El Parque de los Enamorados se encuentra ubicado en el Malecón Cisneros en Miraflores, Lima-Perú. Fue inaugurado con la finalidad de celebrar cada 14 de febrero, el día del amor o día de San Valentín. Es un parque emblemático rodeado de hermosas flores, muy concurrido por parejas de enamorados y turistas que acuden a la zona para disfrutar de la belleza romántica que ofrece el lugar junto a los hermosos atardeceres. En la parte central del parque, se levanta la maravillosa escultura “El Beso” de Víctor Delfín, que muestra a una pareja enamorada que eterniza su amor en un apasionado beso y un afectuoso abrazo; por eso es conocido como “El parque del Amor”. Y como para darle más romanticismo al lugar, el majestuoso y hermoso océano Pacífico se hace cómplice de tan cautivador escenario.
Como cada 14 de febrero, el sitio se hizo ideal para las parejas de enamorados que en ese momento se encontraban esparcidas por cada rincón del parque, donde celebraban y manifestaban sus sentimientos en efusivos besos y abrazos. En cada espacio del lugar se podía apreciar a distintas parejas, que envuelta en sus burbujas de amor sellaban ese sentimiento, entregándose bouquet de flores, peluches, globos concernientes al momento o cualquier otro presente significativo que pudiera alimentar el amor sentido.
Sin embargo, en medio de aquel escenario tan romántico, rodeado de grama, flores y bancos decorados con mosaicos multicolores donde se podían leer poemas y frases alusivas al amor; se encontraba Fabio… un hombre que con solo pensar en la palabra “amor”, una aguda urticaria atacaba todo su cuerpo. Un hombre que se creía la gota del benzoato de denatonio, la sustancia química más amarga que se conoce. Un hombre que se veía como el Grinch de la navidad; en este caso sería como “El Grinch del día de San Valentín”.
Verse parado en medio de aquel escenario que le rodeaba, le parecía algo tan ridículo, tan inaudito. No entendía por qué carajo, José -su mejor amigo- le había mandado un mensaje donde le pedía verse con urgencia en aquel sitio, indicándole que tenía que mostrarle algo muy importante cuando podían verse en otro lugar. Es que le parecía ilógico citarlo en aquel sito precisamente ese día, cuando sabía que en ese momento aquel lugar sería un completo desastre al hallarse atiborrado de parejas embelesadas por ese sentimiento, que para él había sido su más fiero verdugo.
Exasperado por el tiempo de espera –quince minutos para ser exacto- bajó la vista para echarle nuevamente un vistazo al reloj que rodeaba su muñeca, comprobando que solo había pasado cinco minutos desde la última vez que lo vio. Con cara de perro encerrado, levantó la vista para dejar vagar sus orbes marrones claros, casi miel; sobre los rostros masculinos que alcanzó a divisar desde su lugar. Se sentía empalagado y el cuerpo le pica ante tanta dulzura y muestra de cariño, que destilaban todas las personas que veía a su alrededor… « ¡Un coma diabético seguro le atacaría si seguía parado en aquel lugar!» Refunfuñó irritado e impaciente al no ver la presencia de su mejor amigo por ningún lado.
En ese instante dentro del bolsillo de la chaqueta negra de cuero, su teléfono vibró.
De: My brother José
“Fabio, brother, siento haberte engañado, pero estás claro que ésta era la única manera que tenía para hacerte llegar a ese lugar. De antemano te pido que no te enojes, aunque ya sé que eso es imposible. Pero brother, te pido que por hoy disfrutes verdaderamente del momento que vives, deja la amargura y rabia que siempre llevas y dedícate por un momento a mirar el hermoso paisaje que te rodea y siente la dulzura que te ofrece el ambiente. Amigo ¡Es hora de que le des libertad a tu corazón! Así que prepáralo para darle la bienvenida a esa persona que en este momento se encuentra en ese lugar, por ti… sé que ella cambiará el rumbo de tu vida.”
Fabio, sintió que el rostro se le enrojecía al comprender que había caído en una trampa por parte de su mejor amigo. Apretó los dientes y la mueca de su disgusto se intensificó aún más, al ver el siguiente mensaje que entraba a su whatsapp: lluvias de emoticones de caritas felices, parejas de enamorados y corazones flechado.
— ¡Maldito cabrón! —Gruñó entre dientes arrugando el ceño enfadado. De inmediato decidió salir de aquel lugar que de pronto comenzó a darle escalofrío.
« ¿Poncharle las cuatros llantas o partirle todo los vidrios de su recién adquirido auto último modelo?» Pensó enfurecido, mientras se alejaba a toda prisa de aquel lugar, maquinando en su mente la manera de cobrarse aquella jugarreta que para su amigo claramente había sido una gracia.
—No, éste cabrón lo que se merece es la muerte —murmuró sintiendo que las manos le picaban.
Ya se imaginaba al delgaducho cuerpo de José guindando como saco de boxeo del techo de su cuarto de gimnasio, mientras le proporcionaba algunos golpes como escarmiento por creerle su payaso… No entendía el empeño que José tenía de emparejarlo con cuanta mujer se le atravesaba. Ya le había rechazado a Norma, Julia, Cora, Dayana y a Tania, esa entrenadora de fisiculturismo que tenía más músculos que él y que casi le dio un infarto cuando se presentó en su oficina diciendo que era el amor de su vida. No lograba comprender porque su mejor amigo se empeñaba en lanzarlo en los brazos de ese sentimiento llamado “El Amor”, cuando él más que nadie conocía la aversión que sentía por él.