lo dices en serio? — contesté sorprendido aún por aquella propuesta.
—Sí, aunque ella podría apoyar en el empaque de los productos aquí en casa — agrego.
—Sería fantástico — dije, al tiempo que pensé — «Con un trabajo seguro; Rafa, Carola y Mauri, podrían estudiar»
—Entonces le diré a mis padres que aceptaste — respondió ella.
—¿Acepto? — dijo mi madre que estaba a unos metros de nosotros preparando el chocolate para la cena.
—Sí mamá — pronunció Elizabeth.
Eli, le comento también mi decisión a su padre, quién esbozo una gran sonrisa al conocer la misma, la señora Ángela no cabía de la emoción al escuchar que no solo dejaría el botadero por un mejor trabajo, sino además un médico evaluaría su problema en la vista. Rafa, Carola y Mauri, estaban muy felices, por primera vez tendrían una cena digna de navidad, además tendrían hasta un regalo, que con mucho cariño la madre de Eli, les había comprado.
Al llegar la hora respectiva, nos sentamos a la mesa, no sin antes todos apoyar en la colocación de las tazas, platos y cubiertos en la misma, parecíamos una familia, esa familia que no teníamos algunos de nosotros, pero que esa noche gracias a Eli y sus padres nos permitieron tener.
Al sentarnos alrededor de la mesa, mientras cerraba mis ojos y juntaba mis manos para agradecer a Dios por esta navidad, mis fosas nasales empezaron a percibir aquel agradable olor del chocolate, mezclado con el olor de aquellas deliciosas galletas que preparé junto a Eli y de aquel asado preparado por la madre de ella, pero había un olor más esa noche, un olor que años atrás también sentí, y que mis padres definían como el aroma de familia.
—Prueba uno — escuche, al tiempo que abría mis parpados.
—Sí, dije sonriendo, mientras miraba el rostro de cada una de las personas sentadas en aquella mesa, todos estaban felices, todos parecíamos una verdadera familia, entonces me dije para sí — El aroma de la navidad, el aroma de familia.
FIN
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Editado: 17.12.2023