Hasta su nombre era bonito, por alguna razón me recordaba al del príncipe de Ariel.
–Mi nombre es Erick, Erick Granger.
–Un gusto Erick, soy Gaby, tu nueva vecina.
–Brown ¿No?–asentí con la cabeza–bueno solo quería presentarme.
Y así sin más, cómo había llegado se fue.
Al caer la noche mamá decidió hacer la cena y por supuesto invitó a los Granger, el único que no vino fue el padre de los gemelos, al detallarlos mejor me dí cuenta que solo se podían diferenciar por sus ojos, a pesar de tener el mismo color, cada uno por su lado tenía un característica casi imperceptible que los diferenciaba.
Supongo que los gemelos tenían el color de ojos de su padre, ya que, la Sra. Granger los tenía de un verde aceituna, también era una mujer no mayor de los 37 años, con buen cuerpo (no más que el de mi madre) de piel trigueña y cabello negro.
–¿Gaby?–me llama papá sacándome de mis pensamientos–¿Estás aquí?
–Sí papá, pero mi mente no–papá sonríe al escuchar la respuesta que siempre le daba cuando me pillaba distraída.
–Gaby.
–Gaby.
Me llamaron Erick y Elías al mismo tiempo, lo cual hizo reír a nuestros padres.
–¿Sí?–contesté sin decir nombre, para no hacer sentir mal a ninguno de los dos.
–¿Sabes jugar videojuegos?–me pregunta Elías.
–Mi niña es muy buena, siempre me gana–contesta papá.
–Eso lo veremos enana.
Enarqué una ceja.
–¿Me estas retando? ¿Crees que podrás ganarme viejito?
–¿Viejito?–preguntó mamá aguantando se la risa.
–Sí, tiene 9 y parece un bono adolescente de 13 años–ok tal vez exageré pero los gemelos no parecían de 9, sino de más.
Y nuestros padres volvieron a reír. Al terminar de cenar me levanté de la mesa para dirigirme a la consola y solo Elías me siguió.
–Erick–lo llamé–¿Vienes?
–La verdad me prefiero el fútbol.
–También lo juego, soy buena.
–Ya quisieras, dudo que me ganes.
–Eso lo veremos–dije para después sacarle la lengua.
Primero jugué con Elías y no es sorpresa que le gané y burlé en su cara. Luego salimos al porche (las luces nos daban la iluminación perfecta para no tropezarnos) al jugar fútbol con Erick íbamos empatados, apunto de meter el gool ganador me resbalé, pero antes de caerme de cara Erick me atrapó haciendo que solo me raspara la rodilla.
–¿Estás bien?–preguntó, mientras Elías estaba en shock por el susto.
–Si, gracias Erick–gracias a Dios nuestros padres se quedaron en la casa, sino estarían haciendo drama.
–Pero si te raspaste la rodilla–dice Elías cómo si fuera muy grave.
En eso Erick pasa mi brazo por sus hombros hasta sentarme en la acera, entró a la casa y volvió con un vaso de agua, lavó mi herida y con un pañuelo que apareció de la nada la vendó.
–Listo princesita.
–¿Princesita?
–Eres mi princesita porque te rescaté como los príncipes a sus princesas.
–Entonces ¿Eres mi príncipe?
–Si así lo quieres–dijo encogiéndose de hombros.
Después de eso volvimos dentro y después de una hora los Granger se fueron.
Los gemelos eran idénticos físicamente pero tan distintos a la vez, Elías era más extrovertido y parlanchín, Erick más serio y atento a los detalles, pero en aspecto físico eran exactos.... Excepto por la casi imperceptible diferencia de sus ojos mieles, eran altos, de piel blanca, pelo castaño oscuro, nariz perfilada y labios rosados.
Los distinguía, ya que, en la semana transcurrida me la pasé con ellos. Es decir que era su cumpleaños y yo no sabía que darles, hasta que se me ocurrió una idea......
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Trigueña: de piel dorada, no es moren@ pero tampoco blanc@