El Bibliotecario

El Cierre

El joven bibliotecario sonreía al igual que Sofía, que lo tomó de la mano mientras se encaminaban a la sección de artes.

—Al fin tendrás Chicles.

—¡Al fin!

—¿Pero podrás leer algo tan complicado, Sofi?

—¡Sofía!

—Sí, Sofía —a esas alturas él solo podía reírse.

—Claro que podré, puede que sepa leer mejor que tú.

—Claro... eres una niña muy rara.

Encontraron sin muchos problemas varios libros en la sección de arte que ilustraban la tendencia artística llamada coloquialmente como «Chicles». Eran obras coloridas, tumultuosas y fantasiosas, con muchas formas extravagantes llenando el espacio, criaturas místicas y escenarios irreales. Un tributo a la imaginación, donde podía suceder cualquier cosa.

—Ahora entiendo porqué querías tanto ver esto, Sofía. Disfrútalo.

La niña estaba tan ensimismada que apenas le respondió. Él la dejó tranquila, sentada en un sillón, y volvió a los escritorios de la entrada. Tefy llegó tiempo después.

—Costó, pero la sección de geografía está en orden de nuevo.

Las horas pasaron en relativa calma. Muchos se acercaban a preguntar si podían sacar los libros, algunas personas intentaron fumar adentro, un borrachín entró descaradamente con un tarro de cerveza negra, varios niños entraron gritando y solo dos veces hubo intentos de robarse los libros. Cuando las mesas se desocupaban, Bael o Tefy se levantaban para poner los libros abandonados en su lugar y así, poco a poco, se hicieron las cinco de la tarde.

En la hora siguiente, antes de cerrar, la gente fue saliendo lentamente. Los maestros, agradecidos, se despidieron cordialmente, al igual que las mujeres del club de lectura. Nara al fin pudo sentarse junto a sus compañeros.

—Ellas quieren volver una o dos veces por semana... y quieren que les lea —comentó Nara sorprendida—. Será interesante... aunque creo que esto excede mis funciones de bibliotecaria.

—Sí, lo hace —aseguró Tefy.

—Pero que bueno que te cayeron bien —le dijo Bael. 

Justo mientras decía esto, un hombre de unos cuarenta años entró con paso calmo, con una bolsa de tela llena de víveres en el hombro.

Buenas tardes, ¿la sección de arte?

—Es la sexta columna de estanterías, señor, pero ya estamos por cerrar.

—Lo sé, no se preocupen —y sin demorar mucho se adentró en la biblioteca.

—Bueno... y ¿cómo se sienten? —les preguntó Tefy.

—Han pasado tantas cosas que no hemos comido nada. Ya me siento mareada —respondió Nara.

—¿A ustedes les ha dado hambre? —se rio Bael—. Yo ni me acordaba.

—Tendremos que organizarnos mejor para poder tomar turnos y comer —Nara acariciaba su barriga—. No aguantaré muchos días así.

—Yo tampoco —Tefy se reía—, pero me refiero al trabajo ¿Cómo se sienten?

—Pues... —Nara se lo pensó un segundo—, a mí me gusto. Fue difícil mantener las cosas en orden, pero la verdad no me molesto trabajar aquí ¿Qué tal tú, Tefy?

—Yo se los contaré otro día.

—Presiento que no lo harás —replicó Nara con una sonrisa— ¿y tú, Bael?

Bael se detuvo un momento e hizo una breve introspección. Aunque no las conocía bien, se tomó la licencia de confesarles cómo se sentía.

—Suelo ser una persona muy quejumbrosa; pienso demasiado las cosas y suelo abandonarlas apenas empiezo, pero hoy no me ha dado tiempo de nada, no hubo más de un minuto en el que estuviera desocupado y fue... fue una experiencia increíble. Pensaba que renunciaría para mañana porque no haría nada de provecho en este trabajo, pero...

En ese mismo momento, Sofía y el hombre, que ahora era evidente que era su padre, caminaban de la mano. Ella tenía una sonrisa grande en su cara y mientras pasaba frente a ellos se limitó a gritar, con el mismo tono infantil que la había acompañado todo el día.

—¡Gracias!

—Gracias por todo, espero que Sofía no causara problemas —secundo su padre.

—Para nada, caballero —le respondió Nara—. Fue un placer.

—De nada, señorita Sofía —contestó Bael—. Vuelva cuando quiera.

Pasaron unos segundos antes de que Tefy insistiera.

—¿Pero...? —dijo Tefy mirando a Bael con curiosidad.

—Pero me equivoqué.

—Eso significa que entonces ¿nos vemos mañana? —preguntó Nara

Ambas miraron fijamente a Bael y después de algunos segundos él les devolvió una sonrisa.

—Así será.



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En el texto hay: comedia, vida común, fantasía humanos

Editado: 27.04.2024

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