✷‿✧◝⁰▿✧ LO SÉ. ‿✷✧◝⁰▿◜✧
Nuestra fuente de dinero es mi padre.
El dinero es algo que no nos falta.
Mis padres tienen un buen trabajo, buen sueldo, pero malas decisiones.
Pero el dinero es de ellos, o por lo menos el dinero que mi madre se gana, es de ella. En cambio mi padre, trabaja y nos da de su dinero para el mes, el cual nos sobra.
Pero aquí estoy yo, bajando las gradas a las cuatro de la madrugada, ¿Para qué? Para pedirle más dinero a mi padre.
El dinero lo organizo de una manera…un tanto rara, según opina Leah.
Pero lo que hago es sacar dos partes del los mil dólares que nos da mi padre, que viene siendo quinientos dólares mensuales, los cuales se van en compras para la casa, cereales que se van seguidos y a veces que vamos a comer a McDonald’s y otras cosas necesarias.
Pero, ¿Qué pasa con la otra mitad?
Lo meto en una alcancía rosa de cochito que le robe a Daffy. Si, lo ahorro. Desde que tengo dieciséis vengo ahorrando para cuando cumpla dieciocho poder irme de esta casa junto con mis hermanas.
He hecho un futuro con ese dinero, como comprar una casa para nosotras tres, tener para comprar comida y lograr pagar los estudios de mis hermanas en lo que encuentro un trabajo
Pero, claro, a veces no todo sale bien y esa alcancía ya tiene un agujero tapado con cinta adhesiva.
Asomo mi cabeza por el umbral de la puerta de la sala y lo veo.
Allí esta, sentado con la camisa de fuera y la corbata tirada, su pies están encima de la pequeña mesa de centro, junto a una botella.
—¿Papá?— lo llamo y como no me contesta decido entrar.
Me acerco, y como lo pensé, está dormido.
Mi padre tiene un problema, un severo problema con el alcohol.
—¿Papá?— lo sacudo un poco y así logro que habrá los ojos. Al verme sonríe y se endereza en el sofá.
—Hola hija— le sonrió, y me siento en el suelo alfombrado de nuestra sala, a la par del sofá en que está.
—¿Cómo estás?— le pregunto y vuelve a recostarse en sofá, con una gran pereza.
—Yo debería preguntar eso, no tú — suelta un suspiro y yo me encojo de hombros — Ya sabes cómo estoy, y tú y tus hermanas como están?
—Estamos bien, aunque ellas quieren ir mañana a Mac y no tengo mucho…— levanta su mano y dejo de hablar, pasa sus manos por los bolsillos hasta que da con su billetera, dónde saca el dinero.
—Lo siento, en la mañana olvidé dejarlo en la gallina — dice dándome el dinero.
—No te preocupes — dejo el dinero en la mesita, y me acerco un poco más a el — ¿Quieres hablar?
Niega, una y otra vez. Sacando el aire acumulado y recostándose en el sofá.
—Si, pero no contigo. No quiero meterte más problemas y preocupaciones — le tomo una de sus manos y lo veo desde donde estoy.
—Papá no importa, puedo escucharte— me sonríe triste, pero sigue negando — papá, ¿Alguna vez has pensado en irnos de esta casa? — le digo emocionada. Fingiendo cómo si eso funcionaria, fingiendo cómo si es la primera vez que lo pienso.
—¿Crees que no he pensado en eso? — lo veo a los ojos, que están llenos de lágrimas pero ninguna cae — Si me voy, ustedes se quedan por qué su madre pedirá la custodia, ¿y quién crees que ganará? No puedo irme sin mis hijas, por que solo conmigo están a salvo, ¿entiendes eso, Airam?
Claro que lo entiendo, pero no sé lo digo.
—Samara tiene a gente de su lado, gente que la ayudan en todo. Así que para ella sería más fácil hundirme a mí y ahogarlas poco a poco a ustedes — Se sienta y me jala de la mano y termino parándome — Lo siento Airam, perdón por no ser un buen padre, perdón por no poder sacarlas de este maldito infierno. — su voz se quiebra, pero sigue hablándome, cómo si no le doliera la garganta por tal sensación
Me abraza, me abraza tan fuerte como si alguien estuviera jalándome y entre sollozos, me susurra perdón, perdón, perdón. Lágrimas que no sabía que tenía salen de mis ojos, me las limpio rápidamente vuelvo a abrazarlo, sobándole la espalda.
—No es tu culpa, yo sé… sé que…tú no querías hacer eso — lágrimas se acumulan en mis ojos, lo abrazo y con una mano me quito esa agua salada de los ojos, mientras miro ese cuadro extraño que a Leah le encanta — Yo sé que ella es el error, sé que el error lo cometió ella y por eso se creo este infierno. Este infierno no se creo por mi culpa. Fue por ella…y, fue por qué tú… tú… — Mi voz se quiebra, así que dejo de hablar.
Lo suelto, y acunó su rostro en mis manos y le doy un beso en la mejilla.
—No es tu culpa — Le digo en medio de mis sollozos — Lo sé, padre.
—¿Sabes? ¿Sabes que…? — Lo olvidará, estoy segura. Ya que está muy borracho.
—Descansa padre — Sorbo mi nariz, me levanto del suelo y tomo el dinero de la mesa.
Sé que dije que lo odio, y no me retracto de eso, pero a veces siento empatía por él, por que estamos en el mismo infierno creado por el mismo, y yo que e sigo aumentando el fuego en esta casa siempre que mamá me ve.
Lo odio por que se el secreto que él piensa que no sé.
Pero aún lo quiero por que es mi papá.