Duele decir adiós

Las gotas penetran la hoja, tira la carta tira la puerta y sale de prisa, corre llena de desesperación hacía el estacionamiento toma su auto, con angustia y prisa,  recibe una llamada, es su esposo intenta atender pero se avecinan las lágrimas mientras la velocidad y la desesperanza aumentaban, bajo del auto, llego al edificio, había un tumulto de gente, cintas amarillas alrededor de la entrada, hombres vestidos de blanco, el sonido de la sirena de ambulancia resonaba en la calle, y en ese momento, intento acercarse y unas corpulentas manos morenas y una voz autoritaria de un policía le dicen que hubo un accidente y no puede pasar. 
- Tengo a alguien que vive aquí. –grita.  
- No puede pasar señorita. –dice dándose vuelta  
Corre hacia dentro del edificio y el policía intenta detenerla pero tarde, ella corre  sin parar en busca de su presencia, de su aroma,  su risa, de su voz, que duro resultaba el pensar que el se iba ir de nuevo y  no volvería a verlo con todo el anhelo en su pecho de sostener su pequeño hilo rojo de amor, solo veía su sombra correr tras ella, las ganas de llorar se reforzaron , un nudo en su tráquea se volvió agobiador, corazón roto, los recuerdos golpeaban bailando en el sentimiento de culpa, sus ojos llenos de lágrimas. El seguía siendo su oxigeno que rechaza al olvido, no entendía nada. El tiempo en el ascensor parecía demasiado en ese instante donde no se siente, y solo la vida le grita que nadie la amaría como él lo había hecho, nadie podría lastimarla como él estaba a punto de hacerlo. Pedía abrazarlo, verlo. ¿Cómo poner un sentimiento en una palabra, solo para aquellos que piden un por qué?  

Llega al apartamento y los hombres de blanco, policías y el sonido de la sirena rellenaban el lugar pero esta vez, su lugar. En sus ojos se acumuló un océano de lágrimas que debía andar por su cuenta. Corrió hacia dentro, soltándose de débiles agarres, había mucha sangre y agua corriendo adentro, esas gotas de sangre en contraste con el blanco de la habitación,  y la  escena de su cuerpo sumergido bajo el agua de aquella bañera con un disparo en la cabeza, y su desgarrador grito de arrepentimiento la atarían infinitamente.